No Soy Ella (La Sumisa)+18✔

Capítulo 42: A través del tiempo🌹

Camine con velocidad y levante a Rubí, en ese momento aparece Victoria en bicicleta, quién no viene muy bien. Su cara lo dice todo, sus ojos con lágrimas, ella baja de la bici y me saluda.

—¡Tía! —chilla feliz Rubí.

—Hola mi hermosa —dice ella y besa a mi hija.

—¿Por qué vienes con esa cara? —le pregunto.

Niega con la cabeza.

—¿Cristián otra vez?

—Sí —dice asintiendo con la cabeza —Pase por la mansión, la cual esta casi abandonada.

—¿Qué hay con eso? ¿A caso lo
viste? —pregunto muriendo de la curiosidad.

—No, esa casa se vende, tenía un cartel —dijo llorando.

—No me digas eso —se acerca y la abrazo.

~ seis años después ~

Recién salgo de consulta, sí hace tres meses me recibí de doctora junto a Victoria y con honores, así como lo oyen. Estoy tan feliz, estoy en una relación con Diego, un gran hombre. Por otro lado mi hija Rubí ya tiene ocho años y va a tercer grado de primaria. Es muy inteligente y eso me orgullose.

—Tengo que pasar a recoger a Rubí al colegio —digo mientras Victoria viene caminando a mi lado.

—Ve tranquila, yo tengo que ir a una casa —comenta ella al pasar.

—¿Tienes que revisar un paciente?

—Sí, una pequeña niña que esta muy enferma. Me da tanta tristeza que una criatura tenga que estar agonizando —dijo Victoria muy triste.

—Uff ni me digas, es tan triste. ¿Y nada se puede hacer por ella?

—Al parecer no, es por eso que esta en su casa —responde con los ojos aguados.

—Se me hace tarde, adiós —me saluda y se va.

Hace tres meses me mude a vivir con Diego, gracias a Dios Rubí lo tomo muy bien y eso me hace feliz.

~ Minutos después ~

—¡Mami, mami! —dice Rubí a los gritos, corre hasta mí y nos abrazamos —Mira lo que hice —me muestra algo bonito que hizo en su clase de plástica.

—Oh no, me encanta mi niña, eres bien lista cariño —le doy besos en las mejillas y ella ríe.

—Que bueno que te gustará —dice —Igual ya se sabía —agrega toda presumida.

—Usted me salió bien presumida —digo entre risas.

—Como mi mamá —responde altanera y me río mucho.

—¿Cómo están mis dos princesas? —dijo Diego apareciendo.

—Bien, muy bien. ¿Y usted?