Capítulo 9.

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Al instante sonó mi teléfono de nuevo, y no sólo una vez. Sabía perfectamente que era Tyler, y estaba llenando mi móvil a mensajes, que al no tener respuesta pronto se empezaron a convertir en llamadas. Chaz me miraba sorprendido porque estaba ignorando absolutamente todo los sonidos de mi teléfono. Yo le miraba con una sonrisa, diciéndole con mi mirada que no pasaba nada.

Cuando llegamos a casa de Tyler un foco de recuerdos me inundó la mente. Realmente no había pasado muchos momentos en esta casa, pero los pocos habían sido muy intensos. Demasiado diría yo. Por suerte, Tyler era un hombre demasiado formal y no tenía fotografías suyas ni de la caniche en portarretratos ni nada por el estilo. Su hogar se caracterizaba por ser gris, formal, lujoso y estiloso. El color no estaba en entre sus muebles y cortinas.

El que no hubiese ninguna fotografía de él era un punto a mi favor, si no le veo la cara no me corta el rollo, podría beber lo que me diese la gana sin sentirme mal.

—Nene. —Llamé a Chaz. —Espero que sepas conducir porque pienso beber. —Le guiñé un ojo y el sonrió.

— ¿Para qué existen las habitaciones de esta casa si no las vamos a aprovechar?

Reí ante aquella pregunta, este chico no se cortaba ni un pelito.

—Si tú te vas a otra habitación se podría negociar.

—Y sino también. —Me guiñó él ahora un ojo.

Inventamos una especie de juego de chupitos con una baraja de cartas, al que le tocase el número más bajo aleatoriamente bebía. No sabía si era Chaz trucando las cartas o realmente yo tenía tanta mala suerte, pero el caso era que siempre, o casi siempre, me tocaba beber a mí.

— ¡Ay Chazzito! —Exclamé con alegría intentando llamar su atención. Este soltó una leve risa divertido con la escena y se acercó a mi lado. — ¿Sabes que cuando bebo digo y hago muchas tonterías? Y para mí que he bebido más de la cuenta.

—Pues yo me encuentro...—Se paró a pensar en cómo iba a terminar la frase, porque él iba igual o peor que yo. —Ah, sí. ¡Estupendamente!

Reí con una gran carcajada ante aquella tontería que acababa de soltar.

Chaz, que se empeñaba en demostrar que estaba fresco como una lechuga, se levantó para intentar desfilar y acabó tirado en el suelo, y yo muerta de la risa.

La noche siguió más de lo mismo, bebiendo y riendo. Chaz y yo acabamos en el sofá con una manta, chupitos  y palomitas, mientras veíamos la teletienda.

Cuando abrí los ojos, el dolor de cabeza era inmenso, y la fatiga aparecía con cada movimiento de mi cuerpo. Tras una meditación de varios minutos, mi cerebro volvió a mi cuerpo, dando un brinco en la cama en la que estaba. ¿Qué hacía yo en esta habitación? No era la mía. ¿Cómo había llegado aquí? Lo primero que hice, inconscientemente, fue mirar si estaba vestida y para mi tranquilidad si lo estaba. ¿Me habría liado con Chaz? Esperaba que no, porque era un crío y no quería nada con él. Lo de anoche estuvo bien, lo pasé genial y me divertí, como amigo está bien pero tenía claro que no quería nada con él.

Me incorporé a la cama y miré la habitación. Las paredes eran grises y los muebles parecían tan caros... Parecía la habitación principal por el tamaño de esta, ¿sería la habitación de Tyler?

Me levanté para ir al baño y limpiarme un poco la cara, tenía todo el maquillaje corrido y no estaba muy presentable a decir verdad. Tras una pequeña mejora en mi aspecto decidí salir del baño de esta habitación, con la sorpresa de que Tyler me miraba sentado en la cama. Me quede helada.

— ¿Lo pasaste bien? —Preguntó. Se notaba que estaba enfadado, aunque yo también seguía enfadada con él. Poco íbamos a solucionar teniendo ambos esta actitud.

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