𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚞𝚗𝚘

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La novela solo tendrá leves
Cambios en cuanto a la historia de algunos personajes.

Narrador

Muchas veces, para algunos la vida les parece complicada o aburrida a pesar de no ser así. La mayoría de las personas en el mundo nacieron en una aldea fija, formando parte de ella, creciendo y conociendo cada detalle de ese lugar que los Shinobis deben proteger con sus vidas.

Otros nacen en pequeños pueblos que ante la vista de los demás, son insignificantes ya que no son tan importantes como las grandes aldeas.

Pero otros, muy pocos, nacen en una aldea para después viajar de pueblo en pueblo convirtiéndose esa esa su vida de siempre, sin tener un lugar fijo que puedan llamar hogar. A eso se enfrentan muy pocas personas, casi nadie, pero ella lo hizo.

—¡Ah!

Algunas personas que pasaban por el lugar simplemente echaban un ligero vistazo para saber lo que ocurría.

En un campo totalmente verde con algunos árboles alrededor y rocas muy grandes, en ese lugar se encontraba una niña de siete años golpeando un par de piedras practicando con su fuerza, aunque no les podia hacer un gran daño aún.

—¡Ah! —golpeó por última vez un de las pocas rocas que quedaban.

Soltó un suspiro y se dejó caer debajo de un árbol, con su mirada en el cielo observando las bonitas nubes.

—Las nubes son tan relajantes —murmuró con una sonrisa.

—¡Dan! —la chica se asustó ante el grito y se levantó de inmediato nerviosa.

—¡Hola! —le sonrió con inocencia tratando de que no se enfade demasiado—. Creí que estabas descansando.

—Te dije que no te alejaras mucho —reprendió con los brazos cruzados.

—Lo siento, solo quería entrenar un poco antes de partir al siguiente pueblo —dijo con la mirada en el suelo por el regaño —. No debí salir sin permiso.

—Exacto —le reclamó sin poder evitar que su tono sonará muy duro.

Soltó un suspiro tratando de calmarse, su mirada se pusieron sobre los ojos verdes de la niña, esos ojos que le recordaban tanto a él y que amaba.

—¿Tu lo hiciste? —la niña asintió con una gran sonrisa para mirar su obra maestra.

—Sí, estuve entrenando como me enseñaste, aunque hace mucho que no lo haces —murmuró lo último con un tono de reproche que no pasó desapercibido por la rubia.

—Lo sé, tal vez después podamos volver a entrenar juntas —le sonrió de medio lado.

—¡Fantástico! —dio un par de saltos emocionada—. ¿Podemos ir por algo de desayunar?

—Vamos, Shizune nos está esperando —tomó la mano de su hija y comenzaron a caminar al lugar donde se están quedando para ir con Shizune.

—¡Tía Shizune! —Dan se arrojó a los brazos de la mujer.

—Dan, no vuelvas a salir sola, es peligroso.

—Lo sé, tía, quiero desayunar, tengo mucha hambre —Shizune le sonrió y juntas fueron a comer.

La hora de partir al siguiente pueblo se acercaba, Tsunade le dio veinte minutos a Dan para que pudiera empacar sus cosas y marcharse.

Dan entró a su habitación y comenzó a juntar las hojas regadas por el lugar y tratando de no dejar ninguna: esas hojas eran sus dibujos y pinturas de paisajes que habia hecho desde que tenía memoria y en cada una se podía notar como iba mejorando con el tiempo.

—Dan, ¿Estas lista? —Shizune entró a la habitación.

—Sí —tomó la foto de su padre y la puso con delicadeza entre su ropa dentro de la maleta.

Shizune sonrió con tristeza al ver como la pequeña niña tomaba esa fotografía como si fuera su mayor tesoro, la foto de su tío, su querido tío Dan. Es por esa razón que Tsunade había decidido llamar a su hija "Dana".

Aunque a la niña le gustaba que la llamaran Dan, ese nombre era más de hombre (a su parecer), pero a ella no le importaba. Cuando alguien preguntaba su nombre ella lo decía "Dan" con todo el orgullo del mundo, pero cuando alguien trataba de burlarse por tener nombre de hombre, simplemente los amenazaba y de vez en cuando los golpeaba cuando su madre o Shizune no la veían.

—¿A dónde iremos esta vez? —preguntó mientras Shizune toma su mano.

—Al siguiente pueblo, llegaremos en tres horas —Dan formó un gesto de cansancio.

—Espero que sea más divertido que aquí —admitió—. Este lugar era aburrido.

—¿De verdad? Creí que te divertias, el otro día estabas muy Feliz —dijo su madre caminando al lado de ellas.

—Estaba feliz porqué me haces reír cuando estás borracha —soltó una pequeña risa—. Es divertido.

—Que mal educada, te ríes de tu propia madre —le regañó.

—Tú me educaste —Tsunade no supo que decir ya que sabía que su hija tenía toda la razón.

Dan soltó la mano de Shizune y comenzó a correr por el campo abierto con las manos alzadas hacia el cielo tratando de alcanzar a las nubes.

—¡Quiero ser una nube! —gritó con emoción haciendo que su madre y tía sonrieran de solo verla tan feliz.

—¿Por qué quieres ser una nube? —preguntó su madre.

—Por qué son hermosas y pueden ir a cualquier lado —dijo sin dejar de jugar—. Y así podré estar más cerca de papá.

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𝘠𝘰𝘶𝘳 𝘦𝘺𝘦𝘴 𝘵𝘦𝘭𝘭 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘺𝘰𝘶. (𝘚𝘩𝘪𝘬𝘢𝘮𝘢𝘳𝘶 𝘕𝘢𝘳𝘢)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora