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Me di la vuelta una noche para mirar a Soojin a los ojos cuando le dije esto. Nuestro tiempo se acabaría y aunque ella tenía la idea general, nunca habíamos hablado de eso. Ella había sido el único punto fijo durante lo peor, lo que me ayudó a pasar los primeros días después de esa noche Entonces era un momento tan bueno como cualquier otro. El aire era pesado y olía a sal. Sabía a sangre. Soojin se había lavado el cabello esa noche, el olor a arcilla se entremezcló con el olor a mar.
Algunos días, cuando Soojin estaba amargada o la realidad de nuestra situación colgaba pesadamente sobre nuestros hombros, bromeaba diciendo que Soojin era una sirena. Que su pelo rojo y afinidad por la costa era porque tenía un secreto escamoso. Yeosang siempre se apresuraba a llamarla tía Ariel en esos días. Aquellas en las que la muerte se cernía en la esquina de las habitaciones en las que nos sentábamos como telarañas obstinadas. Envuelto alrededor de nuestras extremidades como lazos personalizados.
Esa noche, la noche en que había decidido contarle exactamente lo que había pasado con Hyung-gu, se sintió como uno de esos días en los que veía todo a través de una pantalla de televisión. Momentos cargados de estática en los que necesitaba desesperadamente estar presente pero no podía encontrar la energía para intentarlo.
─Hice algo horrible.
─Shuhua, si nos preocupamos por cada cosa horrible que hicimos, nunca habría existido esto─, respondió sin perder el ritmo, tomó mi mano y la apretó. -Y además, siempre me han encantado tus rasgos más horribles. Así es como sobrevivimos a los años 60.
─Soojin. ─ casi siseé detrás de los dientes apretados. Era bastante patética entonces, pero Soojin me hacía sentir patética a menudo. Ella era la única persona que me había hecho arrastrarme. Me había negado algo que yo quería. Sentirse patética era solo otra realidad con la que una tiene que estar bien si estaban enamoradas de Seo Soojin. ─Moví el cuerpo de un hombre muerto para que Hyung-gu no fuera procesado. Murió lejos de un hombre que amaba. Ese hombre será olvidado por todos menos por su familia. Y lo hice por Hyung-gu. Por nosotras. ─ Quedó en silencio.
"Y lo haría todo de nuevo" flotaba en el aire, no dicho pero no inaudito.
Cuando Soojin no me dejó de inmediato, cuando no sentí que la cama se movía o que el olor a cereza se retiraba, continué.
─Soy una mala persona, Soojin─, recuerdo susurrar, algo feo persistía en el fondo de mi garganta. No era culpa, eso no era algo con lo que hubiera estado íntimamente familiarizada en mi juventud, por lo que era demasiado mayor para eso en ese momento. Pero había miedo. Se pudrió bajo el calor de la mirada de Soojin. Porque nunca había dejado de confiar en ella, pero no me hacía ilusiones con respecto a su altura moral, a veces inesperada.
─No hay gente mala- ─ comenzó de una manera que parecía más ensayada que genuina. Tranquilidad rápida y fácil.
─No. Déjame reformular─, respiré por un momento y me encontré donde estaba segura de que estaban sus ojos. Amo esos ojos. Más de lo que amo el cielo cuando todo es rosa. Más que la hierba después de la lluvia. Nunca los olvidaría. aunque no podía verlos en la habitación oscura. Los había memorizado durante años en ese momento. ─Soy una mala persona por ti. Por las personas que amo. Hago cosas malas por ti. Hice cosas malas por Hyung-gu. Haría cosas malas por Yeosang. Soy una mala persona, pero no me arrepiento de nada. Eso me llevó a ti una y otra vez. Puede que sea una mala persona, pero también soy algo mucho más interesante.
─¿Sí?─ Podía imaginarla levantando una ceja, aunque no pude distinguirlo.
─Soy tuya.
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