15; Bambi

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Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Sᴇʟᴇɴᴀ Gᴏ́ᴍᴇᴢ ﹣ Vᴜʟɴᴇʀᴀʙʟᴇ

Necesito dormir una semana entera después de las fiestas, pero es imposible con el abuelo de los gemelos aporreando la puerta para que nos levantáramos.

“Es tarde” Había dicho.

¿Tarde? Las siete de la mañana, por el amor de Dios, ¿qué hago yo en pleno Julio levantada a las siete de la mañana?

Limpiar a las cabras.

Miro con una mueca a una de ellas, que se ha quedado atrapada entre dos tablas de madera en la cabreriza.

— Eres tontísima —le digo, aunque sé que no me entiende—. No sé cómo sacarte, la verdad. Vendré después.

Me giro y me dirijo hacia Diego, que está limpiando. Su espalda ancha está cubierta por una camiseta de tirantes y lleva su camisa de cuadros roja amarrada a su cintura.

Yo llevo los pantalones de Leo que me dejó el primer día y una camiseta amarilla que me ha dejado el gemelo que tengo en frente.

— No sé cómo diablos sacar a la cabra —me cruzo de brazos y él me mira.

Sus bíceps están bien trabajados, e imagino que debajo de esa camiseta también tiene sus abdominales bien definidos.

—  Ahora iremos a sacarla, ayudame con esto.

Estamos haciendo lo mismo que con el corral. Quitar la paja, limpiar y poner nueva. También hay que limpiar los comederos y bebederos y me encargo de eso.

Ellos siempre cogen el trabajo más duro y no es porque nosotras no podamos hacerlo, si no porque, básicamente, no nos hace especial ilusión y ellos lo entienden.

No es nuestra granja, estamos aquí de paso. Sé que no vamos a volver, o por lo menos yo, claro. Cuando se acabe el verano, cogeré la maleta y volveré a la ciudad.

— Leo tiene que estar maldiciendo —se ríe—. Bárbara está hoy en la cocina. ¿Cuándo me va a tocar a mí estar en la cocina?

— Cuando quieras, tu tía siempre necesita ayuda —le digo intentando levantar la carretilla.

Diego ocupa mi lugar y lo sigo. Sé que tengo que ir al gimnasio para fortalecer mis músculos, pero no tengo tiempo. Bárbara crítica mi manera de tomarme mi paso por la universidad. Me gusta salir de fiesta, por supuesto, pero mientras que todo el mundo está yendo a las primeras fiestas y yendo a clase ojerosa, yo estoy tomando apuntes y estudiando toda la tarde.

Si quiero ser contratada por una empresa importante, tengo que ser la mejor porque tengo una beca que me paga la universidad. No puedo suspender.

— ¿Por qué no vas a ver a Leo? Quizás necesita ayuda, aquí no hay mucho que hacer —lo veo caminar con la carretilla y mordisqueo mi labio inferior.

Camino sin prisas hacia el establo porque apenas hemos tenido relación desde que nos besamos en los naranjos. Hemos hablado, pero delante de sus amigos o nuestros hermanos.

No he podido dejar de pensar en él y mi corazón se acelera cuando lo veo, como ahora. He asomado la cabeza por el establo y él está cepillando a Tormenta, ese caballo donde tuvimos nuestro primer momento caliente.

Tengo mariposas revoloteando libremente por mi estómago desde que me besó la primera vez.

Creo en el amor, pero no en el amor a primera vista. Me han gustado muchos chicos al verlos en la universidad o en la residencia, pero no puedo llamarlo amor porque no conozco a esa persona. Puede ser atractivo pero un tremendo imbécil.

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