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Emma.

—¿Es en serio Emma? ¿De qué va esto? ¡Que no puedes ser más especial!— gruñó Jason mientras se topaba el mentón levemente.

—¿Qué de que va esto?— fruncí el ceño. Este si de qué iba.— Oye Jason, dices que esto es mi culpa desde ya te aviso que no he tenido nada que ver... ni siquiera sabía que él estaba aquí en Los Angeles.

—Que me da igual. ¿Pero cómo es que te dejas llamar así de él y de mi que soy tu prometido ni piñas?

—Tengo mis razones.

Vaya que las tenía.

Él negó varias veces.

—Venga ya Jason, pasa por alto eso, ahora mismo tengo cosas más importantes en las cuales pensar. También ve un poquito más tarde hoy, que tengo unas cuantos pendientes con Justin. También contigo, pero después.

—¡Pero joder! ¿Qué vas estar en la misma habitación a solas con tu ex?

—¿He puesto en juego mi palabra alguna vez? No, ¿cierto? Así que nada más que hablar.— y con eso comencé a caminar a caja. Él solo se quedo mirándome fijamente a lo lejos.

Luego de unos minutos salí de aquel sitio, donde estuve con mi pasado y futuro, juntos. No había sido para nada agradable. Solo quería caminar y despejar mi mente por un rato. Todavía no me creía la idea de que Justin estaba aquí.

¿En qué te has metido Emma? ¿Por qué Justin le había pegado a Jason? ¿Con qué motivos? Todo esto tenía que tener una razón. Y esperaba que la tuviera, porque si no, se iba a encontrar en un problema bastante grande.

Justin decía conocerme, pero había cambiado bastante en esos últimos cuatros años. Todo este tiempo separada de él, me había hecho crecer, tanto como madre, como persona. Ahora tenía a Jason, pase lo que pase. Él me quería como yo era. No me iba a engañar como una vez lo hizo Justin.

—¡Taxi!— grito. El taxi se para, no pierdo tiempo y entro con las bolsas de compras. Le doy la dirección y él asiente, encaminándose a casa.— Gracias, puede quedarse con el cambio.— le digo una vez que llegamos al frente de mi casa. Tomo las bolsas y camino hacia la entrada. Allí estaba el parado.

¿Cómo sabia la dirección?

—Te ayudo.— se ofrece y niego.

—No es necesario.

—Lo es.— me quito las bolsas de mano. Busque las llaves en mi bolso y abrí la puerta. Deje que él entrara primero. Se veía igual que hace cuatro años.— ¿Dónde es la cocina?

Señale al fondo. Él asintió y se encamino allá. Lo seguí.

—Aquí las dejo.— soltó y se acerco a mí, muy cerca, lo suficiente como sentir su respiración en mi cuello. Y como si de una adolescente enamoradiza se trata me pongo nerviosa.

—Venga, ponlas allí.— murmuró señalando la encimera.— ¿Quieres algo de tomar?

Él niega.

—Bien, vamos al salón.— lo guié.— Puedes sentarte.

Asintió tomándome la palabra. Podía sentir cómo su mirada penetrante me estudiaba. Eso me provocaba ciertas cosas. No podía evitarlo.

—Tenemos que hablar Emma.

—Puedes empezar Bieber. Te escucho.

Secuela WhatsApp ➳ j.bWhere stories live. Discover now