1.14

17 1 0
                                    


Al día siguiente, fui al hospital para averiguar más sobre Emma, la enfermera la señora Ingrid me pidió el favor de dejar un documento para poder indetificarme en el sistema de datos del hospital, me entrego un tapabocas y unos guantes, amablemente, Ingrid me indicó la habitación donde esta Emma señalándome con un mapa el lugar exacto donde deban ir

Entré al cuarto y vi a Emma sentada leyendo la Sombra del Viento de Carlos Ruiz Zafón su libro favorito, y el misterio del laberinto de libros olvidados.

—hola, amor ¿ Cómo te sientes? Dije mientras ellas pasaba de hoja.

No me miró, ni siquiera notó mi presencia.

— Emma, por favor dime algo estoy preocupado por ti.

Siguió leyendo sin pronunciar alguna palabra —Emma, lamento todo lo que esta pasando. Mañana voy a visitarte también en el hospital.

Era como si estuviera hablando con una pared, no me contestaba, la duda me comía el cerebro. después de un rato la oscuridad en el cuarto era incomodo, no solamente porque mi mente pensaba en ella, sino que no sabía como estaba ella, o al menos si estábamos bien.

Aunque solo fuera un montaje me preocupa por ella.

Al día siguiente, el timbre sonó del final de clase. Victoria se acerco antes de que tomara la maleta. —un momento, Noah déjame acompañarte hoy al hospital.— Esta bien, pero, no te garantizo que la puedas ver, ayer no quería recibir visitas esperemos que hoy sí.— No te parece extraño, no me ha querido responder ningún mensaje, que le dejo no sé qué estará pasando por la mente de ella en este momento. — ¿No te enteraste?, le tuvieron que amputar las piernas. le dije mirando hacia el piso. — !¿Qué?! — Lo siento victoria pensé que te lo habían dicho.— Si te sirve de algo a mi tampoco me responde en el chat.

En la entrada del hospital la señora Nadia estaba sentada en el salón de urgencia, tal parece que todavía no les habían asignado cuarto. Naila tenia una cara muy cansada. —señora Naila, ¿ Qué paso? La mire fijamente a los ojos, se notaba lo cansada que estaba. — A noche tuvo una crisis, tuvieron que dormirla, pero los doctores me dijeron que ya esta estable. — ¿ Estable? — Puede que está noche entre a la sala de cirugías.

Mis piernas cuando escucharon esas simples palabras no dejaban de temblar, mis ojos estaba desesperados por verla, mi garganta no podría pasar la saliva por recordar sus besos. Finalmente mi corazón estaba irremediablemente preocupado por ella.

En estos días recuerdo mucho, los momentos al lado de ella. Cuando juzgábamos, peleábamos o nos besábamos en la habitación de cualquiera de los dos. A noche debajo de mi almohada aquellas lagrimas deslizándose por mis cachetes no podían dejar de fantasear con ella, me acuerdo cuando me dijo:

—Emma dame más cobija, tú me quitas toda las cobijas y tengo mucho frio.

— Emma, cariño calentémonos arriunchados.

— ¿Arrunchados?

— Si, coloca tu cola cerca a mis piernas, dame tu mano para que la atraviese por tu abdomen. Deja que mi pecho te roce la espalda.

— Noah, tengo mucha pena-

— ¿ Por qué Emma?

— Porque te estoy tocando tus parte intimas con mi cola.

—No te preocupes, no pasa nada desde que no hagas un movimiento muy fuerte, yo confío en ti.

De repente el doctor salió, la señora Nadia se tapo la boca con la mano mientras miraba frente a frente al doctor. Las pulsaciones en mi pecho amustiaron como un relámpago sabía que algo no estaba bien. Cuando el doctor sea alejo de dónde estaba la Señora Nadia, Victoria y yo caminamos hacia donde ella estaba, puede ver cómo sus manos estaba revoloteando de arriba hacia abajo. Su cara estaba totalmente petrificada, sus manos botaban un sudor negro que de solo olerlo las personas de los lados sentía una mal presagio. Las horas pasaban pero ella seguía sentada en un absoluto cruce de brazos sin decir una sola palabra, victoria se acerco dijo:

TRES RAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora