Epílogo

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Lo único que todas las personas del planeta tenemos en común es la certeza de que nacemos y la realidad de que moriremos algún día

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Lo único que todas las personas del planeta tenemos en común es la certeza de que nacemos y la realidad de que moriremos algún día. Vida y muerte. Aun así, muchos tenemos problemas aceptando el final porque no consideramos justo que un corazón se detenga de un momento a otro sin opción a volver a palpitar.

Las etapas del duelo son cinco, pero pueden parecer millones cuando el dolor se esparce más allá del amado que se ha ido. Y yo estaba rota en cada fibra que formaba mi cuerpo y mi alma. Cada dolor que atravesaba en la vida me iba quebrando y abriendo grietas, pero fue la muerte de James lo que terminó de romperme.

Durante toda mi vida he pensado que manteniendo una buena actitud podría eludir el dolor; después de todo, la felicidad amortigua la tristeza. Todos saben eso. Yo tengo muchos motivos para ser feliz. Amo mis empleos, amo a mis hermanos, a mi sobrino que va a nacer pronto, tengo a mi madre y a mi mejor amiga. Me he aferrado con fuerza por mucho tiempo a todo eso para camuflar el dolor de otras circunstancias.

Pero no puedo hacerlo más.

La verdad es que el dolor no se amortigua con felicidad, en realidad debemos sanarlo con tiempo y con sufrimiento o, tarde o temprano, nos explotará en la cara.

Y eso debo empezar a hacer ahora.

Cuando Caleb falleció no lo lloré lo suficiente, convencida de que el tiempo me ayudaría a sanar sin que yo hiciera nada al respecto. Cuando terminé con Dante creí que una borrachera me iba a sanar en una noche, pero la verdad es que ha sido más doloroso de lo que he admitido alguna vez. La partida de James me ha hecho ver que no puedo sumar su ausencia a mi pirámide de tragedias y quedarme callada porque si lo hago, esta me aplastará o me llevará a un hoyo del que no podré salir.

Necesito sanar, no huir del dolor.

Pero no es fácil. Y me aterra. Los pedazos de mí se han ido cayendo con cada persona que se va y es muy duro ir hacia atrás e ir recogiendo uno a uno para enfrentarlos y dejarlos de nuevo en su lugar. No me ha sentado bien darme cuenta de eso. Por primera vez en mi vida no es el entusiasmo lo que me define, no es el positivismo lo que me caracteriza y me siento perdida en un mar de confusión.

Caleb se fue. Dante se fue. James se fue. Y no hay nada que logre llenar sus ausencias más que dejar salir lo que siento con el fin de que no me ahogue. Siempre he disfrutado la compañía, mucho más que la soledad y por eso no busqué quedarme sola en este momento. Necesito gente que me escuche, gente que me aconseje, pero más importante aún, gente que entienda.

Por eso llegué al grupo de ayuda Sanadores del Alma, un grupo sin ánimo de lucro que tiene permanente servicio en la capilla del cementerio donde mi hermano, mi padre y James están. Planeo asistir a un psicólogo, pero no aún, por ahora quiero terminar de aceptar la muerte de James porque pese a que ya han pasado dos semanas, mi corazón se niega a decirse que ya no está, por más evidente que sea que se fue.

Del amor y otros vacíos •TERMINADA•Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu