ж Capítulo I: Quiebre ж

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El sol se asomó en el horizonte, cubriendo de luz la nación de Delia

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El sol se asomó en el horizonte, cubriendo de luz la nación de Delia. Los sirvientes ya se encontraban realizando sus diversas labores cotidianas; mientras, la familia real todavía reposaba en sus aposentos.

A escondidas de los empleados, una silueta salía del dormitorio,cerrando una de las puertas con cuidado. Los bucles de oro que poseía lellegaban hasta la cintura y estos se batían en el aire con cada movimiento querealizaba. Acababa de levantarse, como se evidenciaba en su bata rosa arrugaday en las legañas que todavía quedaban en sus ojos.

 Se encaminó en dirección al ala sur, ya que ella era la única de su familia que vivía en el lado norte, mientras tarareaba una canción, daba pequeños saltos y giraba de manera graciosa. Era por fin el día: ella y su hermano cumplirían doce años, y su madre había organizado una pequeña celebración para ambos detrás del palacio.

Al llegar a su destino, abrió el picaporte yasomó el rostro. Tras recorrer deprisa la habitación con susvivaces ojos violáceos, fijó la mirada en su hermano, quien aún se encontraba profundamente dormido. Amboseran como dos gotas de agua, y si no fuera por elcabello largo y por sus personalidades como polos opuestos, uno podría hacerse pasar por el otro con facilidad.

Su hermano, pese a su edad, era alguien bastante serio debido a las diversas obligaciones que tenía por ser el heredero al trono. Era muy raro verlo jugar o reírse. A diferencia de su hermana, quien era un rayo de sol.

—Diamond... —susurró la pequeña mientras tocaba la mejilla de su hermano. Este se removió un poco al sentirse incómodo, mas no se despertó—. Despierta, hoy es el día.

Ante los pocos deseos de levantarse de su hermano, Emerald decidió saltar a la cama de un solo brinco para despertarlo. Él, al sentir que el colchón se hundía sin parar, no pudo evitar pegar un grito.

 —¡Despierta hermanito, hoy es el día! —exclamó ella con entusiasmo. Diamond, muy por el contrario, resopló con fastidio.

—Emerald, basta. Si madre escucha que estás aquí, se enojará muchísimo.

—¡Feliz cumpleaños, hermanito! —Sus mejillas estaban enrojecidas; de uno de los bolsillos de su bata sacó un pequeño dibujo y se lo mostró—. Mira, te hice esto. ¿Te gusta?

Emerald, la usurpadora del trono [YA A LA VENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora