( 61 : BE MY VALENTINE )

Comenzar desde el principio
                                    

Una vez te calmaste te sugirió quedarse toda la noche, queriendo asegurarse de que estabas bien. Ambos acabasteis estando despiertos durante toda la noche, viendo películas y bromeando para tratar de distraerte. Ahí fue cuando Calum se dio cuenta de que estaba enamorado de ti.

Desde aquel entonces le dolía verte pasar por tanto desamor, pero le dolía más solo poder quedarse sentado consolándote, no pudiendo expresar sus emociones por miedo a que le rechazases. Siempre había tenido miedo al rechazo desde la última vez que le habían roto el corazón a él, así que se quedaba sus sentimientos para él mismo y se rehusaba a siquiera intentarlo de nuevo.

Ambos os quedasteis en silencio por un rato, las manos de Calum moviéndose por tu espalda, sintiendo tu columna con la yema de sus dedos mientas tú simplemente te quedabas acurrucada sobre su cuerpo.

— ¿Estás bien? — Preguntó casi en un susurro. Tú soltaste un suspiro, tus ojos abriéndose por primera vez desde que había entrado en tu habitación. Tus pestañas empapadas chocaron contra la piel del cuello de Calum antes de alcanzar a mirarlo con tus ojos rojos y asentir. Cal examinó tu rostro, haciendo un puchero al notar tus ojeras y las marcas que habían dejado tus lágrimas.

Era obvio que no habías dormido, probablemente demasiado consumida por tus emociones como para siquiera pensar en descansar. Calum te conocía y sabía que seguramente te habías pasado los últimos días encerrada en tu cuarto, ni siquiera molestándote en levantarte de la cama. Una de sus manos se movió hasta tu mejilla, su pulgar secando tus lágrimas y tomándose el tiempo para estudiar tu apariencia.

Tu cabello estaba recogido en un moño completamente desordenado, unos cuantos mechones escapándose del coletero. Llevabas puesta una sudadera y unos leggings y tus ojos estaban algo hinchados de tanto llorar, haciendo que tu piel se viese algo más pálida de lo normal.

— ¿Has estado aquí encerrada toda la semana? — Preguntó, su voz llena de preocupación mientras te observaba. Había tratado de llamarte más de una vez pero habías ignorado todas sus llamadas, dejando que fuesen al buzón de voz. Fue esto lo que lo llevó a presentarse en tu apartamento sin avisar para asegurarse de que estabas bien. Tú solo asentiste en respuesta, Calum suspirando profundamente al imaginarte triste y sola encerrada en aquel lugar. — Deberías haberme llamado. Sabes que habría estado aquí de inmediato. — Comentó, obligando a que te sentases sobre su regazo y rodeando tu cintura con sus brazos mientras tú apoyabas tu cabeza contra su hombro.

— Lo sé. — Contestaste, tu voz algo ronca después de no haber hablado durante tanto tiempo. — Quería estar sola.

Calum suspiró de nuevo, apretando su agarre y notando como tu cuerpo se relajaba.

— Sabes que no es bueno para ti estar así sola. No deberías estar aquí encerrada en tu cuarto, no es bueno para tu salud, amor. ¿Te has duchado? Por Dios, ¿has siquiera comido algo? — La voz de Calum rebasaba con preocupación, el chico queriendo asegurarse de que al menos estabas cuidándote y no simplemente ignorando tu propia salud, mucho menos por culpa de un chico que no te merecía.

Después de unos segundos de silencio murmuraste un "no", provocando que el corazón de Cal dejase de funcionar por un momento al oírte.

— t/n, no puedes hacerte esto. Vamos, sabes que no puedes hacerte esto a ti misma, vas a enfermarte si sigues así. Necesitas levantarte y salir de la cama, deja que te lleve a algún sitio. — Te dijo, los nervios comenzando a golpearle al decir las últimas palabras. — Deja que te muestre como deberías ser tratada. Sé mi cita de San Valentín. — Sus nervios crecieron aún más cuando el cuarto se quedó en silencio, dándole un pequeño apretón a tu cintura para llamar tu atención.

𝐈𝐌𝐀𝐆𝐈𝐍𝐀𝐒, calum hoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora