ж Capítulo VIII: Leila, la mujer guerrera. ж

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En cuanto tuvo el pequeño diario fuertemente sujeto entre sus manos, optó por cerrar la puerta para que nadie pudiera interrumpirla

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En cuanto tuvo el pequeño diario fuertemente sujeto entre sus manos, optó por cerrar la puerta para que nadie pudiera interrumpirla. A continuación, caminó hasta situarse del lado más limpio de la habitación, donde tomó asiento. Con la manga de su traje terminó de limpiar las manchas de polvo, solo se detuvo una vez que todo el cuaderno estuvo impoluto.

—¿Cómo demonios se abre esto?

Aunque le dio varias vueltas no encontró ni una sola abertura. Estaba sellado en su totalidad.

Abreo —dijo con su palma posicionada encima de la tapa.

Nada. El diario ni siquiera reaccionaba a los hechizos que se usaban para abrir las puertas.

—¿Qué hace el diario de mi padre aquí?

Emerald comenzó a barajar todas las posibilidades que se le ocurrían, pero la única conclusión absurda a la que había llegado era que su padre había vivido allí durante sus años de estudio. Pero había un problema: él había pertenecido a la clase de los Virtuosos. No tendría ningún sentido que residiera en los dormitorios de la clase luchadora.

—¿Greyslan sabrá acerca de este diario? —se preguntó.

La idea de interrogar a su maestro acerca del objeto era tentadora, pero las malas experiencias que había tenido en los últimos meses solo le habían enseñado una cosa: no debía confiar ni siquiera en su sombra.

Si aquel fuera un diario común y corriente, su padre no se hubiera tomado la molestia de colocar un hechizo especial. Lo que había dentro de aquellas páginas no debía ser visto por cualquiera.

—¿Joven Diamond? —La voz de una mujer ya mayor la sacó de su ensimismamiento. De inmediato, Emerald se acercó hacia la tabla levantada, tiró el diario dentro y puso el pedazo de madera faltante.

—Hola —dijo en cuanto abrió la puerta.

Se encontró del otro lado a una señora con el cabello totalmente gris, recogido en un moño en la parte superior de la cabeza. Su uniforme era una bata de color marrón que poseía el escudo de la clase de los Luchadores bordado en el pecho. En su mano derecha sujetaba un balde y dentro de este había una escoba de madera.

Emerald, la usurpadora del trono [YA A LA VENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora