Capítulo 5

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Se encontraban todos en el jardín delantero de la mansión Sato. El dirigible estaba listo para partir, el equipaje se encontraba dentro, el capitán a bordo junto con el séquito de la morena, solo faltaba Asami. Korra se hubiese molestado por tal demora si no fuese porque ella misma no tenía mucha prisa por partir, no obstante, pensó, se vería un poco indiferente de su parte si no se preguntaba por su prometida y mucho más cuando era plenamente consciente de que los padres de esta la observaban, así que después de veinte minutos decidió que ya había transcurrido suficiente tiempo para que la ojiverde apareciera por lo que comenzó a buscarla, un pequeño grupo recorrió el jardín y otro la impresionante pista de carreras y justo cuando regresaba nuevamente de la mansión pudo ver a la ojiverde quien caminaba hasta el dirigible, seguida de lo que parecía ser un pequeño tráiler de metal cubierto por una gran tela.

— La impuntualidad no es bien vista, Sato.— Fue lo primero que dijo la morena cuando estuvo lo suficientemente cerca de la ojiverde, ni siquiera intentó disimular su enfado.

— ¿No? —. La aludida enarcó una ceja con cara de fingida inocencia.— Bien pudo haber partido sin mí, ya que trae tanta prisa... Lástima que no fue así.— Finalizó con un suspiro. La morena se limitó a rodar los ojos con hastío.

— ¿Qué es eso? —. Cuestionó la morena señalando el aparato que llevaba donde se apreciaba una extraña elevación. Asami solo se encogió de hombros y murmuró un "No es de su incumbencia". Fue hecha a un lado por la morena quien levantó la manta que mantenía cubierto lo que sea que hubiera en aquella cosa.— No.— Terció una vez hubo visto dejando caer la manta.

— No me interesa, se van conmigo.

— He dicho que no. No sea obstinada.— Dijo con fastidio.

— No lo soy. Esas motos son el trabajo de mi vida— Replicó— son como mis hijas.

— Ya tendrá hijos de verdad.— Replicó a su vez la morena sin pensar, aunque al darse cuenta de lo que había dicho apretó los labios. — Se quedan.

— Por favor, no estoy dejando solo mi hogar ¿No lo entiende? ¡Estoy dejando toda mi vida aquí! —. Frunció el ceño mientras se controlaba para no ponerse a gritar ahí mismo.— Permítemelo... Por favor, te lo pido.— Rogó, aunque era una petición bastante forzada.

— Son demasiado pesadas para un dirigible. — Argumentó la morena negándose a ceder.

— No lo son.— Intervino de inmediato la ojiverde.— Las diseñé yo misma, están especializadas para carreras por lo que son ligeras, casi como una bicicleta.— Al ver que la morena no cedía continuó.— Se el límite de peso que puede llevar un dirigible, eso...— Señaló el vehículo flotante— Es creación de los Sato, sé de lo que hablo.

Korra estuvo a punto de replicar pero se detuvo, no tenía argumentos ya que ella desconocía el funcionamiento de tales maquinas, más bien desconocía todo, solo sabía lo básico para su manejo en caso de emergencia, así que si comenzaba a objetar a cerca de algo sobre lo que no poseía conocimiento solo se vería absurda a comparación con aquella mujer que al parecer había pasado toda su vida en medio de esas cosas. Suspiró y luego sonrió cuando cayó en cuenta de que esa insistencia de la nívea a llevar esas motos solo ayudaría al propósito que ella ya se había planteado desde el principio, si la frontera estaba congelada llevarlas por el camino de los espíritus supondría un gran obstáculo para el viaje y ella pretendía poner todos los que fuesen posibles. Por lo que, fingiendo no estar encantada con la idea, accedió.

***

Asami tenía entendido que tardarían alrededor de una semana en llegar a la frontera, donde tendrían que tomar un barco que los llevaría a un puerto cerca de las montañas de los acólitos del aire y luego tomarían otro que los llevaría a la tribu, previendo un viaje de dos semanas, máximo

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