Diego carraspea y vuelve a coger el cubo para dejarlo en su sitio.

— No quiero que te hagas daño, eso es todo, Bambi. Los chicos como él tienen experiencias con las chicas, no quiero que rompa tu corazón.

— No puede romperme el corazón alguien que no lo tiene. No me enamoro tan fácilmente.

— No, pero sí te ilusionas. Mente y corazón fríos, Bambi.

Ruedo los ojos. No me va a pasar como con Leo, esto es diferente, muy diferente. Leo me cogió con la guardia baja y estuve volando por el cielo durante unos meses, hasta que me arrancó las alas y caí en picado al suelo.

— No me hará daño —le digo.

— Eso espero, le cortaré los huevos si lo hace.

Agradezco que Diego se preocupe por mi. Antes solo tenía a Bárbara pero ella es más de decirme que viva el momento, sin importar el corazón. Ella no piensa en el futuro, simplemente hace lo que le apetece en ese momento y ya lidiará con las consecuencias después.

Yo no.

Yo soy más de intentar evitar el dolor, aunque lo he hecho fatal, la verdad. Sinceramente porque no lo vi venir, pensé que seríamos él y yo contra el mundo y al final me quedé sola.

— ¿No ibas a volver a California?

— Prefiero ir en coche a casa. No me apetece ir en autobús.

— Quieres seguir quedando con Zev.

Me apoyo en la verja y lo miro con una sonrisa en mis labios. Diego es el hermano que siempre he querido y ahora lo tengo. Es atento, lee entre líneas y se preocupa por mí y por Bárbara. Siempre.

No puedo decir lo mismo de Leo.

— Sí, quiero saber...

— No quiero que me cuentes qué quieres saber, Bambi —suelta una carcajada—. Las cosas sexuales a tu hermana.

— No iba a decir nada sexual —lo empujo—. Quiero saber cómo es, eso es todo.

— De acuerdo, pero que no te saque del pueblo, ¿vale? Nada de excursiones extrañas y necesito saber dónde vas a estar.

— Si me hubiera querido matar, ya lo hubiera hecho. Es más, si mi destino está en morir estas vacaciones, moriré de una forma u otra. Asesinada por Zev, por tu abuelo —él niega con la cabeza mientras tiene una sonrisa divertida en su rostro— o un caballo me dará una coz.

— Bueno, intenta no morir en manos de nadie, ¿vale? —Suspira— Creo que estas no son unas buenas vacaciones. ¿Cómo está Leo?

— Sigo pensando que debe ir al hospital.

— Si aún sigue vivo, está bien. Sólo se ha caído de un caballo, y no fue tan grave.

— Tiene todo su torso morado.

— De las anteriores caídas. Bambi, Leo ha estado con un brazo roto un día y no ha dicho nada. Siete años teníamos, se calló de un árbol y por eso nos montaron la casa árbol.

Me imagino a Leo de pequeño, rubio, con sus ojos azules brillantes y su sonrisa pícara, ignorando el dolor del brazo y saltando aún como las cabras.

— Estará bien, aunque siempre puedes intentar que vaya. A lo mejor si te ofreces a ir con él, lo convences —palmea mi hombro y sale del corral dejándome allí con las gallinas.

Lo siento, pero no. Leo es mayorcito para ir al hospital solo. Salgo del gallinero para ver al viejo mirándome con una mueca en su rostro.

— ¿Ya has terminado, niña? —Me grita desde unos cinco metros. Asiento— Pues ponte a recoger naranjas.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Where stories live. Discover now