XXXX

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Cuando era más pequeña, mamá me contó que pasaba por arranques de ansiedad. En el colegio, terminaba mordiendo un lápiz, o una pajilla o mis propias uñas.

Llegó la adolescencia y dejé aquello, por lo menos las extrañas mañas las dejé. Sin embargo, agarre otras.

Mover el pie incontables de veces en el piso o, enredarme mechones de mi propio cabello hasta hacerlos rulos. Justo ambas me encontraba haciendo ahora.

La conversación se había mudado hacia la sala en un total silencio debido a mi extraño —según mamá— estado de asimilación.

Mi pie descalzo no dejaba de moverse contra el suelo, ¿Me cansaría? Capaz, pero no de momento.

Mi mente estaba centrada en otra cosa.

—Estas muy callada hija.

«¿Cómo no?»

Alcé la vista desde el sillón para verla, se encontraba sería desde su puesto, muy probable esperando alguna respuesta positiva de mi parte a su escandalosa idea. Lastimosamente eso no iba a obtener.

—Ma, no creo que sea buena idea.

Comencé, y lo hice con la negativa que muy seguro ella ya esperaba de mi.

—Cariño,—Suspiró con evidente cansancio—: Claro que si, nos haría bien salir de aquí, alejarnos de todos estos recuerdos que trae la casa...

Sabía que se refería a la partida de mi papá, está casa contenía cada uno de los recuerdos con él. A pesar de que fue hace mucho tiempo, a mi ya no me dolía de igual forma aquella excusa que mamá me estaba dando, no porque no lo extrañara sino porque pasó cuando yo estaba bastante pequeña y a pesar de que tengo vagos recuerdos, la casa junto aquellas memorias no me resultaban molestas.

—Me suena a excusa, ¿Sabés?—Junté mis manos en mis rodillas—: Hace mucho tiempo que papá no es nombrado aquí y la verdad es que pensaba que nos las estábamos manejando bien solas...

—Y es así—Me interrumpió.

—¿Te parece?—Un mudo comenzó a formarse en mi garganta—: Ma, llevas días sin dirigirme la palabra.

—Era necesario.

Abrí los ojos con sorpresa.

—¿Era necesario?—Las palabras se me empezaron a atorar—: ¿Era necesario no hablarle a tu propia hija?, ¿Era necesario tanta indiferencia que sentías hacia mi?, ¿Era necesario el no hablarme por una estupidez?

—¡No era una estupidez!

—¡Claro que lo era!

Me puse de pie y empecé a caminar por la sala, trataba desde lo más profundo de mi respirar hondo para encontrar las palabras correctas.

—Durante ese tiempo,—Se detuvo para mirarme pero cuando le devolví la mirada me la esquivó—: Estuve buscando algunos departamentos.

Deteniendo mis pasos la mire como si ella tuviera más de una cabeza.

—Osea, ¿Qué estuviste buscando sin preguntarme?

—¡Eres mi hija y soy tu madre!

—¡Yo también tengo derecho a opinar!

Pareció enfurecerse más cuando se puso de pie para encararme.

—¿Opinión?—Soltó con un bufido—: Tu opinión iba a llenarse de excusas baratas para evitar la mudanza,—Sonrió sin ganas—: Y todo por un amorío mediocre de adolescentes.

Mis ojos se cristalizaron.

—Ma, no es..

—¡¿No qué?!—Me gritó con cansancio—: ¿Me vas a negar que te estuviste viendo con él todo este tiempo? Con aquel muchachito salvaje...

—¡Él no es así, ya te lo explique!

—Paulina yo lo ví con mis propios ojos, ¿Te acuerdas?— Sus palabras se sentían cómo una daga, una daga que estaba dando justo dónde más dolía—: Que te trajo, esa mirada que ví en los ojos de él no es de alguien que te quiera...

—¡Él me quiere!—Chillé como cualquier niña malcriada, no me importó sonar como una. Estaba diciendo la verdad.

—¡No, no es así!—Me gritó— Solo quiere que caigas en sus dulces palabras para luego meterse entre tus piernas,—Ahogué un jadeo, el nudo en mi garganta crecía—: Los sentimientos a esta edad no son reales, y mucho menos de alguien con esa pinta.

Que que aquellas palabras tan hirientes te las diga algún desconocido, duele. Pero que te las diga un familiar, y más siendo tu propia madre, lastima demás.

—Hija, él no te quiere...—Suavizo su voz, pero sus palabras seguían doliendo igual, o peor—: No como yo lo hago, que quiero lo mejor para ti.

Era mi turno de bufar—: Si quisieras lo mejor para mí no me estarías haciendo esto.

Sonrió sin ganas—: Es lo mejor, dejaremos este sitio atrás, conocerlas nuevas personas...

—¡No quiero conocer nuevas personas!

—¡Deja las malcriadeces de una buena vez!—Su enojó era palpable, ¿Mi tristeza también lo era?—: Eres mi hija, eres menor de edad y harás lo que yo te diga.

Me pazme, y a pesar de que ya no veía por las lágrimas acumuladas en mis ojos, las palabras salían por si solas.

—¿O-osea que sí vamos a mudarnos?—Mi voz salió más débil de lo que esperaba, pero por su expresión de autoridad supe que me había escuchado.

—Estuve organizando todo,—Asintió—: Sólo me falta confirmar y hacer unas llamadas a...

—¡Y para qué demonios me preguntas si ya está todo arreglado!

—¡Esperaba de tu parte una repuesta madura!—Se cruzó de brazos—: Pero veo que no haz madurado mucho durante estos años.

Aquello dolió, si. Pero más dolía el hecho de que estaba arreglado. Todo estaba en sus manos por lo menos hasta que cumpliera la mayoría de edad y sin embargo, ella era mi mamá.

Me molestaba no tener algún familiar por estos lares, fácilmente podía pedir que me dejarán quedarme por un mientras. Pero no, sólo estábamos mamá y yo.

Levanté la mirada para encararla pero ni una sola palabra salió de mi, sólo una silenciosa lágrima que bajó por mi mejilla.

Se intentó acercar pero retrocedí, por segundos su mirada reflejó dolor pero duró tan poco que dude si en verdad le lastimaba verme así.

—Despues me lo agradeceras.

Con eso, giró sobre sus pasos para ir a la cocina. Cerrando mis ojos dejé caer un centenar de lágrimas, bajaban sin permiso por mis mejillas haciendo que el vacío en mi estómago creciera y que el dolor en mi pecho se expandiera.

No me dolía la acción de mudarme, me dolía que esa acción iba a alejarme de Hero.

He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Where stories live. Discover now