Capítulo Catorce: Miedo

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Capítulo Catorce: Miedo

Azhar.


No he leído ninguno de los libros que compré.

Ayer llegué de la librería y tras enviarle los enlaces a Amelie de mis libros, me sentí inspirada para escribir. Opte por comer y poco después decidí ver alguna serie en Netflix intentando sentir algo de normalidad, a ello le siguió una llamada larga con Albert, quien con detalles me habló sobre una ex conquista invitándolo a un crucero. Discutimos los pros y contras de que fuese con su ex, al final, decidimos que no valía la pena. Luego hablamos de Leonid, no había mucho que decir, solo que me quedé con un flechazo y atracción que no había experimentado antes.

Pese a que suelo ir a más a fiestas con Rebecca y "tener" sexo con África cuando me presto para su fetiche, me siento más cercana a Albert y no es por haberlo conocido primero, es solo que podemos hablar de todo y nunca nos juzgamos, siento que tenemos alguna especie de conexión especial que me hace rogar en mi interior que me quiera tanto cómo lo quiero.

Hablamos durante un par de horas en el que me ruega lo dejara venir a ver películas conmigo, pero debí negarme porque pese a no seguir normas, cuando se trata de la señora Hawk y el apartamento, cumplo. Después de ello cené y tuve que lidiar con la música de Priscila, quien se la pasó todo el día encerrada. Me quedé dormida muy temprano y pese al suceso loco de la librería – que deliberadamente esquivé pensar – no hubo pesadillas.

Hoy es diferente, me siento con mucha energía, atrás queda toda esa desgana y vacío que experimenté. Vuelvo a sentirme cómo yo, así que cuando Rebecca nos escribe para ir a una fiesta que Albert cataloga "de pobres salvajes" no dudo en apuntarme esperando que los libros que compré no acumulen polvo y leerlos más adelante, pero por ahora me concentro y pienso en la fiesta lo que es algo menos perturbador en lo que pensar.

En algún momento una súbita idea viene a mí; creo que Shaina está en el apartamento y sé que Priscila salió está mañana mientras dormía porque la escuché decir un "hola, Shaina" y no ha vuelto, así que decido que mi idea repentina no es mala cuando salgo de mi habitación y camino directo a la de Shaina a final del pasillo.

—Toc toc —canturreo tocando contra la puerta de madera—. ¿Shaina?

No responde, pero sé que está ahí, no ha salido en todo el día. Toco una vez más.

— ¿Estás bien? —Sin respuesta—. Oye, dime algo o llamaré a tu mamá para que verifique si algo está mal.

Tal vez soy un poco cruel al asumir que su mamá es una amenaza convincente, pero resulta que sí funciona porque escucho pasos, pero la puerta no se abre.

—Estoy bien —Su voz suena rara—. Solo...Quiero descansar.

Hay unos sorbidos y me pregunto si está llorando. Llevo la mano al pomo de la puerta, pero por supuesto que tiene seguro ¿Debería de verdad llamar a su mamá?

— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Shaina?

—No, no, estoy bien. Solo dormiré.

Su voz suena insegura y temblorosa. Presiono mi mano de la madera cómo si pudiese darle consuelo. No entiendo de dónde viene esta empatía, pero me hace sentir extraña escucharla así ¿Qué está mal con ella? ¿Qué le pasa?

—A veces el aire se siente denso y hace pensar que cada respiro corta tus pulmones, pero en algún punto aire fresco entra y te sientes mejor —digo con torpeza—. Si te sientes triste, piensa en cosas positivas.

El Rostro de una MentiraWhere stories live. Discover now