7 | Moviendo ficha

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Encima del libro, la cadena y el diminuto pin meto lo que importa poco: la ropa de calle y mi pasaporte. Todo lo demás está en un lugar seguro. Conmigo solo cargo lo justo para que no me relacionen con alguien peligroso. Aún así, saco mi pistola de debajo de la cama y la guardo también. Esta vez, en mi mochila, cerca de mí, como si tuviera que usarla.

Lo cierto es que todavía puedo tener que usarla. A estas alturas, el objetivo de Schrödinger puede haberme localizado y simplemente está esperando a que salga de mi apartamento para freírme a balazos.

Algo que el viejo de Vieri se encargó de inculcarme a palos es que un Fantasma siempre tiene que estar preparado para matar, pero también para morir.

Miro a mi alrededor: Me gustaba este apartamento. Aunque es pequeño, es luminoso y está en una zona relativamente tranquila, a pesar del vecino fiestero. Además, hay una cafetería a dos calles de aquí que tiene unas tartas que me han hecho gemir en público más de una vez.

El segundo piso franco es una mierda. Es más pequeño, mucho más antiguo y está en un tercer piso sin ascensor. Por lo que me ha contado Pantera, está en un barrio de mala muerte, el portal huele a meado de borracho —ya podría oler, al menos, a meado de perro— y los vecinos se pasan el día gritándose los unos a los otros.

Suspiro. Sé que a Pantera no le va a hacer ni puta gracia que me mude otra vez pero, más allá de Vivi, ambos sabemos que tengo una excusa bastante plausible: No tengo ni una sola garantía de que el puñetero objetivo no me haya seguido hasta aquí. Fui lo suficientemente idiota como para no tomar desvíos o esconderme en uno de los muchos locales que tenemos habilitados para estas situaciones. Estaba tan harta, tan cansada de todo, que simplemente volví a casa, me cerré la herida y me quedé dormida.

No es que sea muy preocupante que me encuentren. Lo único que podrán sacarme serán un par de maldiciones, pero no me apetece pelearme y mucho menos que me torturen.

Puede que me esté tirando a un sádico y que tenga una tolerancia bastante alta al dolor, pero tampoco soy idiota.

Creo.

De acuerdo, sí que soy idiota. Si hubiera usado las pocas neuronas que me quedan, no habría dejado que Vivi supiera mi dirección y me habría conformado con vernos en otros lugares.

Cierro la maleta y la dejo sobre el sofá. Miro mi teléfono, el mismo que voy a tener que tirar a la basura en cuanto haga la última llamada a Vivi, y tengo que luchar contra el instinto de saltarme esa llamada e ir a verla directamente.

Tomo una fuerte bocanada de aire y decido llamarla de una vez, porque sé que, cuanto más tarde en hacerlo, más difícil me va a resultar decirle adiós.

En cuanto marco, me doy cuenta de que no tiene señal.

«Lo sentimos, el número marcado no existe» dice una voz mecánica al otro lado de la línea.

Una sensación de vacío me aprisiona el pecho y me quedo completamente paralizada. Me obligo a separarme del móvil, mirando la pantalla como si fuese un objeto extraño. Tardo unos segundos en procesar la información y entender que Pantera me ha engañado. Él ya ha movido ficha.

 Él ya ha movido ficha

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Fantasma [+18] - Dark romance seriesWhere stories live. Discover now