𝑬𝒍𝒚𝒔𝒊𝒂𝒏 ; 𝑫𝒆𝒔𝒄𝒆𝒏𝒅𝒂𝒏𝒕𝒔

18 | don't tell me

CAPITULO DIECIOCHO:
NO ME DIGAS

______________

Alessia miraba con nervios la ventana a su derecha. Jugueteaba con sus manos, y movía sus pies de manera nerviosa. Decir que la chica se encontraba nerviosa era poco. Miraba el paisaje, tratando de concentrarse en el, y no en todas las cosas que pasaban por su mente.

El gran día había llegado, Alessia volvería a Auradon.

El día de ayer, sobre todo en la noche, había sido una tortura para ella. Casi no pudo dormir por las ansias, cada vez que cerraba los ojos, se imaginaba a ella misma entrando por las grandes puertas de la preparatoria. Abría sus ojos, trataba de calmarse y todo el ciclo volvía a repetirse otra vez. Y aquí estaba, en una de las limusinas encargadas del traslado, en camino a la gran escuela.

Despedirse había sido duro para ella. Pasar aquellos días con su familia había sido bastante positivo para la chica. Sobre todo ahora que podía conectarse más con su familia materna y todo lo que conllevaba. La despedida con su abuelo había sido más difícil de lo que creyó, ya que se despidieron en el oceano, y el rey del mar le repitió reiteradas veces lo bienvenida que sería si ella decidiese volver, y justo luego de su último abrazo, la chica tomó su forma humana, siendo la última vez que se transformó. Por otra parte, su madre la había abrazado tanto, que las dos soltaron un par de lágrimas en medio abrazo, ya que la reina Ariel sabía lo difícil que era para su hija tener que volver y al mismo tiempo, sabía lo difícil que era tener que adaptarse a nuevas cosas por su cuenta. Conocía a su hija muy bien, sabía lo sensible e ingenua que podía ser a veces, pero también sabía que como ella, era capaz de defenderse y no tenía duda de lo valiente que podía llegar a ser. La despedida con su padre fue casi igual de emotiva, ya que el rey Eric le insistió que ante cualquier malentendido con alguien, él iría de inmediato a saldar cuentas con quién sea. Alessia, por supuesto, se negó entre risas.

Pero ahí estaba, el momento que por tantas semanas temió. Volvería al lugar donde su confianza había sido pisoteada, donde personas en las que había confiado con todo su corazón, la habían traicionado sin siquiera pensarlo. Pero Alessia se había hecho una promesa así misma. No dejaría que nadie más la volviera a tratar de esa manera. Aquella chica de buen corazón, que no dudaba de las intenciones de nadie, se había convertido en una chica con inseguridades y desconfianza. Y se iba a asegurar de que nadie volviera a jugar o burlarse de la manera en la que ciertas personas lo hicieron. Esperaba poder cumplirse eso.

－Se ve nerviosa.－habló de manera amable Rufus, el conductor real. Alessia desde atrás le sonrió.

－Solo un poco.－murmuró suave, para luego volver a centrar su vista a la ventana. A unos metros de ellos, un poco más allá del mágico puente, sobresalían las grandes estructuras de la preparatoria. Ya habían llegado.