ʙ ʟ ᴀ ɴ ᴋ s ᴘ ᴀ ᴄ ᴇ

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Pensó en todas las posibilidades para adueñarse completamente de él. Desde un principio supo que era un reto, y por eso mismo lo aceptó, porque difícil no era y eso le gustaba.

- Yo llevaba la grabadora justamente para que esto no pasará.

- Pero, con toda la neurona que tienes, ¿por qué grabaste?

- ME CAGO EN TUS PUTOS MUERTOS

Se empezaba a formar una discusión de la que no formaría parte Gustabo, pues estaba ignorando totalmente aquello. Se puso de pie y como si nadie estuviera viendo lo que hacía, se dirigió a sentarse en la silla del escritorio del superintendente, jugando inocentemente con con las cosas que había encima del mueble. Horacio fue el único que notó lo que hacía, y levantando sospechas de lo que trataba de hacer. Le miró con los ojos entrecerrados.

- ¡ES QUE USTED ES SUBNORMAL O QUE!

- ¡Te voy a reventar a porrazos, hijo de la gran puta!

Mientras se liaba, dentro de Gustabo pasaban miles de pensamientos de los cuales la mayoría eran provocados por Conway. Bajó la vista hacía el trasero del mayor y no pudo evitar morderse el labio. Regresó recorriendo toda su fornida y ancha espalda.
Dio un medio giro con la silla y se quedó mirando el estante que tenía detrás de él, al no encontrar nada fascinante, se regresó a su posición. Miraba a los mayores intrigado, analizando cada uno de sus rasgos.

Volkov era blanco, casi como la leche, y por ende, las pequeñas arrugas se asomaban en su rostro se hacían más notorias. Estaba rojo en aquel momento debido al enojo. Su cuerpo era proporcional a su cabeza, no estaba mamado pero tampoco estaba escuálido, tenía uno que otro músculo bien formado. Era demasiado alto.

Conway era lo contrario al comisario Volkov, dejando ver una estatura mediana y unos músculos trabajados por la guerra, su tono de piel era más bien entre tostada y blanca, dándole un toque preciosa a esta. Su semblante está enfurecido, remarcando aún más las líneas de expresión que poseían. A través de las gafas no podías contemplar sus ojos.

Greco, la nueva presa de Gustabo, se meneaba nervioso en su lugar. Su prominente barba brillaba debido al sudor que desprendía. La complexión del comisario Rodríguez se veía agarrotada debido a que estaba tensando todo el cuerpo, todo el musculoso y voluptuoso cuerpo que se cargaba. Gustabo sonrió mientras examinaba al comisario y se lamía hambriento los labios.

- ¡Te voy a empapelar, MALDITO SUCIO DEPRAVADO!

- No, no, no. No Conway, que a este me LO CARGO YO

- Eh, eh, eh. Acepto que la he cagado, pero tampoco soy un degenerado.

Horacio observaba con detenimiento cada gesto que su hermano hacía, como pasaba su mirada por los tres mayores, como saboreaba con ganas a los tres. Fue cuestión de segundos para que el moreno se diera cuenta de lo que tramaba Gustabo, alzando las cejas mientras se recargaba en el respaldo del sofá.

Con que queriendo el poder, ¿no, Gustabo? La mente de Horacio hacía incógnitas a mil por hora, atando de cabos de porque tan extraña actitud de Gustabo, entendiendo finalmente de que iba el chupapollas que tenía por hermano. Rio bajito, pero como si hubiera soltado una carcajada, los tres participantes de la discusión, se voltearon a verlo. Horacio cambió rápidamente su semblante, su postura y fingió estar nervioso. Si el perraco puede jugar, yo también quiero.

La mirada que sus superiores le transmitían y la reacción de Horacio ante ellas, hizo que Gustabo dirigiera también su atención a este, dedicándole una divertida sonrisa. Se giraba en la silla mientras cantaba victoria con los ojos. ¿Victoria de qué? Su hermano le regresó la mirada, estaban discutiendo en silencio.

Solo uno puede entrar a jugar.

Pues que el mejor gane.

- ¿Qué es tan gracioso, Horacio?

La voz del superintendente lo sacó de sus pensamientos, regresando su vista al trío, quién seguía mirándolo atento, en busca de una respuesta a la pregunta realizada. Horacio se removió en su lugar, tratando de expresar que la presencia de aquellos tres le intimidaban.

- No, nada. Se me fue la baba.

Los comisarios y Conway fruncieron el ceño a la par, había algo que estaba pasando y ellos no se estaban enterando. Inconformes de la respuesta escuchada, regresaron a su pelea, está vez, un poco más calmados.

- Greco, ¿sabes que vamos a poner una denuncia, no?

- Pero que solo fue juego.

- Ya, pero juego o no, lo que hiciste no es para dejarlo pasar.

Gustabo escuchó algo de suspención de sueldo y empleo por un mes, regresando a la pelea que él estaba librando con Horacio. La locura en ese momento empezaba a apoderarse de Gustabo, quería actuar por impulso, por instinto. Quería lazarse contra Rodríguez y decirle que, desgraciadamente, estaba dentro del juego. Uno que solo tenía un ganador, uno que se llevaría todo para él solo.

Comenzó a frotarse contra la silla lentamente, sin dejar de retar a Horacio con la mirada, sosteniendo una sonrisa de asqueroso. El movimiento de Gustabo logró capturar la atención del comisario Rodríguez, y pasó de mirarlo de reojo a mirarlo completamente, con una expresión un poco confundida.

- Inspector, ¿se encuentra bien?

Las miradas de Conway y Volkov chocaron contra el cuerpo del menor, quién rápidamente apartó la vista de su hermano y volteó a verlos inocentemente. Asintió lento.

- Solo me estaba acomodando en la silla.

- ¿Qué coño es lo que pasa entre ustedes dos?

Conway no se chupaba el dedo, sabía que algo se traían entre manos, pero no sabía que era exactamente. Intercaló miradas entre los dos menores, quienes también paseaban sus vistas entre ellos. Al jugueteo se les sumaron los comisario en cuanto Gustabo vio la oportunidad de meterlos.

Los ojos de cada uno expresaban cosas distintas que se mezclaban en una sola para llegar a una en común: la confusión. Entre que Gustabo y Horacio pedían a gritos que los mayores los profanaran, estos mismos compartían una neurona y no entendían muy bien de que iba el juego. Pero paciencia era lo que tenía el moreno, podía acechar y acechar hasta que estuviera lista la cena, en cambio el rubio, era las desesperado, lo queria todo al tiro. Esto podía ser un punto a favor de Horacio.

Se levantó en un solo movimiento y se acercó a Gustabo con dos pasos, se inclinó hacia delante, quedando cara a cara, rozándose sus narices, sintiendo el aliento del otro chocar con el mismo. Se miraron a los ojos, detectando quien podría ser capaz de finalizar el juego quedándose con todo. Horacio sonrió ampliamente, Gustabo solo se limitó a alzar un poco las comisuras de los labios. No se movió de su lugar cuando vio que el moreno posaba sus manos en el descansa-brazos, cerrando sus puños sobre estos, acorralando a Gustabo ahí mismo.

- No te la voy a poner fácil, Gustabo.

- ¿Y quién dijo que lo iba a ser?

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄      [Multishipp]Where stories live. Discover now