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Y le solté todo, estaba aterrada por su reación, James, que estaba al otro lado de Mike, lo escuchó todo atentamente aúnque él ya lo sabía.

Me encontraba con los ojos cerrados y los labios apretados esperando su reación, de repente sentí unas cálidas manos acariciando mis brazos y en un suave gesto me levantó de mi asiento y me llevó fuera de clase, aún quedaban unos minutos para que empezara así que el profesor no estaba.

-¿Te parece si nos saltamos algunas clases y hablamos tranquilamente? -preguntó en un tono tan dulce, debo admitir que me está empezando a gustar...

-Cla... -no me salía la voz- claro -dije al fin.

Salimos del colegio y nos sentamos en un banco un poco alejado, Michael limpiaba mis lágrimas con su pulgar y me miraba enternecido, un momento ¿lágrimas? ¿cuando he empezado a llorar? Si yo casi nunca lloro.

-Yo... solo... -dijo pero lo interrumpí.

-Mike, no hace falta, sé que ahora me tendrás pena y... bueno supongo que no querrás ser más mi amigo, como todo el mundo pero... -me calló poniendo su mano en mi boca, sinceramente, preferiría que me hubiese besado... ñe.

-Mi vida no es de príncipe y te diré porque -comenzó- todos me hacen bulling y todos son todos, además como soy un chico me hacen más, y me pegan, como no me defiendo por que estoy en contra de la violencia, siempre llego a casa hecho un cromo, con moratones cubriendo mi pálido cuerpo, solo tengo dos o tres puñeteros amigos, y gracias que lo tengo por que quizás yo también me hubiese suicidado. Siempre pienso que esto me supera, que esta vida no la merezco, ¿que mierda hice yo en una pasada vida para que ahora me pase esto? quizás era terrorista, ladrón o asesino, que crueldad ¿no? siempre me estoy preguntando porque me toca a mí y solo sigo adelante con Ash y mi hermano pequeño Carter. Sinó ya hace tiempo que me habría ido, y a nadie le hubiese importado de todas formas.

Y ahí fué cuando empezó a llorar el también sin sollozos, solo en silencio le caían algunas lágrimas, seguramente recordando todo lo malo que le ha pasado igual que a mi. Entonces me dí cuenta, éramos dos chicos incomprendidos sentados en un banco y llorando suavemente el uno junto al otro.

Sentí un impulso de abrazarle, sentí que él... me comprendía, que podía confiar en él por que todo lo malo que me pasó a mi también le pasó a él. En fin, lo abracé y él se sorprendió al principio pero luego me abrazó. Y los dos sabíamos que no hacía falta ni una sola palabra, solo el uno junto al otro.

Después de unos minutos en los que desearía haber congelado ese momento y vivirlo para siempre, decidimos que por hoy, ya no íbamos a volver a la escuela, cosa que me pareció bien porque estaba un poco con los sentimientos a flor de piel.

Caminamos un rato en un silencio agradable y llegamos a su casa ¿que hacíamos aquí?

Mi mejor amigo, Michael CliffordWhere stories live. Discover now