ж Capítulo XXVIII: Sanación. ж

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—¿Crees que lo haya hecho por mi hermana? —Draven habló con el rostro aún escondido—. El cuerpo de ella jamás apareció... Siempre lo culparon por los errores que se cometieron en esa misión.

—Es probable. Lo que él debe estar buscando es venganza —el pelinegro se posicionó delante de los otros dos mientras observaba a Emerald—, ¿verdad?

—Sí... Dijo algo referente a que Leila no descansaría si no continuaban.

—¿Y qué tendría que ver el director? —Draven ni siquiera los miraba, parecía como si estuviera pensando muchas cosas a la vez.

—Creo que la razón por la cual los envió a ellos con nosotros es porque sabe que la persona que mató a tu hermana es la misma que está planeando asesinarnos. —Julian estaba cruzado de brazos; al parecer, en ese breve tiempo había estado discutiendo con Diómedes dentro de su cabeza.

—¿Crees que Bristol se prestaría a todo este juego? —preguntó Emerald.

—El que le haya dado una parte de su alma me da a entender que es aliado del director, y puede que no sea el único que esté colaborando con él desde las sombras.

—¿No han pensado que quizás todo esto sea una trampa? —Draven sujetó sus manos con inquietud—. Me parece muy extraño que un maestro como Bristol, que tiene fama de ser clasista, ayude a un guerrero —dijo señalándose y emitió un sonoro suspiro—. Queramos o no aceptarlo, los que no tenemos magia en este mundo somos duramente discriminados. Acaban de comprobarlo ustedes mismos.

Los tres volvieron a mirar al suelo, sentían un nudo en el estómago por todo lo que estaban pensando. Si bien eran todavía muy jóvenes, la educación que recibieron fue muy dura desde que aprendieron a hablar y caminar, sobre todo la de Julian y Emerald por ser hijos de linaje real.

—¿Y si Bristol es en realidad el impostor? —Tras la pregunta, tanto Emerald como Julian se observaron—. Estamos en un punto en el que no sabemos quién es nuestro aliado y quién es nuestro enemigo—añadió Draven mientras miraba a los otros dos con los ojos rojos por el llanto—. Debemos cuidarnos las espaldas.

Ambos amigos asintieron. Aunque no quisieran aceptarlo, pese a que Draven era un poco más inmaduro que ellos, en momentos como ese demostraba ser una persona juiciosa. La propuesta que les estaba haciendo parecía ser sensata si es que querían seguir con vida.

—El cochero es de Navidia, lo conozco bien. Siempre le hace recados a mi padre, no permitiría que nada nos pasara —respondió Julian con seguridad.

—¿Y si se deshacen de él? —preguntó Draven—. Lo que me parece alarmante es que estamos en medio de la nada en dirección a un reino que tiene fama de sacrificar a las personas. —Julian lo miró con reproche—. No quiero ofender, pero los libros dicen eso.

—Aunque el pasado de mi pueblo haya sido escrito con sangre, el presente es muy diferente —replicó con molestia.

—¡Dejen de pelear! —Emerald alzó la voz y los otros se quedaron callados—. Necesitamos calmarnos, ellos dos no pueden ser peligrosos, ya hubieran tenido la oportunidad perfecta de atacarnos. Yo pienso que en realidad los han enviado para protegernos de alguien más.

—¿Crees que es verdad lo que dijo Dindarrium, que sintió a alguien en el bosque?

—Este último tiempo he estado sintiendo cosas raras. Prácticamente siento como si la muerte me respirara en la nuca. —Emerald frotó sus brazos con incomodidad—. Desde que salió mal la vinculación, no he dejado de sentirme de esta forma.

—De alguna manera todo está conectado —añadió Draven.

—Nada sucede por una simple casualidad —le dijo Julian—. Que estés aquí hoy por hoy es porque era tu destino.

Emerald, la usurpadora del trono [YA A LA VENTA]Where stories live. Discover now