Confianza.

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— ¿Está todo bien? Como te fuiste así de repente...

— Lo siento, Paula me raptó y tuve que cuidar de ella, demasiado champán —explicó Beatriz, de buen humor.

— Ya... Siempre te vas —dijo insulso.

Beatriz no supo qué contestar, no quería cagarla diciendo tonterías, y mucho menos huiria. Sin embargo Chris siguió hablando.

— Me gustas desde la primera vez que te vi y he llegado a pensar que yo también te gusto pero ahora siento que estas jugando conmigo y yo paso de ese rollo... —confesó Chris, con ganas de irse, aunque se quedó plantado esperando una respuesta.

— Lo siento Chris, yo... Me gustas muchísimo, de veras, y si hago lo que hago es porque no me fio... —comenzó a explicarse, sus ojos se tornaron poco a poco llorosos.

— ¿No te fías de mi? —preguntó sorprendido y levemente ofendido.

— Déjalo, además mañana cada uno estaremos en una parte del mundo —espetó.

Dicho esto Beatriz se fue, o lo intentó porque Chris la agarró del brazo provocando que se volviera.

Chris no supo qué decir, ni Beatriz tampoco así que al final se fue dentro de la casa. Cuando llegó a la habitación se tumbó en la cama, sus ganas de seguir en la fiesta eran nulas. Cerró los ojos con la intención de dormir, sin embargo el ruido externo no se lo permitió. El problema de estar despierta era que se comería la cabeza con todo el asunto de Chris. Por mucho que reflexionó no sacó nada en claro, nada tenía ningún sentido.

— Ojalá no fueras famoso así no te hubiera conocido nunca, ni hubiera conocido a... Ese cabrón de mierda —recordar causó que llorará desesperadamente.

El primer año de universidad estuvo muy sensible y ocupada en olvidarse del famoso sueño, por eso la amistad de Eduardo fue su clavo ardiente al que agarrarse. Eduardo era un chico muy simpático y físicamente no estaba mal, nada del otro mundo, aunque eso era lo de menos. Para Beatriz era la mejor distracción después de distanciarse con Paula. Al principio eran sólo amigos, hablaban en los intercambios y poco más, tiempo después comenzaron a encontrase en la biblioteca y más tarde llegaron a quedar fuera del horario lectivo. Así fue como Eduardo se convirtió en algo más que en un amigo aunque nunca llegaron a ser realmente novios, todo en apenas tres meses.

Por desgracia todo sucedió sin que Beatriz intuyera las verdaderas intenciones de Eduardo. Él la pidió salir y ella aceptó, ese mismo día, al principio, él se comportó como un buen novio y Beatriz se esforzó en ser buena para él. Lo malo es que una semana después descubrió que Eduardo únicamente quería aprovecharse de ella. Gracias a su autocontrol siguió intacta por fuera, no así psicológicamente. Desde entonces su trato con hombres cambió, ya no era capaz de fiarse de nadie, según ella todo era labia y jamás podría saber si era cierto o no hasta que fuera demasiado tarde. No quería que la hicieran daño de nuevo, por eso huía de Chris, al sentir tanta atracción por él el dolor sería más grave. Dos toques a la puerta devolvieron a Beatriz al presente.

— ¿Quién es?

Otros dos toques fueron su única respuesta así que se levantó a abrir. Y entonces apareció Chris.

— Beatriz... —murmuró impactado.

Ella se mantuvo inmovilizada hasta que se dió cuenta de la cara que debía tener. Los ojos inchados y el rimel corrido como mínimo así que no tardo en desaparecer en el baño de la habitación. Abrió el grifo del lavabo y se limpió, como se dejó la puerta abierta Chris aprovechó para entrar.

— Beatriz... —repitió.

— ¡Vete! No quiero que me veas así —gritó con la cara escindida tras una toalla.

— No me iré, siento que por mi culpa estés así —dijo acercándose a Beatriz.

Destapó su cara y terminó de secar con cuidado la cara de Beatriz, ella no pudo si no ser una mera estatua. Tomándola de la mano, Chris la acompañó hasta la cama donde ambos se sentaron.

— Lo que dije antes —comenzó a explicar Chris—. Tienes que entender que siendo famoso he de ser precavido, se han aprovechado de mi fama más veces de las que me gustaría. Aunque tú no has hecho nada, pero no te entiendo. Y no se a qué te refieres cuando dices que no te fías.

— No hay nada que entender, simplemente no puedo estar contigo. Como mucho sólo podríamos ser amigos, Chris —dijo eso intentando echarle suavemente de su vida, total sólo les quedaba ese día para estar juntos.

— Dios santo, Beatriz —se desesperó—. Me lo estás poniendo muy difícil, ya me he sincerado contigo, ¿qué te pasa para que te cierres tanto?

— Nada —sentenció rotundamente.

— ¿Tan malo es? —preguntó mirándola con esos ojos suyos tan penetrantes.

— Te odio— pensó absorta en esa mirada.

— No se lo he contado a nadie. A nadie —enfatizó.

— Puedes contármelo, si quieres.

— ¿Qué te importa?

— Quiero ayudarte —afirmó, a la vez que entrelazó su mano con la de Beatriz— como soy mayor tengo experiencia, y puedes contarme lo que sea, nadie lo sabrá. Sólo tú y yo.

- ¿Confío en el?

Un Sueño Vivido. II © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora