Capítulo 01.

1.6K 234 65
                                    


De color gris. Yibo.

Los años pasaron y los recuerdos se atosigaron en alguna parte de su cabeza, dejándole crecer con algo de cordura en el infierno desmedido que le tocó nacer. Faltaba poco para que cumpliera sus 25 años y le faltaban dedos para contar cuándo fue la última vez que pudo descansar en su día. Su padre había salido hace dos días de prisión, llevaba 5 años encerrado por robo a mano armada; realmente se sorprendió del poco tiempo que le dieron, supuso que incluso en ese lugar ya estaban cansados de tenerlo.

Resignado a esperar algo más de la vida, supo que tenía que tenerlo en su casa, sí, suya, porque cuando el padre de Yibo fue arrestado, él quedó directamente en la calle. Incluso con sus 3 trabajos, le era imposible mantener la casa con todas las deudas de su padre, por lo que vivió días bajo la desolada luna rezando que se apiadara de él y no dejara caer sus finas gotas de lluvia. Con el tiempo y multiplicándose, logró mantener 5 trabajos estables. Ni la madre luna sabría cómo explicar el motivo que lo mantenía en pie. Dormía 3 horas diarias y trabajaba corriendo de un lugar a otro las otras que le restaban para completar el día. Así logró poder arrendar un apartamento en un barrio bajo a las afueras del centro de la ciudad. Fue así que su desdichada vida, que parecía no ser peor, lo llevó al principio de lo que parecía ser su nueva desgracia en un día lluvioso que corría desesperadamente por su vida...

"Así logró poder arrendar un apartamento en un barrio bajo a las afueras del centro de la ciudad, y fue así que su desdichada vida, que parecía no ser peor, lo llevó al principio de lo que parecía ser su nueva desgracia en un día lluvioso que corrí..."

¿Mi color favorito? Desde hoy es gris. Zhan.

La vida había ido de maravilla para Zhan, rodeado de sus seres queridos. Hoy disfrutaba de unas merecidas vacaciones luego de su tercer año de universidad. Había entrado a estudiar por puro capricho; su padre, a sorpresa de todos, lo había nombrado su heredero y, apenas cumplió su mayoría de edad legalmente, le cedió toda la franquicia. Algo que indudablemente hizo que a más de uno se le frunciera el entrecejo en la empresa general de SECURITI-Z, la franquicia más grande de la familia Xiao. Aun con las normas actuales, los omegas seguían siendo tratados de forma despectiva algunas veces. Aunque para Zhan no era algo de preocupar, incluso cuando no le cayera bien a alguien, sabía que tendrían que bajar la cabeza por él, incluso si este era un alfa. Todo era perfecto: una buena carrera, buenos amigos y una vida asegurada una vez terminara de estudiar. Eso no quería decir que él fuera un niño mimado; bien sabía que tenía que ser alguien en la vida más que un mantenido y un niño nacido en una cuna de oro. Por ello decidió sacar su título a toda costa, por más de las insistencias de lo innecesario que era por parte de sus padres. Zhan siempre tuvo un corazón curioso; fue eso lo que lo llevó a correr rápidamente tras un chico un día lluvioso, en un lugar bajo que no conocía. Ese fue el día que su vida cobró realmente sentido...

"Zhan siempre tuvo un corazón curioso; fue eso lo que lo llevó a correr rápidamente tras un chico un día lluvioso, en un lugar bajo que no conocía. Ese fue el día que su vida cobró realmente sentido."

Hermoso color blanco. Yibo.

Eran las 09:02 a. m.; el aire fresco quemaba su garganta y su fatigado cuerpo, que no lograba recuperarse en esas 3 míseras horas de sueño, estaba pasándole factura en ese momento. Sus piernas dolían de una manera impensable, pero sabía que no podía darse el lujo de parar.

Flashback

Había despertado temprano esa mañana y se dio cuenta de que su padre no estaba. Vio las botellas de licor esparcidas por el suelo y una punzada en la cabeza le hacía honor a la furia que sentía en ese momento. Suspiró pesadamente y resignado dio paso a ordenar un poco antes de irse. Si había botellas, tantas como las que recogió, entonces era impensable creer que abriría algo de comida para él. Sabía de antemano que si su padre compró alcohol, fueron sus ingresos los que se ocuparon. También significaba que tenía que encontrar un nuevo lugar para esconder el dinero o no podría pagar la renta de ese mes.

Salió envuelto en una larga bufanda desgastada enrollada en su cuello y acomodó bien la capucha de su chaqueta para intentar mojarse lo menos posible. Abrió rápidamente la puerta de su casa, haciéndose la idea mental del golpe de frío que chocaría en su cuerpo apenas atravesara ese umbral. Cerró los ojos y respiro hondo cuando salió de golpe asimilando el frío invierno. Cerró lentamente, suspiró hondo y se dispuso a andar rápidamente como cada día.

Al llegar a la puerta de salida del edificio, fue cuando lo notó. Estaba su padre con un grupo de hombres que no se veían nada legales. Tenían algo en las manos y se disponían a entregárselo a su padre; eso le preocupó, no por su padre, sino por las miles de ideas que pasaron por su mente del contenido de aquella bolsa. Intentó ignorarlos; los problemas de su padre de hace mucho dejaron de ser suyos, mientras no lo metiera a él, todo estaría bien. Caminó rápidamente tratando de no ser notado, pero la fuerte voz de su padre llamándolo lo obligó a frenar. Cuando dobló la mirada, su padre lo miraba con una sonrisa cínica y le decía algo a uno de esos mastodontes; por su complexión, dedujo que eran alfas. Él también lo era, pero su falta de alimentación, sus pocas horas de sueño y su escaso cuidado de su persona lo hacían parecer un escueto beta o incluso lo podían confundir con un insignificante humano, como solía pasar.

Sus músculos se tensaron ante las miradas de esos hombres y la sonrisa de su padre. Vio a tres de aquellos mastodontes moverse hacia él, y si en algo se destacaba Yibo, era en inteligencia. Además, no era necesario serlo para deducir que seguramente su padre había hecho un trato con ellos por él, seguramente para comprar más licor y pagar algunas cuantas de sus deudas. No se detuvo a pensar en ese momento, dio un paso hacia atrás y vio cómo aquellos apuraron el paso. Fue en ese momento que obligó a su cuerpo a reaccionar y se echó a correr tan rápido como sus cansadas piernas lo permitieron.

Fin del flashback

Corrió y corrió sin parar, chocó con demasiada gente como para parar y pedir perdón. En ese momento se sintió tan justificado que ni siquiera un ápice de conciencia se guardó en su mente cuando chocó con aquel delicado chico de traje blanco que parecía sacado de una revista de Gucci. Quiso reír cuando se dio cuenta de que lo detalló demasiado bien para solo haberlo visto 5 segundos. Paró en seco contra el piso cuando sus piernas ya no reaccionaron, intentó pararse y seguir, pero no había caso, miró hacia atrás y vio que a lo lejos aún estaban tras él. Rió resignado con la angustia a flor de piel, y dos lágrimas traicioneras resbalaron en su mejilla perdiéndose entre las gotas de lluvia que empezaban a ser cada vez más fuertes.

Tenía frío, dolía cada parte de su cuerpo, tenía miedo y estaba tan agotado que simplemente se rindió y esperó que ellos llegaran. Rió suavemente arrastrándose hasta la pared de uno de los locales, llevó una de sus manos a su cara y mordió su labio fuertemente entre maldiciones, haciendo el mero intento de no llorar. Esperaba todo en ese momento, esperaba lo peor y se imaginó lo peor. Sabía que era cuestión de segundos para que esos matones llegaran a él, y ni siquiera podía ponerse de pie. Pero jamás esperó que fuera un precioso chico de blanco y que se sacara rápidamente su abrigo arropándolo, con una mirada que le mostraba la más pura preocupación. Quiso decir algo; quiso hablar, pero el agotamiento hacía sus párpados pesados y adormilaba su cordura. Así que simplemente se dejó llevar por la repentina y cálida sensación de confort que ese extraño ser le brindó. Tal vez se había desmayado y estaba soñando, o tal vez esos matones lo habían aturdido dándole una paliza tan fuerte y él imaginó al último ser más hermoso que había visto, justo ese día. No lo sabía, y en ese momento, tampoco le importó saberlo. Yibo solo quería dormir, dormir tanto como su cuerpo le permitiera, porque si moría en ese momento, por lo menos moriría con la memoria del ser más hermoso que su cabeza pudo generar.

 Yibo solo quería dormir, dormir tanto como su cuerpo le permitiera, porque si moría en ese momento, por lo menos moriría con la memoria del ser más hermoso que su cabeza pudo generar

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Se borro la nota de pie al corregir. ¡No me maten!... les adoro.💖

Al color del alma Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt