Capítulo 25

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Miré con una buena sonrisa a Sarah, lo habíamos conseguido. La empresa se consolidaba como una buena inversión y por fin estaba recuperando todo lo invertido. Sarah me había propuesto ser su socia, ambas con el mismo número de acciones, siendo esta empresa mitad y mitad para cada una. Al principio me negué porque para ser justa yo no había comenzado este proyecto ni había ofrecido capital, pero ella insistió tanto que al final acepté. La empresa era de ambas. Sarah se apoyaba en que si no fuese por mi ayuda ahora mismo no existiría esa empresa, y que eso valía más que invertir todo el oro del mundo.

Era propietaria de una empresa que no iba nada mal. Habíamos recogido buenos beneficios y pude cambiar mi coche viejo a un nuevo Opel Astra. Era un coche de gama media pero la verdad estaba genial, su olor a tapicería nueva me cautivaba.

También cambiamos el nombre de la empresa a 'Teen and two', puesto que le había propuesto la estrategia de especializarnos en un sector de consumidores y ambas decidimos que lo mejor era crear ropa para jóvenes.

Las cosas marchaban tan bien en estos dos últimos meses que pudimos abrir una fábrica y crear a lo grande. Estábamos tan entusiasmadas que no cabíamos en nosotras.

—Tremenda, te traigo la falda que me pediste. —Dijo entrando en mi despacho.

La miré, y sonreí.

— ¡Está genial! —Me levanté de la silla y fui hacia la puerta para tomarla. —Mucho mejor que en el diseño. No veo la hora de estrenarla. —Le guiñé un ojo y ella sonrió dando palmaditas y saltitos.

Desde que todo marchaba bien, ambas nos ahorrábamos muchísimo dinero en ropa. Yo le pedía lo que quería y ella me lo traía al instante siempre, era adorable. ¡Nunca había visto mi armario tan lleno!

—Avísame cuando acabes. —Señaló a mi mesa. —Y te invito a cenar que por hoy ya lo dejo.

Asentí y volví a mi mesa cuando ella se marchó.

Por fin podía dedicarme a mis labores de marketing, pues teníamos a 12 personas contratadas que además trabajaban eficientemente.

Al acabar, marché con Sarah a un bar a cenar. Ambas pedimos sándwich y patatas, junto con refrescos.

— ¿Te encuentras bien, tremen? —Pregunté al verla cabizbaja.

—Sí, ¿por qué lo preguntas?

—Para empezar siempre soy yo quien tiene que sacarte de la fábrica porque no paras, y ahora no pareces tampoco muy animada.

Sarah se encogió de hombros y sorbió su Coca-Cola sin mucho ánimo.

—Sarah. —La llamé. —Dime qué te pasa.

—Tengo miedo, Julia...—Dejó de mirar su Coca-Cola para levantar la vista. Cuando la levantó pude ver la preocupación en sus ojos.

—Sarah no me asustes. —Intenté tranquilizarme. —Dime qué te pasa.

—Estoy embarazada. —Soltó de golpe y sentí que me faltaba el aire.

— ¡¿Qué?! —Pregunté o más bien grité.

Sarah hizo una señal de que bajase el tono de la voz y pedí disculpas con la mirada.

— ¿Cómo que estás embarazada? —Pregunté en un tono bajo para que solo ella pudiese oírme.

—No me venía la regla, fui al médico y me lo confirmó...—Suspiró en un hilo de voz.

—Tranquila, ¿Matt lo sabe? —Tomé sus manos. Ella negó con la cabeza.

—Me da miedo decírselo, ¿y si me deja? Yo no puedo, no creo que él quiera tener un hijo...

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