Day 2: "Un año", Sebastián Yatra & Reik

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El camino era de tierra, cercado con vallas de maderas, árboles enormes, arbustos y zarzamoras. Eran las primeras vacaciones que tomaba después de mucho tiempo y, por cuestiones del destino, terminó tomando la opción menos probable e interesante para él: una finca en la rusia rural. ¿Qué tenía que ver con él, un hombre de fiestas y bailes, una finca en Rusia? Pues nada, pero justamente por lo distinto que era de él se decantó por esa opción. Un par de semanas allí, en un lugar donde se puede respirar paz, un aire completamente distinto, le sentaría bien, dijo Conway.

Mientras iba en la van, podía ver a los pequeños agricultores que vivían por la zona, algunos con tierras más extensas que otros, pero todos iguales. Todos con sus tractores. Todos con sus casitas, por cierto, bellísimas, de madera. Todos con sus animales. Todos con sus cultivos. Aún no llevaba ni un solo día allí, pero la paz del lugar comenzaba a agobiarle.

Los primeros días fueron los más interesantes. Era el único huésped de la finca, además de un matrimonio en luna de miel. Tenía todo el complejo para sí. Podía ocupar la piscina el tiempo que quisiera, al igual que el comedor o cualquier espacio común. En el pack de turismo que compró había actividades, pero la monotonía del lugar no permitía que tan distinta una de la otra... o quizás era el sentimiento que tenía sobre el lugar. Un mañana, como las hay pocas, despertó innecesariamente temprano. No podía seguir durmiendo ni tenía ánimos de quedarse en cama ni en su habitación. Se vistió con ropa ligera y salió a caminar.

Recorrió el extenso patio, sintió el olor suave y cálido de la primavera. Comenzó a vagar por el recinto hasta que, finalmente, entró en las zonas de cultivo. No se topó con nadie que se lo impidiese, por lo que siguió caminando. Pasó por la cerca de arbustos, por las zarzamoras, por los árboles, hasta que la valla apareció. Podía ver las casitas de los campesinos a sus anchas, tan solo separándoles las vallas y el camino de tierra en medio.

El sol estaba fuertísimo para ser primavera. Se paró a la sobra de uno de los inmensos árboles y, apoyado en la valla, observó a un campesino que trabajaba. Sentado en su tractor, apañándose con un sombrero viejo que le tapaba el sol, recorría el campo hacia un lado y después al otro. Estuvo así, varios minutos, observándole en completo silencio. De un lado a otro, como quien mira la pelota en un partido de tenis. Pese a lo simple de la actividad, le tenía embobado observando.

El campesino se detuvo, bajó del tractor y se acercó a la valla. Se quitó el sombrero y cogió una botella de agua. Era blanquísimo, incluso su cabello parecía blanco, como si estuviera hecho de nieve, pensó. El hombre notó que le observaba. Levantó una mano en señal de saludo y él respondió. Tampoco era feo, en absoluto. Una lástima que no pudiesen hablar el mismo idioma, pensó.

El segundo día fue exactamente igual. Observarle por varios minutos, el campesino bebiendo agua, un saludo cordial y nada más. El siguiente día lo mismo, y al próximo también, lo único que variaba era la cantidad de trigo que falta por recoger con el tractor. Al siguiente día dejó el tractor aparcado y, a punta de sus herramientas, comenzó a trabajar la tierra para sembrar. Probablemente aquello también lo podía hacer con el tractor, pensó, pero por alguna razón no lo hacía.

El condenado ruso era guapo, guapísimo para ser justos. Cuando se levantaba para tomar aire y descansar un poco, podía verle con la camisa abierta, sudado, acomodándose el sombrero. Cuando bebía agua lo hacía con tal ansia que, pocas eran las veces en las que un hilo de agua no se escurría por la comisura de sus labios, humedeciendo aún más su camisa sudada. Le gustaban aquellas vistas. Parecía ser que la finca no había sido tan mala idea, después de todo, pensó mientras se mordía el labio al ver cómo el ruso se tiraba agua en el rostro.

No estaba seguro, pero después de verle así, haciendo casi un espectáculo para él, se inclinó mucho más a la posibilidad de que aquello era intencional. Probablemente el ruso buscaba lo mismo que él, pensó. El ruso le miró directamente mientras descansaba apoyado en la valla, con la respiración agitada, con la camisa media abierta, húmeda. Un saludo. Que si acaso no estaba aburrido de venir todos los días. Que no, que se la pasaba de maravilla viéndole. Sintió ese chispazo, aquel que le daba la señal en los bares de que el hombre con el que hablaba buscaba lo mismo que él. Había algo, pero a la vez nada. El ruso se despidió y continuó con su trabajo, mientras que él debía regresar a la finca para cumplir el itinerario de ese día.

Y así pasaron los días, entre miradas discretas e indiscretas. Estaba claro que el ruso hacía ciertas cosas a propósito, buscando que el extranjero le mirase de aquella forma tan... indiscreta. Le encantaba. No podía tocarlo, no podía llegar a él, pero le bastaba con verle desde lejos y pensar, cada noche, en él. Los días de primavera se volvían cada vez más cálidos y el suave perfume de las flores comenzaba a amainar. Sus dos semanas de vacaciones pronto llegarían a su fin.

El último día se animó y cruzó la valla. Se acercó al ruso, quien se había quitado la camisa y se enjuagaba el sudor con esta. Realmente estaba hecho de nieve, pensó una vez más. Cuando estuvo a su lado, el ruso dejó la camisa a un lado y apoyó ambas manos en la valla, atento a lo que diría el extranjero.

—El próximo año también vendré... —dijo en un inglés burdo.

—Aquí le esperaré. —respondió con seguridad.



Nota de la autora: Siento que es un poco necesario que comente este día. Nunca lo hago, pero hoy hay inseguridades sobre este fic jeje. Realmente no escucho este tipo de música, así que me fue SUPER difícil escribir este fic xd Me puse a escuchar en bucle la canción y salió esto... La idea de que pase casi un año para volver a verse, el encuentro en primavera/verano y lo de mirarse... no sé por qué, pero recordé La muerte en Venecia. Obvio que mi fic no está ni a la altura de lo que hizo Mann, pero me sirvió de inspiración la idea de stalkear a una persona en las vacaciones jaja, lo bueno es que Volkov es adulto y no un niño. JA JA. Bueno, eso. Espero que te haya gustado uwu

Oneshots VolkacioOnde histórias criam vida. Descubra agora