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Era la voz de una mujer, sonaba agitada, en un estado de pánico, aterrorizada y en su diáfano tono solo puede aproximarme con mayor preocupación a la puerta, mire por la lupa de la puerta para ver quién era.

—  ¿ Quién es? ¿ Qué quiere? pregunte tocando suavemente la puerta de Coaba.

Pero era la chica de la casa de al lado, no había duda, era la joven mucha que todas las noches sufría a manos de su hermano.

— Abre la puerta, por favor.

Me sentía culpable por no ayudarle y más por saber su historia en la casa de los Marín, propiedad del alcalde de la ciudad.

— Pasa.

— Gracias.

Entró corriendo a la casa, mirándome con deliberada empatía, le pregunte si necesitaba algo o si quería tomar algo.

— Agua por favor. Me dijo empapada de pies a cabeza.

Fui a la cocina  mientras ella se sentaba en el sofá italiano donde estaban las llaves del escape de mañana, deseando saber por qué estaba tan agitada, ¿ Cuál era la razón de venir a mi casa? ¿ A caso su hermano la amenazó?

— Toma. Le dije caminando hacia ella.

— Gracias.

Ella tenía un vestido azul, su cabello era liso y café, tomó el baso mientras me miraba a los ojos, ella no sabía sobre mi plan, ni tampoco de que estaba posando en esta casa de caníbales, no deseaba tenerla en mi casa por mucho tiempo, jamás me perdonaría si papá o mamá la vieran como una posible candidata por culpa mía.

— Entonces me vas a decir, ¿Por qué estas aquí? le dije sentándome en en sofá, pero alguna razón ya no sentía las llaves, debió haber sido esa maldita de Katherine

— Tú sabes porque estoy aquí Noah. Me dijo mirándome de una forma preocupante.

Me quede mirándola fijamente a su ojos azules, sorprendido por dentro, aunque internamente sabía su situación con su hermano, no quería pensar en el simple hecho de que ella supiera que la espiaba en las sombras a través de mi ventana.

—   No te entiendo, y ¿ Por qué sabes mi nombre?
— Es normal saberlo cuando has sido mi vecino durante diez años, lo raro es que tu no te sepas el mío.

No pude responder ante tal elocuente argumento.

— Eso no explica el hecho de que estes en mi casa a está hora. ¿ Por qué tienes barro en tus zapato?

— No es nada, dijo, mientras volteaba la cara hacia otro lado de la casa.

Ella no parecía de las personas que le gustara pedir ayuda. Me levanté y fui hasta el otro extremo d ella salón , me puse en  cuclillas hasta estar a la misma altura de sus ojos.

— ¿ Qué estas haciendo? Pergunto.

— No puedo obligarte ha decirme tu problema, pero si no vas hablar o no me vas a decir el porqué estás en mi casa, te voy pedir que te vayas.

— ¿ Esa es la clase de caballero que vive en esta casa? Uno que ve la debilidad de una mujer y no la ayuda.

— La clase de caballero que vive en esta casa, señorita, es el hombre precavido y diligente, el hijo galgo que, sospecha y piensa ¿ Por qué una joven llega tan fatigada a mi casa a está hora? ¿ Por qué necesita de mi ayuda cuando ella no me ha hablado durante diez años a mi? ¿ Qué propósitos tendrá para venir y justificarse solo en voltear la cara hacia otro lado de la sala? Esa es la clase de caballero que tiene en frente de usted, si estas buscando un caballero de libros y fantasías creo que es el lugar equivocado para comenzar.

— Al menos mi caballero no es idiota. -- Supongo dijo mientras tomaban el baso.

— Te pregunto otra vez ¿ Qué hace aquí?

— Un hombre me esta persiguiendo, esta mañana salí de la biblioteca Luis Angel a las 9:30 AM, como era costumbre en mi, siempre me gusta esperar el Taxi en frente de la escultura de Nicodemo, me parece especial su forma de expresar la sexualidad, con tanta intensidad que a veces.

Se quedo en silencio unos cuantos segundos, interrumpida por la melancólica expresión de su cara.

— ¿ A veces qué? dije.

— ¿ Qué piensas que me estoy imaginado? Lo dijo con una cara muy sospechosa.

— Usted, no puede esperar a que le diga sus propios pensamientos, si ni siquiera usted sabe con certeza cuales son, eso es hechicería señorita y esta prohibida en algunas culturas.

— ¿ Me creé usted una bruja?

— No tengo intensiones en crearle una personalidad indebida a usted, no tengo ni el derecho ni la virtud para tales privilegios habiéndola conocido solo hace unos pocos minutos.

— Supongo que, se habrá olvidado con quién jugaba cuando era pequeño, no me sorprende que sea lento para la imaginación y rápido para la crítica.

— ¿ Este hombre que la persigue quién es?

— Mi hermano.

— Puedo preguntar ¿ Por qué huye con tanta pasión de su propia sangre? ¿ A caso tiene asunto privados que discutir con él?

— Mi hermano, como todo hombre de este mundo piensa con su verga, dejando de lado lo divertido de la masculinidad. dijo con una voz de rabia interna.

— Si tanto problemas le causa ese caballero, no le parece caprichoso huir de él en vez de enfrentarlo para hacerle justicia.

— Los problemas familiares jamás concluyen si no se toma las precauciones debidas.

—¿ Precauciones?

— No entiende Señor Noah, este mundo le hace justicia a los hombre buenos, merecedores de las artes, el gusto por la música, la amplia lectura de su mente y la caballerosidad con que tratan a una mujer, pero, amnistían a los promiscuos, frívolos, ebrios y piratas, no conozco a más de dos hombres que sean merecedores de la palabra.

—- ¿ Es tan severa con los de nuestro sexo?

— Después de tener cinco novios, un romance prohibido, cuatro primos en la cama y un discapacitado , conozco de primera mano el miembro que tanto deseamos las mujer y el interior de su corazón.

— Y ¿ A qué conclusión  a llegado si me permite el atrevimiento?

— Canibalismo, Noah.

Cuando escuche esas simples palabras supe que algo andaba mal.

TRES RAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora