21. Canela y miel... y amigos

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La presencia de Alicia al ser una mera visita era como un pegamento que irremediablemente nos unía a Andy, a ella y a mí

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La presencia de Alicia al ser una mera visita era como un pegamento que irremediablemente nos unía a Andy, a ella y a mí.

Andy y yo siempre fuimos muy unidos, pero de unos meses para adelante nuestra amistad era más bien alejada; charlábamos con frecuencia por mensajes y nos encontrábamos en el vecindario, sin embargo, yo adrede ponía distancia evadiendo grandes planes o fingiendo estar muy atareado con la universidad. Sé que eso me convierte en un mal amigo, pero con Andy sentía que si pasábamos demasiado tiempo juntos se daría cuenta de lo mal que yo lo pasaba. Él era más observador que el resto de personas que conocía juntas.

Desde la fiesta de mi madre no lo había visto en persona y me resultó complicado mirarlo a los ojos cuando nos reunimos los tres con Alicia. Andy y ella se abrazaron con mucha efusividad.

—¿Cuándo llegaste? —le preguntó Andy.

—Ayer en la tarde. Pero un pajarito me contó que estarías con tu novia así que preferí irme a visitar a James primero.

—Pudiste avisar, nos habríamos visto ayer.

Nos quedamos de encontrar en la casa de Andy así que estábamos en su sala con la comodidad de que no había nadie más allí. Martina estaba en sus clases de ballet, pero ya hablaría con ella más tarde pues tenía algo en mente y la incluía.

Alicia estaba con su cuerpo reclinado hacia mí en el sofá de dos plazas, yo la rodeaba con un brazo y Andy estaba en un sofá más grande frente a nosotros.

—Cuando estás con tu novia te olvidas del mundo —añadí yo.

—No de ustedes. —Miró a Alicia—. ¿Cómo van las cosas?

—Igual que siempre, mejorando. Mi doctora dice que si sigo así de bien ya no deberé ir cada tres días a terapia sino una vez a la semana, luego una vez cada dos semanas y así hasta que todo esté bien. —Alicia suspiró—. Me cuidan y he progresado mucho. Lo peor fue el comienzo, pero ya estoy mejor.

—Me alegra un montón —respondió Andy con dulzura.

Andy siempre fue de cierto modo nuestro ángel guardián, pero incluso él tenía sus límites y fue en parte gracias a esos límites que Alicia decidió buscar ayuda medio año atrás. En el año pasado tanto ella como yo estábamos mal, ella se dejaba llevar con frecuencia por las drogas en las fiestas y yo me perdía cuanto podía en el alcohol. La mayoría de veces todo terminaba con una resaca del demonio y un par de reproches pero en aquella última vez fue terrible; Alicia y yo tocamos fondo y allí solo estuvo Andy para regañarnos por caer tan bajo.

Lo vimos sufriendo tanto que vimos en sus ojos el reflejo de nuestros errores pues él rebosó su vaso de la paciencia con nosotros; entonces Alicia decidió dar el paso e irse a buscar ayuda y yo... bueno, yo lo distraje yendo a las juntas de Alcohólicos anónimos.

No digo que fuera una pérdida de tiempo porque la verdad estar sobrio sí era un gran paso que me sentí orgulloso de dar, pero sé dentro de mí que si fui en primer lugar fue para evitar que Andy me sacara más el tema de buscar terapia pues esa fue su exigencia luego de aquel día: busquen ayuda ya o me pierden como amigo.

Del amor y otros vacíos •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora