ᴍᴇᴊᴏʀ ᴀᴍɪɢᴏ

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ᴍᴇᴊᴏʀ ᴀᴍɪɢᴏ

La llamada que tanto había enviado al buzón de voz volvió a aparecer, y está vez, parecía que sus ganas de hablar eran enormes.

Era entendible, después de todo, si mi mejor amigo me ignorara de la noche a la mañana yo también estaría como loca por querer hablar con él.

Ya no más, me dije, porque desde hacer cinco días que lo he evitado e ignorado. Lo he rechazado y excluido solo para no volver a caer como lo hice en un principio. Debía ser fuerte por primera vez, porque sino, ¿De que valdría la pena que me escondiera como nenita asustada?

Aún dudando un poco, tomé el teléfono y acepté la llamada de Jaeden.

— Hola. – Mi voz sonó casi inaudible. Estaba nerviosa por más que no lo quisiera así.

— "¿Hola?" ¿Eso es lo que me vas a decir después de ignorarme como perra mala? – La voz de Jaeden salió disparada, apresurada y algo enojada. – ¿Que mierda te está pasando, Mónica? Me has estado mandando a la mierda desde el Lunes sin motivo alguno.

Jaeden siempre era así: Directo.

Suspiré. — Jaeden... Hola. – ¿Y porqué mierdas dices eso otra vez, estúpida? – Yo... He estado ocupada con algebra. La profesora Stevens es muy estricta, y lo sabes, ¿No?

Si tuvieran que ponerme un sobrenombre, sin duda sería la Reina de las Mentiras, porque siempre me salían como si fuera lo más normal del mundo.

— Ajá, y yo descubrí América en un puto vaso de agua. ¿Crees que soy imbécil, Mónica? La profesora Stevens está de paro por cuestiones médicas.

— Okey, okey. – Respondí ante eso, pero más bien para mi para tranquilizarme un poco. – Perdón. No me he sentido muy bien éstos días, creo que tengo gripa o algo por el estilo. No quiero contagiarte.

Bien. Era mentira eso de la gripa, pero si era verdad que me sentía mal desde hace varios días. Al menos no estoy mintiendo del todo, ¿No?

— ¿Un doctor? ¿Hospital? ¿Medicinas para la gripa? – Enumeró él. – Tienes varias opciones para recuperarte de eso, ¿No crees?

— Si, pero yo... – No sabía que decir, así que solté lo primero que se me vino a la mente. – Estoy cansada. ¡Dios! ¿Ya viste la hora? Es muy tarde, lo mejor será que ambos...—

—¡Mónica!

— ¿Qué?

— Te extraño.

Quizás antes, cuando nuestra relación de amistad no pasara a ser algo más para mí, no hubiera sentido nada más que amistad por él, pero ahora, mi corazón latió más rápido que de costumbre, y ya sabía el porqué lo hacía.

Una pequeña esperanza me llenó el cuerpo, un pequeño rayo de luz me iluminó. Creí que tal vez, y solo tal vez, él sentiría lo mismo que yo. Que él no ve veía como su mejor amiga también.

— Jenna también te extraña.

Y así, la esperanza de fue directo al caño. La estúpida sonrisa que me había salido desapareció tan pronto escuché ese nombre. Mis hombros bajaron de golpe y solté el aire que tenía guardado en los pulmones.

Jenna era la razón por la cual yo no me confesaba a Jaeden. Ella era la razón por la cual me sentía insegura de mí misma, la razón por la cuál decidí alejarme de él.

Jenna era la novia de Jaeden.

— No lo creo, sabes que mi relación con ella no es muy amistosa.

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Where stories live. Discover now