capitulo: 2

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Katsuki por un momento se había quedado en las nubes, él sabía que tenía una suerte del asco, pero esto ya era el colmo.

-oye, rubia, ¿no me dejaras entrar? - dijo de manera divertida el pelinegro quien buscaba provocar al menor.

Bakugo regreso a la tierra dándole una mirada de reproche "un momento ¿rubia?" Penso el cenizo - no me llames rubia, idiota - penso en darle un golpe en la cara a su futuro inquilino pero recordó las palabras de su sensei "duraras una semana sin ver clases si inicias un conflicto" suspiró, no quería que le castigara como la ultima vez, eso fue un calvario muy grande - entra - y le permitió el paso a su cuarto.

-valla, pero que amable, la última vez que nos encontramos eras muy distinto, eras como una especie de perro rabioso - el azabache se colocó una mano en la barbilla haciendo una mueca interrogativa - no será... ¿¡que ya te domesticaron!? - soltó una risotada causando que el más bajo explotara.

-¡¡con una mierda!! - Bakugo se acercó a Shindo y le tomo por el cuello de la camisa; su paciencia era mínima o podría decirse nula - ¡no sé qué te creas tú! ¡maldito bastardo! ¡te matare! - le iba a dar un puñetazo, pero se detuvo al ver que el contrario alzaba las manos en acción de paz.

-ok, ok, ya entendí, no te diré más esos apodos cariñosos y haré lo más posible en no ofenderte - sonrió con falsedad - ¿ahora me sueltas? - tomo la mano que lo tenía sujetando la tela de su cuello y la quito bruscamente de ese lugar - me vas a estirar la camisa.

-idiota - bufo en respuesta el cenizo y se apartó del camino de Shindo.

Cuando ya estuvo el camino despejado para el mayor, se pudo fijar de cómo era la habitación. Todo estaba extremadamente limpio, había un olor inusual a caramelo, las repisas estaban acomodadas en sección de libros, video juegos, pinturas y lápices de colores; había algunos instrumentos en sus estuches, para lo que sería un violín y una guitarra, además de unas raquetas que indicaba que tocaba la batería. Las paredes eran blancas y las cortinas eran de colores verdes y azules agua; al igual que la cama, que era con sábanas y almohadas de similar color.

-admito que no me esperaba para nada un cuarto así - dijo Shindo, recorriendo la habitación de un extremo al otro con la visita - me imaginaba tu cuarto todo sucio, desordenado, con calaveras y grafiti en las paredes, pero esto es muy relajante - agarro una bocanada de aire - y huele a caramelo.

-cállate bastardo, y acomoda tus cosas - ordeno el cenizo mientras se acostaba en su cama.

-oye, dime, ¿Qué es lo que no sabes hacer?, porque por lo que veo, pintas, tocas instrumentos, eres bueno en tus actividades académicas... - fue interrumpido.

- ¡lo que no puedo hacer es que te calles!, ¡asique hazme el favor y guarda silencio! - respondió de manera cortante para luego girarse y darle la espalda al sujeto que yacía a pocos metros de el.

-jah, claro que puedes, si me das un beso te prometo que no digo nada - se acercó al cenizo el cual volteaba lentamente dándole una expresión colérica - solo bromeaba - sonrió.

-hijo de - dio de nuevo un suspiro, siendo este más pensado - solo no me molestes, ¿quieres?, vamos a dejar las cosas en claro, no me caes bien y asumo a que yo tampoco soy de tu agrado - recibió una acción afirmativa del parte del contrario - asique tendremos reglas para llevar estas putas semanas en un ambiente de paz fingida, y cuando termine todo esto te aseguro de que más nunca nos volveremos a ver.

-¿ah? Pero, ¿ni siquiera nos veremos para tomar un cafécito? - dijo de manera burlona.

- ¡solo! - dejo su mano en el entrecejo buscando calmarse - solo sigue las indicaciones que te voy a dar, este es mi cuarto y yo pongo las reglas, ¿entendiste?

"deja de mirarme idiota" [ Shindobaku ]Where stories live. Discover now