ᴛᴜᴍᴏʀ ᴘᴛ. ²

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Nunca sabes cuánto es el tiempo de una persona, incluso una vez llegamos a pensar que por ser esa persona, nos puede durar para toda la vida.

Pues no, eso no es correcto.

Por más que deseemos desde el corazón, por más que le oremos al Dios, por más que hagamos hasta lo imposible, esa persona en algún momento, se irá, y no podremos hacer nada para evitarlo.

¿Y quien no parecía entenderlo? Jaeden.

Apesar de que ya habían pasado seis meses desde la partida de Mónica, él aún se culpaba a su mismo por lo que le corrió, cuando claramente él no tenía ningún tipo de culpabilidad.

Todos los días, sin falta, iba hasta el cementerio principal de Los Ángeles y dejaba un ramo de Tulipanes en aquella tumba de roca pulida.

“Aquí yace Mónica Mack, una fiel amiga y una buena hermana”

Jaeden miró con suma atención la tumba, como si fueses una obra de arte recién pintada. Después de unos segundos, se sentó en el césped verde recortado y apoyo su mandíbula sobre su rodilla, son dejar de ver la tumba sin expresión alguna.

Todos los días, a la misma hora. Eso no podía faltar en su horario personal: ir a visitar a Mónica, algo que le hacía entristecer a su madre y a sus amigos ya que no pensaban que el rubio teñido caería en una casi depresión por la partida de su chica.

La extrañaba, mucho, a tal punto de que creaba a una Mónica falsa en su cabeza y hablaba con ella como si fuese su amigo imaginario. Imaginaba sus rosas, sus sonrojos, su cabello contra su pecho y su dulce perfume cuando abrazaba a su almohada. Todo le recordaba a ella, y eso lo atormentaba día tras día, tras día, tras día.

Él daría lo que fuera con tal de verla aunque sea una última vez.

Y vaya que se sorprendió del poder que sus deseos podrían tener.

Captó movimiento extraño a lo lejos de la tumba, por la parte de atrás, y su primera acción fue elevar su cabeza sin dejar esa expresión neutra que ya era típica en él, para ver mejor que había sido eso. Vió a una chica como de su edad salir de los árboles del bosque a lo lejos (Ya que el cementerio quedaba literal en un bosque cerrado) vestida de con un hermosos vestidos blanco que dejaba al descubierto sus pálidos hombros. Su cabello iba trenzado en la parte de atrás dejando una mata de cabello suelto. Iba descalza. Y parecía pérdida. Estaba de espaldas, por lo que no se podía ver su rostro.

Claro, hasta que la misteriosa chica se volteó como en cámara lenta hacia Jaeden.

El color de su piel se esfumó y la boca se le seco de golpe. No supo cómo moverse por varios y largos segundos.

¿Era real lo que veía? ¿O acaso era otra de sus ilusiones falsas?

A unos metros de él, a tan solo unos cuantos metros de él, se encontraba Mónica.

Ella, por su parte, sonrió cálidamente y decidió dar el primer paso hacia él, tomando los bordes de su vestido largo para no caerse. Nunca lo dejo de ver. Y por el otro lado, Jaeden se puso de pie tan pronto pudo y se restregó los ojos en caso de que su mente le hiciera una pésima broma. Sin embargo, ella aún estaba ahí. Y sólo fueron unos segundos más los que espero cuando la chica ya estaba frente a él, a un metro de distancia, sonriéndole como si todo estuviera bien.

— Veo que ya casi pierdes tu color. –Le dijo ella, apuntando a su cabello el cual estaba casi en marrón.

— ¿Co-co-como...? –No podía dejar de temblar– ¿Mo-mo-monnie?

Ella asintió, lentamente, curveando su sonrisa.

— ¡Por Dios, estás viva! –Jaeden no pudo aguantar más y explotó de alegría y alivio, avanzando hacia ella para envolverla entre sus brazos y llenarla de besos– ¡¿Pero como es que tu—

Sus palabras fueron interrumpidas cuando el intentó abrazarla, ya que su cuerpo transpaso el de ella como si realmente no estuviera ahí. Y Mónica, en su lugar, fue desvaneciendo esa sonrisa calidad que tenía en un principio hasta convertirla en una mueca. Jaeden volteó a verla, confundido y alarmado.

— Ya ha pasado medio año, Jae-Jae. –Le dijo ella, con lentitud– Debes aceptar que ya no estoy aquí. Debes seguir con tu vida, debes dejarme ir.

Él negó, frenéticamente, y se sostuvo su cabeza con ambas manos. — No, no, no, no... ¿No es-estas aquí?

— No, solo soy parte de tu imaginación. No soy real.

— Pero, pero yo creí que... Yo... Me duele, Monnie. Quiero estar contigo.

Mónica se acercó hasta él para poder tocar sus mejillas dentro de lo que podía, y lo obligó a verla.

— Tú tienes mucho por delante, Martell. –Se lo dijo con tanto detenimiento que sonó como amenaza– Haz todo eso que un día nos prometimos. Por favor, casate y ten hijos con la mujer adecuada. Sigue con tu vida de actor si es lo que quieres, recuerda que yo siempre, –Apunto a su pecho– siempre estaré aquí dentro, y mientras esté aquí, jamás me iré de tu lado. Te amo, Jaeden.

En ese punto, las lágrimas reinaban en los ojos del chico de dieciocho años, sollozaba fuertemente a la vez que intentaba controlarse para no intentar besarla. Poco a poco Mónica fue quitando sus manos del rostro de quién un día fue el amor de su vida y volvió a sonreír cálidamente.

— Así que deja de ser un bebé mimado y déjame ir... –Lo dijo en modo de broma para intentar aliviar su estado– Adiós, Jaeden.

— "¿Adiós?" ¿Como que adiós? –Le preguntó cuando la vió dar unos pasos atrás de él para volver a dónde estaba antes– ¡Mónica!

— Déjame... Ir... –Se limitó a decir avanzando en reversa, sin dejar de borrar su sonrisa.

Y cuando Jaeden intentó detenerla, sintió un fuerte empujón en su pecho y cayó rendido en el césped donde estaba antes. Abrió los ojos por completo y se dió cuenta de la situación.

Estaba él, acurrucado a un lado de la tumba, con el ramo de tulipanes en sus manos y con algo de baba en su mejilla.

Había estado... ¿Soñando?

¿Todo fue un sueño?

Nada fue real...

Pero por otro lado, el alma de Mónica veía a su antes novio con una clara cara de confusión y tristeza, ocasionando que su sonrisa se debilitara poco a poco. Aferró su mano al árbol donde estaba escondida al ver como Jaeden dejaba en ramo de tulipanes en su tumba, miraba a su dirección buscándola y yéndose al no obtener respuesta alguna. Suspiró y se dió la vuelta, yéndose a las profundidades del bosque al creer que había hecho lo correcto.

Ella ya no estaba, así que Jaeden debía seguir con su vida.

(2/2)

LISTOOOO
¿QUE TAL LES PARECIOOOOO?
si, si, muy triste todo, I know.
Matenme, plebeyos. OKRRR
los amo. ❤️

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Where stories live. Discover now