— No sé a qué se refiere.

El superintendente soltó una risa cínica, la misma que el comisario conocía cuando le vacilaban y querían tomarle el pelo. Oh, cuando le vacilaban y querían tomarle el pelo.

— Mira, yo no vengo a perder el tiempo, es lo último que tengo.

Volkov asintió fingiendo que entendía, y es que lo hacía, sabía que hacía ahí, sabía que iba a hacer a Conway y viceversa, sabía porque. Pero no iba a demostrarlo, fingiria demencia si hiciera falta.

— Así que en resumidas cuentas, voy a hacerte pagar por lo que hiciste el otro día.

El menor no mostró ningún rasgo de debilidad en ningún momento. Tragó saliva discretamente y apartó ligeramente la vista de Conway, mirándolo aún de reojo, nervioso.

— Pero... Que yo no hice nada.

— Ceder ante alguien cuando yo no te he dado permiso, eso hiciste.

— Joder Conway, ¿va a regresar con sus jueguitos?

— Tú estuviste de acuerdo.

Volkov, en un arranque de calentura, le había dicho que sí a Conway, que sí aceptaba sus términos y condiciones, que sí tenía todo el derecho de mandarle y que sí cedía todas las veces que el mayor quisiera. Pero no creyó que aquello fuera de largo.
Tal vez no debió de concederle todo el control aquella vez a Conway.

Por otra parte, estaba hablando totalmente en serio, quería que Volkov se sometiera ante él, e iba a conseguirlo le costara lo que le costara. Iba a hacer que también cayera, y entonces tendría a sus tres cachorros pidiendo por más, suplicando que los penetrara cada vez que estuvieran calientes.

Conway no había terminado de conocer a Volkov en esa situación, y no iba a dejarse dominar tan fácil, por no él.

— Ya, pero pensé que solo era de una noche.

El mayor soltó una breve carcajada. Volviendo su mirada a su rostro, le sonrió con picardía.

— Probablemente sí, pero ahora se renueva el contrato. ¿Aceptas?

Conway se había acercado peligrosamente al cuello de Volkov, empezando a besar y saborear la piel blanca que el comisario poseía. No dejó de sonreír ante las acciones realizadas.

— Pero bajo mis términos y condiciones.

Se detuvo un momento, pero no se alejó de la zona, miró como los vellos del cuello se me erizaban. Volkov no temblaba bajo el caliente tacto de su superior, y este lo notó de inmedio. Fue entonces que supo que no iba hacer fácil dominarlo.

— Te escucho.

Y retomó los movimientos que hacía con la lengua en la piel del contrario, mordiendo poco a poco, haciendo chupetones mientras que una de sus manos se posaba lentamente sobre su muslo, queriendo adentrarse más allá. Volkov entendió de inmediato que si no habla ahora, terminaría bajo el régimen de Conway.

— También quiero el control.

Se escuchó un pequeño ruido proveniente de la garganta del mayor que no supo distinguir si era una risa sarcástica o un gruñido. Miró discretamente de reojo a su superior que estaba bien sumergido en su cuello y volvió desinteresado hacía en frente.

El intendente estaba empezando a notar que sea estaba poniendo difícil, y que un simple respiro en la nuca no iba a calentarlo. Trató de decirle que hiciera memoria con su cuerpo al removerse incómodo sobre su lugar. Conway recibió el mensaje de inmediato y se apartó solo una corta distancia.

— Así que, el control.

— Sí. ¿Es tan difícil para usted siendo el alfa superior?

Ahí estaba de nuevo, Volkov retando al líder de la manada para reemplazarlo, algo que le excitaba en cuanto lo percibía. Se levantó lentamente y se dirigió a su silla detrás de su escritorio, no volteó a ver al comisario en ningún momento, sabía que lo miraba, que miraba sus caderas, su espalda, su culo.

Se sentó de piernas abiertas en la silla y tomó de su escritorio otro cigarrillo, el cual prendió rápidamente. Dio una calada y volteó su vista al hombre que aún seguía sentado en el sofá.

— Venga, va. Acepto, ¿algo más?

— Sí.

Conway alzó las cejas en forma de que esperaba una respuesta mientras inhalaba nuevamente del cigarro, dio un par de toquecitos sobre el ceniceros, dejando caer dicho polvo.

— Quiero que deje de tratarme como una puta.

Nuevamente se escuchó una risa de parte del superior, parecía estar de buen humor aquella madrugada. Sin embargo, tampoco iba a ceder tan sencillo.

— Pero eso eres, Volkov. Una puta rusa. Eso son lo que sois, unas putas baratas. Las mías.

Pero Volkov no se presentó molesto ante lo dicho por el mayor, iba a contarselas para regresarselas.
Conway se levantó pesadamente de su silla y se dirigió al comisario, quién se había puesto de pie y estaba en medio de la sala. Levantó un poco su cabeza, mirándolo a los ojos, Volkov bajó un poco la vista, conectando con las pupilas del contrario. El intendente soltó el humo restante lentamente en la cara del comisario, el cual ni se movió ni tosió, solo lo siguió mirando a los ojos.

— Entonces, que le quede claro que no soy cualquier puta.

Bajó su mano hasta la entrepierna de Conway, quién ya se encontraba dura desde hace un buen rato, apretó fuerte, dejando solo escapar un breve gruñido. Volkov sonrió.

Pasó su otra mano al hombro de su superior y lo empujó hasta la pared del lado de la puerta, azotandolo contra ella. Se acercó a su rostro y quitó el cigarro de la boca del otro. Las miradas chocaron un momento y luego los labios del menor fueron a dar en el cuello del contrario. Fue desfajando al superintendente rápidamente, así como fue desabotonando de igual manera su camisa, pero en el intento terminó rompiéndola.

— Eres un...

— Shh, que le sobra la pasta.

Siguió bajando su boca por todo su pecho que extrañamente aún se encontraba marcado. Siguió el camino que sus vellos oscuros que daban a un lugar más recóndito. Se puso de rodillas y miró hacía arriba en busca de rechazo ante el tacto con el cinturón y el pantalón, los cuales desparecieron en un santiamén.

Conway se encontraba totalmente desnudo con los pantalones arremangados sobre sus tobillos, dejado ver una maravillosa erección lista para ser succionada y masturbada por el ruso, el cual relamió deseoso sus labios en cuanto la vio. No pudo contener una sonrisa.

No lo pensó dos veces y junto la punta del contrario con su lengua, realizando movimientos jodidamente exquisitos, haciendo que Conway soltará uno que otro gruñido por no decir gemido. Había tomado entre su gran mano el tronco del miembro de su superior para comenzar a masturbar lo tranquilamente mientras saboreaba el comienzo.

El mayor no pudo resistirse en tomar entre sus manos el cabello liso del ruso y tirar un poco de él, en señal de que lo estaba haciendo más que bien. Transmitiendole que no para en un buen rato.

Pero mucho había durado su encuentro, pues ninguno de los dos se había percatado de que estaban a cinco minutos de dar las cuatro, y que justamente, aquella madrugada, Gustabo y Horacio habían dedicido llegar temprano, justamente esa madrugada.

Volkov chupó hasta donde le permitió el mayor, jugó con su piel hasta donde le indicó y tomó posesión de él hasta donde se dejó Conway, demostrando que también tenía sus puntos débiles y las mamadas de Volkov eran una de ellas, por no mencionar en sí que el comisario lo era.

Conway había subido sus pantalones sin haberse corrido, Volkov apenas mostraba inicios de haberse excitado cuando aquel par entró al despacho con un aire molesto.
Volkov, antes de que dirigirse a los chicos, le guiñó el ojo al mayor, indicándole de que no iba a ser la última vez. De qué el dichoso castigo de Conway iba a convertirse en otra cosa.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄      [Multishipp]Where stories live. Discover now