Lo cierto era que tenía algo de miedo de que Tyler se cansase pronto de mí. Él me estaba demostrando tanto que podía sonar estúpido, pero tenía miedo a que dejase de demostrarlo. Me estaba acostumbrando a él, a sus sonrisas, a sus caricias, a sus juegos y cariños. Y si me dicen ahora que lo tengo que dejar, no sabría cómo hacerlo.

—Bésame. —Le pedí y él con un brillo en sus ojos no se hizo esperar.

Quizás pasamos demasiado tiempo en el agua besándonos pero a nosotros se nos pasó el tiempo volando, y cuando quisimos darnos cuenta ya estaba atardeciendo.

—Jul, no sé qué estás haciendo conmigo. —Afirmó Ty con una voz ronca cuando se separó y dejó de besarme. —No puedo dejar de besarte.

—Pues no pares de hacerlo. —Dije y volví a acercarme para besarle de nuevo, pero él con una sonrisa me separó.

—Será mejor que volvamos y salgamos del agua, ya va a refrescar.

Asentí y él me tomó la mano para salir.

Cuando recogimos las cosas volvimos al aparcamiento donde al principio del día habíamos dejado el vehículo.

—Me has dejado tan hipnotizado que se me ha olvidado que no hemos comido nada. —Dijo mientras arrancaba el coche, yo reí.

—Es verdad, se nos ha pasado el tiempo muy rápido.

Lo vi sonreír mientras conducía, y volteé para mirar por la ventana. No podía salir hoy nada mal. Absolutamente nada.

Llegamos a un McAuto y pedimos algo de comida ya que nos rugían los estómagos.

—Esto se está volviendo en una tradición. —Dije mientras comía una patata frita.

—Cada uno se enamora de alguien en un sitio diferente. —Sonrió y bebió de su refresco.

¿Había insinuado que estaba enamorado de mí? Quizás era una broma, ¿pero y si no? Necesitaba que fuese que no, ¿estaría yo enamorada de él? Ni lo había pensado. Solo sabía que quería estar a su lado, que quería besarle y abrazarle, pero de ahí a enamorarme... ¿Cuándo sabe una que está enamorada? En qué momento de tu vida te das cuenta de que estás enamorada...

— ¿Jul? —Sonrió. Le miré y sonreí yo también.

—Gracias por el día de hoy, Ty. —Dije y recogí los papeles de la comida. Él negó con la cabeza.

—Gracias a ti. —Se acercó y me besó levemente los labios.

Y esa sensación fue mágica, sentí que es lo que quería para mañana y para pasado, y para el resto del mes y año... Mañana querría más, ¿por qué no? Sabía que lo querría.

Llegamos al hotel y él me abrió la puerta del coche, en un gesto caballeroso.

—Te espero en mi habitación, en veinte minutos. —Dije y le guiñé un ojo.

Sus ojos se abrieron y su sonrisa se acentuó de oreja a oreja.

—Lo que ordenes, pequeña.

Entré en el hotel y subí rápidamente a mi habitación, quería darme una ducha rápida antes de que Tyler llegase a mi habitación para quitarme la suciedad de la playa.

Cuando salí de la ducha escuché un golpe en mi puerta y sabía que era él. Abrí la puerta y rápidamente él entró, me acercó a él con fuerza y devoró mis labios con apasionados besos. Me elevó y yo enrollé mis piernas en su cintura. Con una mano sujetaba mi trasero para no caerme y con la otra acariciaba mi cabello y a la vez se aseguraba que no me separase de sus besos. Qué tontería, porque jamás me separaría.

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