Capítulo 5. Parte 1.

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Después de la conversación de ayer en la máquina de cafés pensaba que el día de hoy sería un auténtico tormento, sin embargo y para mi sorpresa, Tyler se llevó todo el día en su despacho y apenas salió en todo momento, excepto cuando vino la caniche.

La caniche entró en las oficinas como si de una diva se tratase, vestía un precioso abrigo, y debajo de él un hermoso vestido que parecía bastante caro. Entró sin saludar y le dejó el abrigo a Helen encima de su mesa sin decir ni pio.

-Buenos días, Amanda.-Le saludé antes de que ella entrase en el despacho de su marido. Me miró y volvió su mirada hacia la puerta. Entró y cerró fuerte la puerta.

Miré a Helen, la cual me miró y negó con la cabeza, diciéndome con gestos que ignorara a aquella maleducada.

Se escuchaban algunos gritos de la caniche en el despacho. '¿Cómo que tienes trabajo?', 'Tengo que ir a comprar un vestido para la cena de mis padres.' 'Lo haces para fastidiarme.' Y cosas similares. Entonces se escuchó un golpe fuerte, miré a Helen asustada y esta fue rápidamente al despacho de Tyler.

-He escuchado un fuerte golpe, ¿se encuentran bien?

-¡Métete en tus asuntos!-Gritó desde el despacho la caniche.

-¿Se encuentra bien señor Blue?-Volvió a preguntar Helen.

-Sí.-Contentó con firmeza Tyler.- Salga de mi despacho, por favor.

Helen asintió y volvió a su mesa. Suspiré por estar en pleno ambiente de tensión e intenté seguir con mi trabajo. Al rato salieron ambos del despacho, la caniche tomó su abrigo y Helen le ofreció el abrigo a Tyler.

-Cariño.-Le dijo de manera cariñosa Tyler a la caniche.- Vamos a por ese vestido que te tiene que quedar genial.

-Por supuesto.-Contestó de mala manera la caniche.

-Helen yo me voy ya, pasa un buen fin de semana.

-¿Quiere que le pase las llamadas de Nueva York?

-No, hoy tengo una cena.-Tyler me miró y vino a mi mesa.- Le dejó esta notificación.-Me dio un sobre.

Asentí y lo tomé.

Cuando ambos se fueron y terminé de hacer lo que estaba haciendo abrí el sobre que supuse sería algún fax de Nueva York. Esperaba que fuesen buenas noticias y no más trabajo duro, porque sino no saldría de aquí en horas y hoy era viernes.

Pero para mi sorpresa no era ninguna notificación de Nueva York.

'Hola Jul, te recogeré esta noche a las 8 en tu casa para cenar. Ponte guapa y no faltes, es una cena de trabajo. Tyler Blue.'

Pero bueno, ¿esto es una broma? La reserva no era para la caniche sino para mí, pero por supuesto no iba a ir. ¿Estamos locos? Si se entera alguien me la iba a cargar con todo el grupo. Además, yo no era ninguna buscona. Por lo que le mandé un sms antes de que se creyese que iba a ir a esa estúpida cena.

'Lo siento, no puedo aceptar la invitación, Julia.'

Esperé, esperé y seguí esperando una contestación a ese mensaje. Conociendo a Tyler pensaba que me iba a responder con soberbia e intentando obligar, pero para mi sorpresa no hubo ninguna contestación. ¿Tenía que sentirme aliviada?

Cuando terminé el trabajo, tomé mi abrigo y mi bufanda y salí rápidamente de la oficina para pillar con rapidez mi coche y no congelarme en mitad de la nieve.

Llegué y preparé un buen baño del que pretendía quedarme durante un buen rato, pero llamaron al timbre en mitad de mi tranquilidad. Me puse un albornoz y bajé lo más rápido posible.

-¿Tyler?

-Te dije que a las 8 te recogía, son las 8 en punto.

-Y yo te dije que no pensaba ir.

-Es una cena de trabajo, no puedes faltar.

-¿Y por qué voy yo sola de empleada?

Tyler entró en casa sin ningún permiso y se quitó su abrigo, dejando a la vista un caro traje, que parecía estar exactamente tallado para su cuerpo.

-Lo siento, señor Blue, lo que tengamos que hablar de trabajo se quedará en el trabajo.-Le dije intentando no perder esta batalla que él había comenzado al quitarse el abrigo y entrar en mi casa sin el más mínimo permiso.

-Soy tu jefe, y tienes que venir.-Dijo intentando reprimir su malgenio Tyler, porque sabía que estaba perdiendo.

-Ser mi jefe no te da derecho a obligarme a cenar con usted en horas fueras de mi horario laboral.-Contesté bastante enfadada. Pero bueno, ¿qué se creía el engreído este?

-Lo sé.-Respondió con toda la serenidad que pudo.-De todas formas, querías hablar conmigo hace poco y te estoy dando la oportunidad.

Eso sí que era cierto, pero ya no sabía si quería hablar con él de ese tema, porque cada día que iba pasando me veía menos capaz de mantener el control de mi cuerpo.

-Sí, pero dijiste que no teníamos nada de lo que hablar.

-Sí, pero insististe en que sí.

Esta batalla era un poco absurda, pero lo que tenía bastante claro es que no quería que me viesen con él a solas.

-Mira Tyler, si nos ven cenando a solas se van a pensar cosas que no son.-Le dije intentando que razonase esto.

-Está bien, cenemos aquí.-Dijo sonriente.

-Aquí donde, ¿en mi casa?-Él asintió aún con una buena sonrisa.-No tengo nada preparado Tyler, además la cani... Amanda.-Me maldije por casi soltar el mote que le había puesto a su esposa.- Estará preocupada.

-Amanda sabe que estoy en una cena de negocios.

-¿Y qué es lo que tenemos que negociar? Esto es absurdo...

Tyler se acercó hacia a mí, puso de sus manos en mi cadera y la otra en mi espalda, atrayéndome hacia él y llevó su boca a mi oído.

-Tenemos que negociar muchas cosas, ¿no crees?-Susurró en mi oído, y su respiración en mi cuello hizo que se me estremecieran todos los músculos de mi cuerpo. Y antes de cerrar los ojos y dejarme llevar, me separé de él.-Vamos, termina de darte el baño mientras preparo la cena.-Me guiñó un ojo y se fue a la cocina.

Miré el techo en señal de desesperación, me mordí con fuerza el labio inferior y subí hacia arriba. Por favor señor, dame fuerzas en soportar esta noche sin hacer ninguna estupidez.

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