9. Bambi

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Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Kʜᴀʟɪᴅ ﹠ Dɪsᴄʟᴏsᴜʀᴇ ﹣ Kɴᴏᴡ ʏᴏᴜʀ ᴡᴏʀᴛʜ

Salgo al porche trasero donde Leo está de nuevo fumándose un cigarrillo. Cuando voy a coger el cigarro de entre sus dedos, él lo tira y lo apaga. Sonrío. No es mi intención hacerlo sentir incómodo, pero he observado que puede terminarse un paquete en un día. Me lo agradecerá algún día.

Leo es alguien que te cautiva. Me he llevado días pensando en qué es lo que tiene ese chico. Su abuelo viene hacia nosotros, Richard, se llama. Tiene el pelo canoso y sesenta y dos años. No le caigo muy bien, puedo verlo cada vez que me mira, como ahora. Le molesta que estemos aquí pero nunca ha dicho nada.

— Hay una cabra atrapada en la verja —señala hacia atrás y puedo ver a lo lejos el animal blanco.

— Iré —dice Leo.

— ¿Por qué no vas tú, Bambi? —Pregunta el viejo con una sonrisa divertida en su rostro.

Antes de que Leo pueda hablar otra vez, asiento y hago mi camino. Richard no deja que Leo me acompañe y camino por la arena hasta llegar a la cabra. No es una buena idea. La miro y alzo mis cejas.

— Pero bueno, si es la cabra que me persiguió el otro día —pongo las manos en mi cintura y la miro.

Tiene su cabeza atrapada en el alambre y no puede sacarla, pero está bastante tranquila. Hago una mueca y miro a mi alrededor esperando ver a Diego o Bárbara para que me ayuden.

— No debería ayudarte —digo examinando el alambre—. ¿Has visto? Ahora me necesitas y yo podría dejarte ahí.

Intento llevar mis manos a su cabeza y el alambre para intentar sacarla pero no puedo. ¿Y si me muerde? A pesar de que está atrapada, me siento inferior a ella.

Parece que estoy en el infierno del calor que hace y no me importaría meterme en una piscina incluso con ropa.

— ¿Cómo se supone que voy a sacarte?

Con mucho valor, después de unos quince minutos, consigo acercar mis manos a la cabra y levantar el alambre.

— Saca la cabeza de ahí, cabra loca —lloriqueo y ella grita. Grito con ella, porque me asusto y caigo de cuelo al duro suelo—. ¡Idiota! —La insulto, a pesar de que no puede entenderme.

Me levanto y limpio los pantalones. — ¡Ahí te vas a quedar! —La señalo— Odio este maldito sitio —refunfuño— No entiendo por qué cojones nos han tenido que enviar aquí. Al culo del jodido mundo. Me cago en la puta —vuelvo al alambre, enfadada y me hago daño al tirar de él para que la jodida cabra saque la cabeza.

— ¿Necesitas ayuda?

La voz de Jack hace que me gire y deje el alambre. Él, con cuidado, se acerca a la cabra y no tarda en sacarla del alambre.

— Gracias —digo.

— No hay de qué.

Su camiseta de tirantes muestra los músculos de sus brazos y me tengo que esforzar por no mirar más de la cuenta. Cuesta ver chicos sexys en Princeton, sobre todo si me llevo todo el maldito día en la biblioteca estudiando. Debido a eso, mi relación con el sexo masculino es totalmente inexistente hasta este verano claro.

Jamás he hablado con un chico más de dos palabras pero los gemelos me dan la confianza suficiente para hacerlo. Están jodidamente locos y nos han integrado en su vida sin rechistar. Sus amigos también son agradables y nos han acogido como si fuésemos sus amigas de toda la vida.

— No quise decir todo eso —digo pausadamente. Jack alza una de sus cejas y cruza sus brazos—. Bueno, sí quería decirlo —admito—. Esto no es lo mío.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora