𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚝𝚛𝚎𝚒𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚜𝚎𝚒𝚜

6.7K 757 185
                                    

Dan

—¿A dónde irás? —una voz me detuvo antes de salir de la torre Hokage.

—¿Por qué? —me giré.

—Curiosidad —entrecerré los ojos un poco.

—Iré al hospital, pervertido —asintió.

—No deberías llamarme así —me señaló—. Tenme respeto.

—Deberías decirle a mi madre que te sigue gustando, tal vez te vuelvas mi padrastro y tal vez te respete —sonreí con inocencia.

—No sé de lo que hablas.

—Claro, haste el olvidadizo, nos vemos, tío Jiraiya —le saqué la lengua y salí del lugar dejando a Ero-sennin ahí.

Tiempo después llegué al hospital, dónde me asignaron un par de pacientes, para ser exactos, tres. Solo eran unas simples consultas y ya. Al salir de atender a mi último paciente encontré a Kurenai-Sensei.

—Oh, Kurenai-Sensei, ¿Qué la trae por aquí? —pregunté dejando unas hojas sobre el mostrador y tomando mi envase con jugo.

—Dan, no esperaba verte por aquí —dijo un poco nerviosa.

—No tengo nada mejor que hacer —la miré sospechosamente mientras juego con el popote de mi jugo—. ¿Vino a una consulta?

—Eh, algo así, pero creo que vendré después, solo son unos pequeños mareos.

—No, puedo darle la consulta yo misma —dije despreocupada—. No tengo más pacientes.

—Oh, es solo que yo... Olvidé que tengo que hacer algo —señaló la salida—. Vendré otro día.

—¿Y si se siente peor? —sonreí de lado—. ¿Qué tal si en plena misión... Vomita?

Ella se detuvo y me miró con sorpresa.

—¿Qué? —asentí.

—O se desmaya, puede que tenga falta de vitaminas y eso ocasione sus mareos —negó de inmediato.

—No te preocupes, vendré después —volvió a tomar su camino.

—Los vomitos y mareos también son síntomas de un embarazo —bebí de mi jugo—. En fin, iré a descansar un poco.

Comencé a caminar por el pasillo.

—Espera —me detuve mientras una sonrisa enorme aparece en mi rostro, gané.

—¿Qué ocurre? —la miré "confundida".

—Muy bien, pero si es lo que creo que es, manténlo en secreto —asentí y le hice una señal de que me siguiera.

—Claro, usted misma le dará la noticia, ¿No es así? —asintió—. Entonces hagamos un examen de sangre.

Di un pequeño salto y llegamos a la sala. Saqué la muestra de sangre y la envié al laboratorio con asunto urgente, además, no hay mucho trabajo.

—¿Tardará mucho? —la miré.

—Ser yo tiene sus ventajas, no me quieren ver enojada, temen que sea igual o peor que mi madre, por eso siempre apresuran todo lo que ordeno —al terminar de decir eso la puerta se abrió.

—Aquí están —me entregaron los resultados.

—Gracias —se fue y miré a Kurenai.

—Abrelos tu —pidió con un poco de miedo.

—Tienes miedo, la pregunta es ¿Por qué? ¿A qué sí lo estés o a qué no? —miró sus manos.

—A qué solo sea una falsa alarma.

𝘠𝘰𝘶𝘳 𝘦𝘺𝘦𝘴 𝘵𝘦𝘭𝘭 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘺𝘰𝘶. (𝘚𝘩𝘪𝘬𝘢𝘮𝘢𝘳𝘶 𝘕𝘢𝘳𝘢)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora