Day 3: Vodka [+18]

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Después de que Horacio estuviera insistiendo por semanas, finalmente accedió a ir al Tequila-lala. Realmente no le agradaban esos lugares tan oscuros, con la música alta, llenos de desconocidos, siendo la mayoría de estos maleantes conocidos. Prefería estar en casa, prepararse una buena copa él mismo y beberla, pero el hombre que "no era su novio" era todo lo contrario. A Horacio le gustaba la fiesta, la música, el baile; la juerga. Parecía que realmente le hacía ilusión irse de fiesta con él, pensó el día en el que finalmente que accedió.

El bar cumplía con todas sus expectativas; de cierta forma, era aburrido estar allí. No podía terminar de relajarse viendo a tantas caras de delincuentes entrar y salir como si nada. Vamos, Volkov, no estamos de servicio, le dijo Horacio. Pidió vodka, como siempre, esperando a que el alcohol le ayudase a desinhibirse. Como siempre, el alcohol no hizo su trabajo sino hasta que se acercó a las dos cifras. Veía a Horacio bailar, tan feliz y emborrachado, en medio de la pista, saludándole, ignorando a toda persona que se le acercase para bailar con él. Le hacía gracia y le parecía algo tierno.

Así pasaron varias horas hasta que, finalmente, el cresta logró sacar a la pista de baile al ruso. Estaba repleto de gente, realmente no había espacio para moverse, lo cual Horacio aprovechó para apegársele más. De haber estado sobrio, pensó, no habría permitido aquella situación; era demasiado peligroso que le viesen tan cercano con otra persona, siendo él comisario, cualquiera que se le acercase podría volverse un blanco para las mafias o bandidos comunes. Horacio le abrazó por el cuello, juguetón, mientras bailaba. No podía rechazarlo, alejarlo para que nadie les viese, no había espacio para ello, y aunque hubiese podido, realmente no quería hacerlo.

La fiesta terminó entrada la madrugada, no había almas por las calles, tan solo un grupo de borrachos que se dispersaba por la ciudad, buscando volver a casa o algún sitio donde pasar la noche. ¿Cuántas veces le había tocado detener a borrachos como esos? ¿Cómo es que se había vuelto uno de ellos? Soltó una carcajada mientras caminaban tambaleantes por las calles.

—¿Qué? —dijo Horacio. —¿Te la has pasado bien?

—Pues la verdad es que sí.

Se largaron a reír sin ninguna razón aparente.

—Bastante bien... —agregó.

Guardaron silencio y siguieron avanzando. Con suavidad, Horacio le cogió de la mano. El comisario le miró desconcertado, pero no se apartó. Caminaron así por varias cuadras más, tomados de la mano y en completo silencio.

—Volkov... —se detuvo en seco, con los ojos llorosos. —Tengo miedo... Ser poli... —se enjuagó el rostro con la manga de su chaqueta. —Ser poli...

De haber estado sobrio, y de haber sido otra persona, seguramente habría respondido con que aquel era el camino que había elegido, que nadie le obligó a ser policía, pero no lo hizo. En cambio se acercó al cresta y, sin decir nada, le abrazó. Por primera vez sentía que compartía algo con alguien más, y es que él también estaba comenzando a sentir cierto miedo, pero no por él mismo, sino por Horacio. No quería que les viesen demasiado juntos, no quería que Horacio se volviese un blanco para las mafias. Los malos iban por los polis novatos, estaba más que claro. Le abrazó con más fuerza, rodeándole con una mano la cintura y, con la otra, acariciándole la nuca.

Se quedaron así por varios minutos. Se estaba a gustísimo así. Podía sentir el calor, el aroma de Horacio. Dejó caer un pequeño beso en su cuello. Otro más. Otro, otro y otro. Le lamió el lóbulo de la oreja. Le besó la mejilla. Volvió al cuello. Sintió cómo un pequeño temblor recorría el cuerpo del cresta. Le miró a los ojos y le besó. El calor de su boca, la respiración que comenzaba a agitarse. Horacio se apegó a su cuerpo, dejándole sentir el bulto que comenzaba a tomar forma entre sus piernas. Se apartó un poco para mirarle el rostro. Los ojos del cresta revelaban su excitación, así como el rubor de sus mejillas que no era el de la borrachera o el gesto de lamerse los labios para luego morderlos.

Oneshots VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora