9 (I) | Los borrachos son difíciles de matar

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Advertencia de contenido: Una o varias personas pueden llegar a conocer a su creador durante este capítulo.

Este capítulo es largo, así que lo he dividido en dos. Enjoy! ♥


La imaginación es un juego peligroso porque me lleva a pensar en todas las vidas que podría haber vivido si mi destino no se hubiera cruzado con el de Vieri De Luca. Me incita a soñar, a pensar en qué tipo de persona habría sido. Odio siquiera la idea de saber que tal vez he podido tener un destino muy diferente, uno sin las manos manchadas de sangre. Y, aún así, debo ser sincera conmigo misma: sé que no puedo reconstruir una vida en base a los recuerdos de una niña de seis años.

Porque es difícil imaginar a mi madre como otra persona que no fuera esa mujer que los domingos se recogía el pelo, se ponía un delantal de flores y cocinaba para toda la familia por el simple placer de reunirnos a todos en el jardín y disfrutar de una tarde bajo el sol, pero sé que ella era mucho más que eso, aunque yo no lo recuerde.

Ni siquiera soy capaz de imaginarle a él, a mi padre, cuando intento ver la persona que realmente era, el conjunto y no la imagen que proyectaba en su familia. ¿Cómo puedo verle de otro modo que no fuera ese hombre que me cargaba sobre sus hombros por el jardín mientras corría y reíamos a carcajadas como si el mundo nunca se fuera a acabar?

Es aún más complicado imaginar que mi hermano habría crecido para convertirse en un hombre como él. Un hombre que, aún con las manos manchadas de sangre, adoraba a sus hijos y a su mujer y los trataba como si fueran el mayor de sus tesoros.

Y es casi imposible recordar a mi hermana más allá de pequeños actos, pequeñas sonrisas y un mote cariñoso.

¿Cómo puedo reconstruir una vida en base a eso? ¿Cómo puedo imaginar de qué forma habría terminado todo en base a pequeñas piezas de un puzle que nunca va a estar completo? Es, sencillamente, imposible. Y, aún así, a veces lo intento, aunque todavía no comprendo porqué me empeño en torturarme de ese modo.

Mi padre no era un buen hombre. Sí lo era con nosotros, por supuesto, pero lo imagino como una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, un hombre que mostraba una identidad con nosotros pero que con los demás era poseído por otra persona, una que en su interior ocultaba una oscuridad sin fin. ¿Cuántas muertes podría haber cargado sobre sus hombros si viviera hoy? ¿Cuántas habría ordenado ya el día en que él mismo murió? ¿Cuántos negocios habría arruinado? ¿Cuántas vidas destrozado? Ni siquiera me he parado a pensarlo.

Él, al igual que mi madre, creció en la mafia. Se crió en un entorno hostil. Imagino que tampoco tendría alguna opción, al igual que yo, al igual que mi madre, mi abuela y todas las personas que nacemos en este infierno.

No existe una salida, solo un camino hacia adelante con demasiadas bifurcaciones.

Pero sí hay algo que me gusta hacer a menudo, tal vez como un ejercicio de castración emocional, y es pensar en lo que habría sido de la vida de mi familia si no se hubiera cruzado con la de Vieri. Si ese hombre maldito y corrupto, aún más que mi padre, no hubiera decidido que la vida de mi padre no era digna de ser vivida. Si aquella tarde de un mes que ni siquiera soy capaz de recordar, no se hubiera presentado allí, con Mamba de la mano y hubiera levantado el arma y encañonado a mis padres y a mi hermano.

Es duro que el último recuerdo de la persona a la que más amabas sea su rostro contorsionado por el dolor, las lágrimas cayéndole por las mejillas mientras te pide una y otra vez que lo perdones. Que lo perdones porque sabe que te ha destrozado la vida. Porque sabe que ahí termina todo, que no ha podido ser el padre que quería, el marido que su mujer merecía, el hermano que siempre había soñado. Que el mundo se iba a terminar en el mismo instante en el que Vieri apretara el gatillo.

Fantasma [+18] - Dark romance seriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora