𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘

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Dan

Estaba de camino al puesto de Dangos dónde vería a mi madre y a Shizune ya que no podemos estar en la oficina del Hokage.

—Llegué —me senté al lado de mi madre dejando mi pequeña mochila a un lado, notando que hay muchas cosas tanto en la mesa como en los asientos—. ¿Aún no pueden sacar al niño?

—No, y no tengo tiempo para encargarme de eso.

—Perdió a su abuelo, es comprensible —murmuré.

—Ocho misiones tipo D, tres misiones tipo C. Igual que Kurenai en su tiempo —miré el libro que tiene mi madre y ví la imagen de una chica con ojos color perla, debajo hay dos chicos y una mujer.

—¿Son los equipos de la aldea? —pregunté curiosa.

—Sí y los que presentaron los exámenes chunnin —miré a Shizune.

—Ya veo, según escuché, no pudieron terminar con los exámenes —dije.

—Ocurrió el ataque —tomé uno de los Dangos de mamá y comencé a comerlo.

—Este escuadrón es una copia del de sus padres —regresé mi mirada al libro notando que ahora es una hoja con datos de aquel chico llamado Shikamaru.

—Es el chico del otro día —Shizune me miró con una sonrisa rara—. Es amigo de Naruto —aclaré comiendo otro dango.

Volvió a pasar de página y está vez vimos a ese chico llamado Lee, quien al parecer tuvo una batalla brutal con un chico de la aldea de la arena llamado Gaara, o eso es lo que contó Naruto.

—Me duele la cabeza —mi madre se levantó y se fue.

—Vaya, sí que le afectó mucho —solté un suspiro—. No sé porqué, si alguien es capaz de curar a ese chico, es ella, por ahora.

—¿A qué te refieres con "por ahora"?

—Me seguiré esforzando en mi entrenamiento ninja y médico para poder ser igual que ella, espero en algún futuro salvar a cientos de personas al borde de la muerte y con heridas muy profundas al mismo tiempo —sonreí con ilusión—. Eso espero.

—Ya veo, así que quieres superar a tu madre —la miré pensando unos momentos.

—Supongo que sí, aunque está claro que para lograr ser casi como ella será difícil. Por eso me esfuerzo desde hace años —Shizune sonrió de lado—. Incluso estoy comenzando a pensar que sería buena idea almacenar mi chakra.

—¿Para despertar el Byakugou? —asentí.

—Como su hija debo ser la mejor, así podré honrar su nombre y el de mi padre —me levanté—. Iré a dar un paseo.

—No te metas en problemas.

—No prometo nada, pero lo intentaré —le sonreí y me marché con mi mochila.

Luego de caminar un rato por la aldea, llegué a una terraza con una banca bajo una sombra donde se veían perfectamente las nubes. Me senté y saqué mi cuaderno de dibujo.

—Este lugar es perfecto —dije tomando mi lápiz y comenzando a dibujar el paisaje.

Desde que tengo memoria me gusta observar las nubes, me transmiten algo de paz y libertad, además de que son hermosas. A los cinco años comencé a desarrollar mis habilidades como ninja, me gustaba entrenar y leer, aunque la mayoría de las veces lo hacía a escondidas de mi madre. A esa misma edad comencé con mi interés hacia el arte, pero lamentablemente nunca tuve algún amigo que compartiera mi gusto por las nubes o el arte.

Cuando les decía a los niños que prefería ver las nubes, me llamaban rara y se burlaban por unos segundos, antes de que los golpeara haciendo que se fueran llorando, lo mismo pasaba cuando hablaba sobre mis dibujos o pinturas.

—¿Qué haces aquí? —levanté la mirada encontrando a ese chico de nuevo.

Me observó con esa expresión de aburrimiento que tenía la vez pasada, pero sus ojos decían que no estaba aburrido. Su mirada se dirigió a mi cuaderno y de inmediato lo puse contra mi pecho.

—¿Tu qué haces aquí? —pregunté.

—Yo pregunté primero.

—Yo vine a... —negué de inmediato—. ¡No te incumbe! — grité frunciendo el ceño.

—Que problemática —se sentó a mi lado con los brazos detrás de su cabeza y la mirada en el cielo.

—¿Qué haces? No te dije que podías sentarte —le reclamé un tanto nerviosa.

—Esté es mi lugar favorito para ver las nubes —me sorprendí ante su respuesta.

—¿Qué dijiste? —me miró.

—Que esté es mi lugar favorito para ver las nubes.

—¿Te gusta ver las nubes? —asintió confundido—. Vaya.

—¿Tu qué haces aquí? —miré a otro lado sonrojada.

—Vine a ver las nubes —murmuré regresando mi mirada a él notando lo sorprendido que está—. ¿Qué?

—Nada —su mirada se puso sobre mi cuaderno—. ¿Qué es eso?

—Mi cuaderno de dibujos —su mano comenzó a acercarse a mi pecho cada vez más.

—¿¡Qué crees que haces!? —impacté mi mano en su mejilla enviándolo al suelo a unos metros de mi—. ¡Eres un pervertido!

—Solo quería ver qué dibujaste —se defendió sobando su mejilla mientras se levanta.

—¡Solo debiste decirlo, te querías aprovechar! —me cubrí el pecho—. ¡Pervertido!

—Que problemática eres —lo miré molesta haciendo que diera un paso atrás.

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𝘠𝘰𝘶𝘳 𝘦𝘺𝘦𝘴 𝘵𝘦𝘭𝘭 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘺𝘰𝘶. (𝘚𝘩𝘪𝘬𝘢𝘮𝘢𝘳𝘶 𝘕𝘢𝘳𝘢)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora