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"Tratos con el diablo"

Eran las siete treinta de la noche y ya las luces estaban dándole vida a la ciudad. Me gustaba esto de caminar hasta los sitios, me ayudaba a alejar mi mente por un momento de la ansiedad en la que constantemente me veía envuelta. El clima estaba verdaderamente frío, dejándome saber que el otoño estaba a la vuelta de la esquina. Sin darme cuenta ya estaba frente a la puerta del pequeño café y con necesidad de calentarme un poco entré al local y me senté en la pequeña mesa junto al ventanal.

No me sentía temerosa, siento que esa no sería la palabra apropiada para esta situación, sin embargo sentía una gran incertidumbre por todas las cosas que estaban pasando. Y usualmente esa clase de sentimientos confusos me arrastraban a la situación en la que me encontraba, es decir, mis adicciones. Cada vez que me sentía confundida o dudosa, sentía muy dentro de mi la necesidad de consumir algo que disipara esos sentimientos. Porque aveces lo mejor para mí era no sentir.

-Katerina- dijo el causante de esta incertidumbre. Ahí estaba Mikhail. Demasiado elegante para ser verdad y con su rostro adornado por su distintivo semblante serio. Mis ojos no se apartaban de él ni por un segundo, era como un imán que me atraía a él, aunque no de la manera que me hubiese gustado.

-Petrov- mi semblante permanecía inexpresivo-¿Que es tan importante que no puedo esperar hasta mañana? Porque debe ser de suma importancia para hacerme salir de mi casa un domingo en la noche - dije con notable molestia.

-Y es de suma importancia Katerina- dijo mientras tomaba asiento frente a mí. Gracias a su gran altura cuando se intentó sentar la mesa tambaleó un poco. No podía negar que la escena me había causado un poco de gracia pero no le daría el gusto de saber eso- También debo disculparme por la tardanza, he tenido algunos problemas en casa.

-Раздражает жену?(¿esposa molesta?)- dije con tono burlón mientras fruncía el ceño y apoyaba mi espalda en la silla. Mikhail ignoró mi pregunta por completo, pero pude notar que se tensó un poco ante la misma. Bingo, ya encontré un punto débil de Mikhail Petrov.

El susodicho llamó al mesero, que no se encontraba tan lejos de la mesa, y este se acercó a nosotros con una gran sonrisa para ser un domingo en la noche.

-Buenas noches, bienvenidos sean- dijo el joven mesero con tono alegre- ¿Que desean ordenar?

-Buenas noches- dijo Mikhail enderezándose en su asiento- Me gustaría ordenar un Pumpkin Spice chocolate, y la señorita querrá...- Mikhail me miró indicándome que ordenara algo.

-Yo quiero un Latte Macchiato grande y una botella de agua por favor- dije brindándole una pequeña sonrisa al mesero. Él me devolvió la sonrisa y asintió con la cabeza para retirarse a hacer nuestras bebidas.

-¿De qué hablábamos? Oh ¡Ya recuerdo!- dije con sonrisa inocente- Llegaste tarde por tu esposa- Mikhail rodó los ojos y volteó su mirada al ventanal que estaba justo a nuestro lado.

-Primero, eso no tiene ninguna relevancia o relación con el motivo por el que te cité aquí- dijo volteando para mirarme de manera profunda con esos ojos grises.

-Entonces ¿Por qué me citaste aquí?- dije con un notable tono curioso.

En ese momento que parecía que finalmente saldría de toda incertidumbre con Mikhail, llega el mesero con su pequeña bandeja y nuestras órdenes. Las pone todas en medio de nosotros y se retira pero no sin antes decir que disfrutemos nuestras bebidas.

Yo me adelanté y tomé un pequeño sorbo del delicioso Latte para luego darme un sorbo de agua. Era una extraña manía que tenía desde mis días de infante.

New York nightsWhere stories live. Discover now