Capítulo 9, Temporada 1

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—Gracias—susurro.

— ¿Puedo pedirle una última cosa?—le sonrió.

—Puede—afirmo decidido.

— ¿Podría darme un abrazo, por favor?

—Lo siento, no se me permite tocarla sin la autorización del amo—le respondió de verdad apenado por no poder concederle tan razonable petición.

—Entiendo—suspiro resignada, no quería traerle problemas a su único amigo—En ese caso, ¿podría buscar el edredón de mi cama y arroparme con el?

—Por supuesto—contesto diligente.

Le cubrió la espalda con la colcha y rodeándola con los brazos la abrigo por completo con ella.

—No se mueva—dijo cuándo sentía que sus brazos la abandonaban—Solo un momento, permanezca así, por favor.

Sentir el calor de otro humano, aunque fuera con gruesas telas interponiéndose la hizo sentir segura.

La tarde paso volando, Dafne pidió una pasta penne y el Amo le indico a Sergio que llevara el carrito hasta la puerta y que allí lo esperara. Sergio al ver a su amo, noto que la usual expresión seria y neutral, había sido sustituida por una más sombría, enojosa e irritada. Él que ya lo conocía por haber trabajado tantos años, supo que había hecho para que estuviera molesto.

—Señor, debo admitir que la falta ha sido solo mía por no manejar la situación con el debido profesionalismo. Le aseguro que no se repetirá, puede usted confía...—su expresión severa lo dijo todo antes de que hablara siquiera.

—Silencio y retírate. No te solicitare para que nos sirvas los alimentos—sabiendo que no era buena idea replicar, se fue.

El amo entro arrastrando el carrito para encontrarse a Dafne como siempre de rodillas con su pelo cayendo por detrás de los hombros, la piel luminosa y los labios húmedos. Perfecta, como la primera vez que la vio. Pero algo había cambiado, cuando la vio por primera vez fue como una cuenta en blanco, le emociono saber que con una cantidad dentro de sus posibilidades podría disponer de todo lo que veía, de todo lo que ella era, no había aun tomado nada de ella ni le había dado nada de él, pero ahora se sentía timado, los esfuerzos que pensaba, en principio, imprimir en este asunto se habían multiplicado y los beneficios que pensaba tomar no eran una quinta parte de los que pretendía, lo hacía así adrede. Modifico sus planes para en vez de gratificación inmediata obtener algo que pensó más valioso, el respeto y la confianza. La compro sin entrenamiento alguno para hacerla suya. Y Dios sabía que había sido paciente:

—Buenos días, mi amo.

Pero los tan deseados frutos no afloraban, tantas contemplaciones para hacerla sentir a salvo y ella se encontraba más a gusto en los brazos de su subordinado. Eso lo enfurecía, la tomo de la barbilla en un gesto brusco, ella no pudo evitar verle a los ojos por el sobresalto.

—Ya estamos comenzando con mal pie—su mal humor lo hacía intolerante—Quizás sientes el trasero ya muy sano y quieras que te lo caliente—la amenazo intimidando con la mirada, la mano le ardía, quería propinarle una bofetada para que su mejilla ardiera también.

—¡¡No!!—se apresuró a decir viendo su violento impulso. Tomando su mano entre las suyas, le deposito un beso en la palma—No ha sido mi intención, Amo—acariciando la palma con los dedos y posteriormente frotándola con la propia mejilla—Fue un error, no lo quería desobedecer— ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo se enteró de que su mano ardía? ¿Cómo fue directo a calmarla? ¿Cómo pudo tener un efecto tan tranquilizador? Él dudaba sobre si se habría expresado en voz alta.

—Ve a poner la mesa—le ordeno a los que ella obedeció en el acto, agradecida de que se olvidara de la idea de castigarla.

Se sentó en su silla y le observo hacer, viéndola gesticular no recordó por que se sentía tan enojado. Comieron en silencio, ella consciente de la inesperada irritabilidad de su amo no hizo comentario alguno. Eso lo incomodo, con Sergio deseaba conversar y con él no, pensó en exigirle una explicación pero aun no sabía bien que le iba a reprochar. Recordó como ella había pedido un abrazo y hallado la forma de recibirlo sin romper ninguna regla. Deseaba que ella tuviera el deseo de abrazarle, e ingeniándoselas para romper las barreras lo consiguiera.

Los celos era una emoción indigna e inútil, eran para los débiles e inseguros, y él ya no sería así nunca más.


Hola, mis Pequeñas Inmortales!!! Como estan? 

Que les parece Sergio? Ustedes creen que en verdad cumpliria su promesa? 

Si les ha conmovido aunque fuese un poquito ese abrazo indirecto, regalenle una estrellita a este cap.

Buenas noches y hasta mañana. 

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now