Capítulo 14

Mulai dari awal
                                    

—Wow... —rio Sam dándole un codazo a la rubia— directa al grano.

—Estás obsesionada con eso. Jamás lo haría con una tía, Ká.

—Nunca digas nunca —respondió Sam indignada apoyando a la cumpleañera.

—Tienes razón, rectifico: jamás lo probaría con una tía que se parezca a ti —le señaló a Kara a regañadientes con el dedo después de dejar la tarta sobre la mesa.

—Normal —Kara encogió de hombros.

—¿Normal? —Lena frunció el ceño, sorprendida ante su reacción, pero luego rodó los ojos cuando Kara continuó hablando.

—Porque soy única. ¿Cómo vas a hacerlo con otra persona que se parezca a mí? Es imposible.

—Siempre estáis igual —Nia puso los ojos en blanco junto a Querl.

—Sopla las velas, Kara —le indicó Lena con impaciencia y Kara sonrió, guiñando un ojo.

Sin embargo, Lena sonrió de lado. Cuando era más pequeña le molestaba que Kara siempre intentara hacer creer que ella estaba loca por sus huesos, pero ahora le parecía gracioso. Esa reacción era normal, ¿no? Solo eran bromas.

La rubia sopló rápidamente y la azabache no tuvo la oportunidad de empujar su cabeza hacia la tarta porque el brazo de Sam se interpuso, cogiendo un poco de nata y lo restregó por la nariz. Todos rieron, pero la azabache rodó los ojos tensando la mandíbula. No le gustaba nada que hicieran eso delante de sus narices porque quien fastidiaba a Kara era ella, no otra persona.

.

Terminaron con la celebración después de darle los regalos estilos navideños. Lena pagó toda la cena y los caprichos de los demás como primer regalo de Kara, aunque era más bien regalo de Lillian. Por mucho que la rubia insistiera en que no hacía falta, Lena entregó la tarjeta a J'onn.

Se dirigieron a casa después de despedirse de todos. Lena se encargó de llevar a su vecina a su casa, pero se desviaron por el camino hacia un descampado. Kara se quedó con el ceño fruncido preguntando qué estaba tramando, bromeando en que la pelinegra le estaba secuestrando o que quería matarla y enterrar su cadáver.

—¿Por qué tanto misterio? —preguntó Kara cuando Lena estacionó.

—Kara... —se giró hacia ella y si Kara fuera una gata, sus orejas se alzararían hacia arriba ante el tono ronco de su vecina—. Vamos a hacerlo... —su mano se deslizó por sus vaqueros y se inclinó poco a poco.

—¿¡QUÉ!? —se apartó bruscamente de ella. Si Kara fuera una gata y le hubiesen echado agua encima, sería la primera en saltar y salir de ahí.

Lena comenzó a reírse a carcajadas ante la mirada asustadiza y confusión de Kara. La rubia luego frunció el ceño y apretó los dientes mirando a la pelinegra con lágrimas en los ojos. Se trataba una de las muchas bromas que se hacían, aunque Kara se quedó de piedra al pensar que por primera vez Lena lanzó una de ese calibre cuando era la rubia la que siempre se los gastaba.

—Era coña. Deberías haber visto la cara que has puesto... Joder, ¡tenía que haber sacado una foto! —señaló su rostro con una sonrisa entre dientes.

—Eres super graciosa, Luthor, ja, ja —espetó molesta dándole un manotazo en la mano.

—¿De verdad te creías que si accediera a tu deseo sería hacerlo en un coche a mitad de un campo? —preguntó con burla y Kara negó con la cabeza.

—Tu deseo, no el mío.

—Lo que tú digas —rodó los ojos sin dejar de sonreír y miró a Kara—. Anda, abre la guantera.

Kara hizo lo que se le ordenó casi con un gesto de confusión. Se quitó el cinturón, abrió lo que le indicó y miró que había una caja de terciopelo negro con un lazo morado. Kara lo sacó, enseñándole la larga caja a Lena por si era lo que tenía que buscar y asintió con una sonrisa.

—Feliz cumpleaños... —murmuró apartando la mirada hacia el volante y la rubia entrecerró los ojos.

—¿Seguro que no me quieres matar o algo así? Porque esto es una caja demasiado grande para que contenga un anillo y me pidas matrimonio. Es la primera vez que me das un regalo un poco más... elegante y normal. ¿Es el cuchillo con el que me vas a degollar? —agitó la cajita con delicadeza, inspeccionando con gracia cerca de su oreja.

—Ábrelo, tonta —sacudió la cabeza y cruzó de brazos esperando, mirando a su vecina de reojo.

Kara abrió la caja cuadrada después de desatar el lazo. Sus ojos curiosos se cambiaron a un tono de sorpresa agradable. Era una pulsera exactamente igual a la que le "regaló" ella por su cumpleaños, aunque claramente con su nombre grabado.

Cogió la pulsera y miró a Lena con una sonrisa de oreja a oreja. Levantó su manga y le pidió ayuda para ponérsela. Kara miró embobada a la pulsera plateada. Sonrió con ternura, de eso estaba segura ya que era la primera vez que Lena le hacía un regalo importante, por no decir que le hacía un regalo de verdad. No es que los otros no fueran un regalo, pero jamás se probaría el traje de payaso que le regaló el año pasado ni el tutú del anterior. Este, sin duda, era especial porque significaba algo; un vínculo entre las dos.

—Gracias, Len...

—¿Len? —preguntó con una sonrisa y Kara la miró.

—Sí —alzó las cejas pensativas, preguntándose si debía decir el por qué o no por si Lena se burlaba. Finalmente miró su sonrisa y prosiguió—. Un apodo cariñoso.

—¿Te estás poniendo mimosa, Danvers? —se burló riendo entre dientes y, para su sorpresa, Kara asintió.

—De verdad... —ignoró su comentario y alzó la pulsera para luego abrazarla—. Me encanta. Gracias.

—De nada —susurró con una pequeña sonrisa.

—Aunque todavía me debes un regalo.

—¿Cuál? —preguntó separándose de ella.

—Una noche —le guiñó un ojo y Lena le golpeó el hombro con ganas—. Deja de pegarme.

—Es que no paras de vacilarme.

—Y jamás lo haré, bonita, hasta que admitas que estás colada por mí.

—Estoy colada por ti.

—¿En serio? —Kara la miró sorprendida con una sonrisa, pero Lena alzó la ceja para luego rodar los ojos como diciendo: "hemos tenido esta conversación millones de veces y ya sabes la respuesta".

—Vámonos, anda...

—Pero si lo pruebas con una tía, seré yo, ¿verdad?

—Ni hasta arriba de alcohol —le sacó la lengua y arrancó el coche.

Vecinas incontrolables | SupercorpTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang