Mi pasado refleja lo que soy

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Eun-woo no vio en mí a "una linda chica" no, el vio en mis ojos algo que yo conocía muy bien, ese día no lloré porque le faltaban el respeto a una mujer mayor, vi la mirada del idol y supe que alguien me había descubierto, él me habló todo lo que pudo y supo lo que yo había escondido.

Lloré porque alguien buscaba amor en donde había maldad, interés propio y oscuridad, lloré porque una vez yo me sentí así, nadie me notó.

No fue solo el bullying el que me cambió, tampoco fue el descarado amor de mi ex-novio, ni la soledad que atravesé en la secundaria ni el odio que me tenían porque no era igual a los demás, no. 

Lo que me cambió fue hallar una familia, yo busqué amor en la soledad, busqué amor en unos padres que nadie quisiera tener, busqué amor en personas que me maltrataron y aún así, yo buscaba cada día.

Mi historia es esta, no tengas compasión de mí, yo no me la tengo, solo aprende de ella y crece, como yo lo hice.

Mis padres biológicos me odiaban, bueno, aún lo hacen. No tengo demasiados recuerdos de los años que conviví con ellos, pero los que están guardados, hay veces que quiero eliminarlos para no vivir ese dolor, miedo y tristeza.

Según lo que me contaron, mi "madre" quedó embarazada a los 26 años en pleno auge de su carrera profesional, quiso "abortarme" pero mi abuela le rogó que me dejara con vida y me diera una oportunidad para conocer la vida. Mi padre ocupaba un cargo importante en una empresa constructora, no estaba casado con "mamá", ella era su amante.

Al nacer, ella solo me odió, mi abuela me cuidaba, amaba, crecí con mi abuela, mientras mi "madre" me obligaba a llamarla por su nombre, siempre me decía que mi verdadero nombre era "estúpida".

A los seis años mi abuela falleció.

-No quiero que te quedes con tu madre.-Mi abuela sostuvo mis manos. -Vete, huye. -Sus ojos reflejaban el mismo miedo. -No puedo cuidarte, Hannah, huye. -Esas fueron sus últimas palabras.

Debí haber hecho caso ese día, pero quería despedirla, así que fui al entierro. Pensé que la vida no tenía sentido.

Fueron dos años de desprecio, mi madre apenas me alimentaba con pan a la noche, tenía derecho a tomar un vaso de agua a la mañana. Si no hablaba, ella me daba un pedazo de pizza. Durante dos años, viví en el sótano de mi casa, resignada de luz y encerrada.

¿Qué cómo salí? Fue Dios quien me dio la valentía.

Un día mi madre, como todas las mañana, dejaba el vaso de agua en la puerta para después cerrarla con llave, pero ese día lo olvidó. Tenía ocho años pero mi mente, a pesar de la debilidad que tenía tuvo un pequeño impulso y me animé.

Abrí la puerta, y vi esa casa en tan perfecto estado ¿por qué no me dejaba salir? ¿dormir en una cama? Caminé con las manos sostenidas en mis ojos, la luz me hacía doler, sentía que la piel me quemaba pero al salir, corrí inmediatamente a mi vecina, era amiga de mi abue, no podía hablar pero sabía escribir, apenas me abrió la puerta, me lancé a sus pies. 

La policía se tardó dos horas en llegar, casi como una película, mi madre llegó al mismo tiempo. Sabía porqué todos me miraban de esa forma, lo entendía, me miraban con lástima tenía el pelo desordenado, sucio, apestaba porque casi no me bañaba, tenía las uñas largas, parecía un monstruo por mi aspecto, pero era una niña. 

Mi madre entendió todo lo que pasaba, era inteligente, así que fingió preocupación al verme.

-Tontita ¿por qué dejaste llegar el juego hasta acá?-Me apretó el hombro. -¡Vamos! Dile al oficial la verdad, solo estabas jugando. -Agache la cabeza, iba a decirle que tenía razón pero recordé las palabras de mi abuela.

A un paso de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora