XVI

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Sentada en la parte trasera del auto, jugaba con los cordones de mi zapatos. Pase la noche en vela imaginando los posibles escenarios que podrían ocurrirme hoy.

Que me tropezara al llegar frente a todo el mundo; era una opción válida. Que por una causalidad extraña pronuncien mal mi nombre. Tal vez, que por obra y gracia de la naturaleza me venga el periodo hoy y manche toda mi ropa. Todo era factible.

—Mamá, ¿Pusiste Lina en el registro?—Fija su mirada en el retrovisor para verme.

Suspira.

—Si cariño, pero sigo insistiendo—Me sonríe—: Tú nombre es muy bonito.

Negué con la cabeza, ella no entiende. Muchas veces tener un nombre poco común hace que se acuerden de ti más rápido, no quiero que eso me pase aquí. Quiero terminar el colegio lo más tranquila posible, así sea que tenga que ser en un sitio diferente.

El camino se hacía cada vez más eterno. No sabía si era porqué en verdad estaba lejos de mi casa o, porque los nervios estaban haciendo efecto en mi.

Antes de bajar, me asegure que mis cordones estuvieran bien amarrados, sin embargo seguía a mamá a paso lento. Ella se dirigía al rectorado, suponía que para hablar los últimos detalles.

—¿No te parece algo vergonzoso?

Le solté de la nada, mamá no paró su paso pero si me percaté de que tenía toda su atención.

—¿Que cosa?

—Primer día en un nuevo colegio y me estás acompañando.

Los ojos se le abrieron de par en par.

—¿Te avergüenzas de mi?

«Si»

—No, pero es vergonzoso.

No dijo palabra alguna hasta que llegamos a una puerta que decía Secretaria. Ahí se encontraba detrás del escritorio una mujer de no más 30 años. Escribía apresuradamente en su computadora.

—Disculpe.. —La llamó mamá, la mujer nos miró—: ¿Donde podemos hablar con el director?

Arrugó su frente.

«¿Y a esta que le pasa?, Vieja amargada»

—Pasen por ahí, —Nos señaló una puerta que daba a un largo pasillo—: La tercera puerta.

Sin decir más, continuó con lo suyo. Mamá resopló y me miró.

—Quedate aquí, iré yo.

No dije más nada, capaz y seguía molesta por el asunto anterior. No le di más pie y me salí de esa oficina, afuera no habían más de unos cuantos alumnos en busca de papeles, carpetas. ¿Qué podía esperar? Es el rectorado.

Suspirando, miré para los lados para ver si alguien me estaba observando; agradeciendo que no era así me crucé de piernas en el suelo. No habían sillas desocupadas cerca, esta era la mejor opción.

Me puse a ver las paredes, el piso, terminé por ver mis manos. Esa mujer estaba tardando mucho ahí adentro.

—¿Qué haces en el suelo?

Levanté la mirada casi de inmediato. No creo que haga falta decir que me levanté. Mi tamaño quedó ridículo al lado del suyo. Era muy alto.

—Lo siento, estaba.. est..—Me percaté lo cerca que lo tenía y retrocedí dos pasos. Esto sí era vergonzoso—

—¿Lo sientes? Niña, solo preguntaba. Tampoco tienes que disculparte— Me escaneó de arriba abajo.

Me sonrojé.

—Si, si, lo siento.

Se rió, teniéndolo de frente pude apreciar lo claro que son sus ojos, no sabría decir si es verde o gris. Su cabello castaño combina con su piel blanca. Su altura es lo suficiente para parecer intimidante. Habla con un asentó.

«¿De dónde es?»

—¿Ya terminaste de mirarme?—Su tonalidad se volvió cortante.

«¿Ah?»

Bajé la mirada, avergonzada. Se volvió a reír, y podría jurar que me sentí peor.

—Lo siento.

—Por lo que veo, todo lo que sabes hacer es disculparte.—Ajustó su mochila en su hombro y se dirigió a una de las puertas del pasillo.

Tanta casualidad junta, que mi mamá salió de la puerta por la que él iba a entrar. Ella, siendo impresionada también por su tamaño, hizo un recorrido desde él hasta a mí.

Sin decir palabras, caminó en mi dirección.

—No me gusta él.

Agradeciendo a Dios de que ya había entrado por la puerta, le dije a mamá con la mirada de que no se preocupara. Con lo cortante que es no creo que me vaya a involucrar con él.

No mucho despues, mamá se fué. Dejándome con unos papeles que me ayudarían en el día. Horarios, clases, notas, pases; todo eso estaba en mis manos.

La primera clase era en el segundo piso, historia.

Siguiendo las indicaciones de los pasillos llegue al salón correspondiente. La puerta estaba cerrada, y sólo con eso comencé a rezar a todos los santos de que la clase no haya iniciado.

Aunque, por la soledad de los pasillos;  Todas las clases habían comenzado.

Abriendo la puerta, con toda la vergüenza del mundo, el profesor me miró, el junto a toda la clase.

—Señorita, ¿Qué son estas horas de llegada?

Con los nervios de punta, le entregue la carpeta que sostenía. La tomó con el semblante interrogante, pero con una seña de su mano me dejó pasar.

—Siéntese junto a Hero.

«¿Ah?»

—¿Quien es Hero?

—Yo niña.

Esa voz, voltee tratando de no lucir impresionada. Sentí mis mejillas tomar calor, pero sin poner más retraso al profesor, tomé asiento en el escritorio; escritorio compartido cabe destacar.

—Bien, —El profesor me miró—: Lina, ¿Correcto?

Asentí.

—Como venía diciendo, antes que su nueva compañera se hiciera presente—Habló para toda la clase, y yo no sabía en qué piedra esconderme.—: Este será su único salón, no van a ocurrir cambios a menos que sea hacia el jardín o a la biblioteca de la institución. Para evitarme dolores de cabeza con tantas personas, y tantas evaluaciones, la persona que tienen al lado será su compañero y/o bien, compañera.

Siguió hablando, pero yo ya no escuchaba. El que me había encontrado en el piso era él, el que había sido cortante era él, al que mi madre no aprobó era a él.

—Hola Lina—Volteó a verme sonriendo sin mostrar los dientes.

—Hola Hero.

°°°°°°°°

¡HOLA HOLAAA!

Para los que no entendieron, esto es un recuerdo. Un recuerdo de Lina. 

¡ANDO MUY EMOCIONADA POR SUBIR LO DEMÁS! AAAAAA

Besos.

He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Where stories live. Discover now