ᴛ ʜ ᴇ ʜ ᴜ ɴ ᴛ ᴇ ʀ

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Los había citado en el Vanilla, un lugar extrañamente raro si de trabajo estábamos hablando. Pero había escogido aquel club por la historia en la que estaba involucrada. Antes de Volkov le hubiera colgado, había hablando con el dueño del local, el cual le dijo de la manera más amable que se fuera a tomar por culo si no tenía una orden de cateo. Conway había tenido un buen inicio de día, por lo mismo que no decidió pelear por mensaje con el comisario, no quiso hacer una escenita con el dueño, y por el mismo motivo le iba a cerrar a lo grande el local. 

Estaba sentado cerca de la pasarela donde había ocurrido cierto recuerdo que había logrado levantar, en ese momento, a su pequeño amigo, cosa que maldijo en su interior por haberse recordado. 

Se trató de controlar a un más cuando vio a Horacio entrar custodiado por Volkov, con un caminar débil disimulado por una espalda recta. Conway sonrió al ver el menor en tal estado, supo lo que había pasado de inmediato y del porqué el comisario no tomó su llamada. Hizo un gesto con la cabeza que indicaba que eran invitados a tomar asiento en su mesa una vez que ambos estuvieron delante de él. 

— ¿Y bien? ¿Qué era de tanta urgencia que no podía esperar a mañana, Conway? 

El mencionado rio  al escuchar el  tono de voz enojado que utilizaba Volkov, mirándolo retadoramente a los ojos, era el único que no temía ver a Conway directamente a los ojos, el único que no salía descojonado en el intento. Los dos invitados habían tomado asiento delante de él. 

— Perdona, ¿interrumpí algo? 

Dijo entre risas mientras paseaba la mirada de Horacio a Volkov, ocasionando que el primero se sonrojara y el segundo gruñera. El menor no tenía problema con continuar lo que estaban haciendo en otro lugar, tarde o temprano los hubieran descubierto y hubiera sido peor, pero pareciera que el comisario nunca puede saciarse. 

— ¿Para qué nos llamó, super?

Horacio tomó la palabra antes de que Volkov respondiera de una manera agresiva, suavizando completamente el ambiente que traía aquellos dos. 

— No creas que me olvido de lo que hiciste haces unos días en mi apartamento, Volkov. 

Se inclinó un poco hacía delante para tener más de cerca el rostro del comisario, quien no dudó en imitar su acción. Se tenían tan cerca que el mayor de los dos podía tomar ferozmente entre sus labios los del contrario.  Conway rompió con aquella tensión con un bufido y se regresó a su respaldo. El comisario lo  imitó lentamente. 

— Drogaron a Greco el día de ayer. 

Horacio expresó su sorpresa alzando sus cejas mientras abría un poco más de lo normal los ojos, desviando la mirada hacía el único vaso que había en la mesa. Volkov miraba inexpresivo el rostro de sus superior el cual se encontraba completamente relajado y serio, prestando casi nada de atención. 

— ¿Él está bien? ¿Qué pasó?

— Todo parece indicar que entre la demasiada gente que había y que Greco cree que tiene un aguante para el alcohol, algún idiota le puso algo a su tarro. 

Conway tampoco había quitado la vista del comisario, sin embargo, él sí estaba concentrado en lo que decía. La poca falta de participación de parte de Volkov hizo que el superintendente sonriera complaciente para si mismo. 

— ¿Qué pasa, Volkov? ¿No te preocupas por tu compañero? 

— Greco es un idiota, él está bien. 

Apartó la vista rodando los ojos, los dejó sobre la mano que  Horacio tenía sobre la mesa, inconscientemente se relamió  los labios sin quitar la mirada. 

— ¿Y por qué nos llamó aquí y no en comisaria? 

 — Porque justo aquí fue donde dos agentes tuvieron que sacar al comisario a arrastras. Vine a hablar con el dueño del club, pero tal parece que no quiere cooperar. 

Le ponía toda la atención a Horacio y sus preguntas sin alejar ni un solo segundo su mirada del cuerpo de ruso, así como de su rostro. Sus pensamientos eran varios, pues necesitaba estar coherente, pero una que otra idea traicionera aparecía. 

Poséelo. 

— Pero podemos cerrarle el local, ¿no? En tal fuera el caso de que se vea implicado.

Su sonrisa se amplió al oír a Horacio hablar. Volkov seguía sin regresarle la mirada.  

— Podemos, pero nos hace falta más evidencia. 

Domínalo. 

En aquel momento ya luchaba por mantenerse lucido, por no dejar que su otro lado saliera a plena luz del día. Él no era como su comisario, él si tenía que demostrar algo, sería en la cama, no en los baños públicos donde todos escucharan. Una pequeña vena saltó en el cuello de Conway, este acto hizo que Volkov regresara sus ojos hacía él, pero no a sus ojos, sino a su mismo cuello. 

Horacio pareciera que no se enteraba de nada, sin embargo, había notado cada movimiento de aquellos dos, cada mirada, cada palabra que se habían dicho la había grabado en su cabeza. De alguna manera le ponía que lucharan por ver quien era el más alfa  en la situación. 

— ¿Y cómo vamos a proceder? 

Cázalo. 

— Con el testimonio que le han tomado a Rodriguez, más la información que tengo acerca de este lugar. 

Fóllatelo. 

Volkov ya había subido su mirada para conectar con la de Conway, y en la de ambos, se notaba la  competencia por ver quien llevaba el control, quién cedía primero ante los deseos carnales del otro, quién era más sumiso ante el otro, quién iba a embestir a quién. 

Y el menor no pudo contener la sonrisa que estos provocaban en él, la sonrisa que se borró en cuanto vio a Gustabo entrar por el mismo espacio por el cual habían llegado ellos. ¿Por qué lo habían citado después?

— ¿Qué pasaaa, familia? 

Los restantes dirigieron su mirada al recién llegado, ambos con unos ojos un poco molestos por haberlos interrumpido en su estúpido juego de demostrara quién eran más. Gustabo les dedicó una inocente sonrisa y tomó asiento en la última silla restante, la cual era entre Conway y Volkov. 

— Veo que interrumpí algo. 

Finalizó con una pequeña risa la cual fue callada de golpe por una mirada fortuita de Horacio, diciéndole a través de esta que no hiciera ningún tipo de comentario al respecto, que por su bien, cerrara el culo solo por un momento. Gustabo entendió y no hizo más comentario al respecto. Se limitó a mirar la tensa quijada de Conway. 

— Bien. Gustabo, drogaron al comisario Rodriguez y tenemos que dar con quién. Mis sospechas empiezan por el personal de este lugar. 

El mencionado tragó saliva decidido a responderle. Hoy se sentía más pasivo de lo normal y no entendía porqué. Tenía la vista fija de los tres restantes sobre él, lo cual lo puso a un más nervioso, se acomodó discretamente en su asiento. 

— Hombre, sus sospechas muy complicadas, eh. 

 — ¿Con quién quieres empezar, Gustabín? 

Dijo el intendente mientras le pasaba una lista de los trabajadores del club, sacada de la oficinal del dueño  sin que este lo supiera. El menor tomó nervioso la hoja. ¿Qué me está pasando? La leyó deteniéndose en cada nombre, pasando de largo los apellidos. De la nada, su mano con la que sostenía la hoja, empezó a temblar, las miradas penetrantes de los hombres atravesaban su cuerpo. Cada uno lo miraba a su manera. 

— Stefano suena de puto, con él.

— Bien, mañana a primera hora os quiero a los tres en el área de interrogatorios a las cuatro.

Conway apartó la mirada de Gustabo y la fijó en el comisario, Horacio le siguió con los ojos, estos miraban los que miraban a Volkov. El rubio se limitó a alzar una ceja confundido. 

— Y a ti te quiero una hora antes. 

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄      [Multishipp]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt