~Epilogo~

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Epilogo.

El olor a limpieza, alcohol y medicamentos ya era parte de su día a día, incluso ya se había aprendido el nombre de algunas enfermeras y enfermeros que trabajaban ahí, Akihiko había trasladado a Takaba al hospital, esos últimos días había tenido movimientos reflejos que si bien no demostraba que estaba totalmente despierto esas acciones le daban esperanza de que el rubio fuera a despertar en cualquier momento además de que un doctor podía llegar de inmediato si había alguna emergencia

Desde que iniciaba el horario de visita Akihiko no se despegaba de él, incluso llegaba un poco antes, y movía sus influencias para que lo dejaran pasar o lo dejaran quedarse toda la noche, Takaba tenía una habitación para él solo, las enfermeras eran las mismas que lo cuidaban en el departamento de Akihiko.

Al mayor no le pesaba tanto mantenerse a su lado pues se llevaba con él sus materiales de trabajo, que obviamente consistía de su laptop y su maravillosa mente para crear historias.

Era un 22 de septiembre, era un día algo nublado, Akihiko se encontraba en el sofá que tenía la habitación de hospital tratando de concentrarse es su lectura, pero era completamente inútil, pues el sonido de los aparatos que leían los signos vitales de su rubio lo tenían un poco con nervios a que fuera a pararse su corazón o hubiera otra alerta fuera de lo común, habían pasado ya dos semanas más o menos desde el funeral simbólico de Misaki, se sentía agobiado al tener esos problemas que nunca imagino tener, trataba de distraerse, había pasado tan rápido que era imposible creer que Misaki ya no estuviera, no se hacía a la idea, sentía un miedo inexplicable cuando pensaba en eso, su mente aun procesaba la noticia.

La página de su libro se humedeció al instante por una lágrima que había salido sin que lo impidiera, se la quitó con rapidez al escuchar como las enfermeras abrían la cortina que tenía la habitación para darles privacidad a los pacientes cuando los bañaban.

—Señor Usami hemos acabado de asear al señor Takaba ya puede pasar si gusta.

Akihiko: Si, muchas gracias. —Las enfermeras salieron de la habitación para preparar los alimentos de Takaba, se alimentaba por medio de una sonda que estaba conectada a su estómago y para eso necesitaba comida especial.

Al verlo suspiró con resignación al no encontrar un mínimo rastro de conciencia, claro que los raspones en aquella carita iban desapareciendo, pero el collarín especial que no había dejado de usar hacia que esa imagen se viera triste, habían pasado más o menos ocho semanas en ese estado y no se veía la mínima señal de despertar. Le acaricio con lentitud su mejilla que antes era invadida un sutil sonrojo ahora era pálida y la adornaba un raspón que poco a poco iba desapareciendo.

—Señor, con su permiso. —Una de las enfermeras toco mientras la otra iba con los recipientes donde contenía la comida liquida. —Es hora de darle su comida al señorito Takaba.

Akihiko: Si claro adelante. —Se dirigió hacia la ventana mientras que las enfermeras preparaban lo necesario.

Los presentes estaban tan distraídos que no se dieron cuenta que las Takaba estaba frunciendo las cejas.

Takaba: Uhm...—Empezó a quejarse haciendo que todos inmediatamente prestaran su atención a él, intento alzar su mano para quitar las mangueras de oxígeno que le estorbaban.

Akihiko: ¡Takaba!—Se acercó de inmediato a él evitando que hiciera movimientos bruscos. —Shh, con cuidado.

—Llamare al doctor. —Se apresuraron a salir las enfermeras.

Takaba detuvo sus movimientos al sentir que todo le daba vueltas, no reconocía en donde estaba, frunció el ceño al sentir su garganta seca y al sentir que sus movimientos eran limitados.

Vas a llorar por miWhere stories live. Discover now