Capítulo 4: Soy tu amó

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Adriana POV:
La noche llegó, yo estaba aterrada, esta noche no era yo su víctima, la presa de Paolo era Cami para esta vez. Desde mi habitación podía escuchar sus gritos desgarradores, él la estaba lastimado, cómo a mí. Me tapé los oídos con fuerza con tal de no oír aquellos horribles gritos. Pobre de Cami y pobre de mí también, ambas estamos en manos de un violador enfermo.


Camila POV:
Estoy aquí desde hace tiempo. El desgraciado de Paolo compró otra chica, también la violó el muy desgraciado. Ya era de noche, la empleada me trajo mi comida. Más tarde entró Paolo por la puerta, con la mirada oscurecida, la camisa abierta y su sonrisa perversa que tanto miedo me causa, él me miró y luego dijo.

-Tu amó quiere cojert#, conejita -dijo él, acercándose peligrosamente a mí.

Otra vez el miedo se apoderaba de mi cuerpo, él me tomó de los brazos y me sacó de la habitación. Reaccioné e intenté resistirme al ver que me llevaba al cuarto de castigo pero me fue imposible. Ese lugar está lleno de juguetes sexuales, látigos, disfraces, cuerdas con las que me ata, esposas, y otros objetos que detesto. Paolo abrió la puerta y me entró en el cuarto de un empujón, caí al suelo, luego él me levantó y me dió una bofetada.

-Soy tu amo, y debes obedecerme en todo -habló este tirandome a la cama con brusquedad, antes de agregar-. Cámbiate y ponte un disfraz de conejita.

Odio ese estúpido atuendo pero no podía negarme o sería peor, obedecí y me lo puse mientras este tomaba de su whisky. Al terminar, me tiró a la cama, me ató a ella con un par de esposas sin que pudiera evitarlo.

"¿Qué me haría hoy?, ¿Cortadas?, ¿Quemadas?, ¿Me azotara? ¿O quizás sólo tengamos sexo del brutal en el que se incluyen golpes?, ¿Me obligará a golpearlo?

No sé qué cosa quiera hacerme hoy, pero aún así tengo mucho miedo.

Me ató los pies con una soga, luego apareció con una caja de fósforos en sus manos, ya sabía lo que haría, con sólo pensarlo ya las lágrimas amenazaban con brotar. Abrió uno de sus cajones sacando una vela blanca de uno de estos, encendió un fósforo y luego le prendió fuego a la vela. Se acercó a mí, y comenzó a quemarme con la vela, mientras esta se iba derritiendo él me quemaba con la parafina derretida.

- ¡Basta, basta por favor! -gritaba desesperada, me dolía. Ya no aguantaba más. Ese tipo esta loco.

- ¡Cállate! -me dió una bofetada tan fuerte por lo qué consiguió romperme el labio.

Seguí gritando un rato más, quemó mis piernas y luego mis brazos. Pero no contento con eso, bajó el cierre del disfraz, besó mis pechos, yo lo único que podía sentir era el miedo.

¿Qué pensaba hacerme?

Luego de besar mis pechos, tomó la vela y quemó también estos.

- ¡Basta, me duele, basta! -grité una y otra vez.

- ¿Quieres gritar?, ahora vas a gritar putit#! -me quitó las esposas dejando libres los manos.

Luego me puso boca a bajó, me ató las manos con una cuerda justo detrás de la espalda. Una vez en esa posición, él terminó por quitarme el traje, dejándome desnuda.

- ¡Grita para mi! -susurró en mi oído, para luego penetrarme con toda su fuerza.

Llegó al orgasmo minutos después, no sé bién exactamente como lo hizo. No entiendo cómo podia excitarse al torturarme como lo hacía, y mucho menos cómo llegaba al orgasmo violandome. Sólo un enfermo podría sentir eso, a mí este sujeto me da asco.

No Soy Ella (La Sumisa)+18✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora