Él

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Como si de un puzzle se tratara, todos los recuerdos encajaron a la perfección en su cabeza, como las piezas de dicho rompecabezas.

Los ojos azules, la voz que recordó diciéndola "I will love you till the end of times". Esa persona, él, era a quien ella llamaba cariñosamente bambi. Sin embargo no alcanzó a recordad su cara o su nombre. Encima todo ese proceso mental tan revelador fue interrumpido por su madre. Asustada, por haber escuchado un grito, la progenitora de Beatriz entró alarmada a la habitación.

— ¡Beatriz, hija, qué ha pasado! —preguntó exaltada.

— Nada mamá, estoy bien —tranquilizó, lo último que quería era seguir preocupandola así que decidió mentirla— es que me he dado en el codo pero ya estoy bien.

Mentir no era su fuerte pero al parecer dió resultado ya que su madre se fue tranquila. De todas formas notó que su madre no parecía convencida así que pensó que quizás decidiera dejarlo pasar al ver que ella estaba perfectamente.

La cara de confusión de Beatriz llamó la atención de Paula, que además acababa de ser testigo de todo lo que había pasado.

— Bea, ¿Qué has recordado? —preguntó curiosa, no mencionó que hubiera mentido a su madre, supuso por qué lo hizo.

— Él —susurró pensativa.

— ¿Quién es él?

— Am... Cuando dijiste bambi recordé a alguien, a él. Pero no se quién es —contestó aún pensativa.

— Deja que adivine, los ojos azules son los de él.

— Sí, y yo le debía de llamarle Bambi. ¡Y es el mismo que me dijo... —una punzada en el corazón la interrupió.

Quería llorar, esa frase era realmente preciosa y sabía que estaba llena de amor.

— I will love you till the end of times —prosiguió.

— Así que tenemos a un chico de ojos azules, al que llamabas bambi, su nombre empieza por C y además te dijo eso —calló un instante para darle tiempo a Beatriz de que procesara toda la información— Sólo es un suponer pero juraría que erais pareja —concluyó.

Beatriz se derrumbó al escuchar tales palabras dichas por su amiga. No quería admitirlo pero todo encajaba, Paula tenía razón. Ella sabía bien que era cierto, ni siquiera sabía quién era él, sin embargo estaba enamorada y le quería.

— Paula, todo esto es una tontería. No es más que un sueño. He estado dormida mucho tiempo, a saber con cuantas cosas he soñado —dijo desanimada.

— Pero si estamos muy cerca Bea, no puedes...

— No, Paula. Sí que puedo. Si no lo recuerdo seguro que es por una buena razón, lo mejor será que me olvide —farfulló enfadada, no con su amiga si no por el barullo que tenía en la cabeza.

— Como quieras, yo me voy —respondió disgustada y se fue. En el fondo sabía que no estaba enojada con ella pero la molestó su comportamiento. Lo mejor era dejarla a solas con sus pensamientos.

Beatriz se sintió fatal por haber tratado así a su amiga pero en ese momento la frustración que sentía superaba sus capacidades racionales. Lo mejor que pudo hacer en ese momento fue acostarse. De esa forma podría pensar a sus anchas. Estaba decidida a olvidarse de todo, ¿para qué sufrir por un sueño? Y fuera quien fuera ese tal bambi no era más que producto de su imaginación, incluso el supuesto amor que sentía hacia él. Poco después cayó en los brazos de Morfeo. Al despertar aún era de noche, puesto que se acostó a media tarde. La sorpresa se la llevó cuando fue a la cocina. Allí se encontraba su madre, sentada tomando un chocolate caliente.

—  Mamá, ¿qué haces despierta tan pronto? —preguntó preocupada.

— ¿Pronto? Son las once de la noche cariño, en todo caso es tarde —contestó relajada.

— Ah... —entonces no era el día siguiente.

— Voy a prepararte la cena, tendrás hambre después de la cacho siesta que te has echado.

Su estómago contestó por ella, rugiendo sonoramente. Eso provocó que madre e hija rieran.

Cuando acabó de comer no supo qué hacer, como ya había dormido por la tarde no tenía sueño. Su madre la sacó de su mundo.

— Cariño, pronto empezará el curso, tienes que ir pensando qué quieres estudiar.

Se había olvidado por completo de la universidad, y no tenia ni idea de en qué matricularse.

— Pues no lo sé, no he pensado en ello. No he tenido tiempo —bromeó.

— Bueno, tienes un mes. Ya sabes que quiero que tengas un buen futuro hija y para eso tienes que ir a la Universidad, por favor hija.

— Mamá, no te preocupes ya sabes que iré. Pero antes tengo que pensar qué estudiaré.

— Antes de que... —enmudeció tan sólo recordar a su hija en la cama del hospital, pero se recompuso enseguida— me dijiste que querías estudiar ingeniería.

— Ingeniería —repitió sonriente. Acababa de encontrar la mejor forma para olvidar todo lo relacionado con el sueño.

Sin embargo en el fondo, muy en el fondo una vocecilla la dijo que estaba equivocada.

Hizo caso omiso.

Se matriculó días después, no volvió a hablar con Paula hasta que ambas ingresaron en la universidad. Aunque siguieron en contacto y estudiaban en el mismo centro, con el tiempo, perdieron el contacto. Ocupaba todo su tiempo libre en estudiar, en sacar las mejores notas y así obtener las becas que tanto necesitaba. Era la mejor alumna de su promoción, sin embargo sentía un gran vacío en su interior. Echaba mucho de menos a la que fuera su mejor amiga, Paula y su madre, orgullosa por sus logros académicos, lo sabía muy bien.

— Cariño, deberías llamar a Paula. Erais inseparables, no sé qué os pasó pero ya es hora de que lo solucioneis.

Beatriz se encerró en su habitación, no quería seguir escuchando aquello. Quería pensar que su madre estaba equivocada, esfuerzo en vano. Después de todo era como su hermana y ahora que el tercer curso había acabado dando lugar a las vacaciones tenía tiempo para quedar con ella.

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora