Who can say?

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El llanto no es algo nuevo para él, por el amor de Dios, si Mihael se pusiera a contar cuántas personas ha hecho llorar a lo largo de su vida, jamás terminaría. Como jefe de una mafia, la gente llora con desesperación y dolor mientras les tiras el mundo que se construyeron para vivir en él encima, lloran cuando alguien los tortura con el fin de conseguir información y lloran cuando te maldicen justo antes de que les metas una bala en la cabeza.

Llorar es algo común de ver para él, pero verlo en Nate no se siente normal o bien.

Es la primera vez que le ve perder el control que normalmente tiene sobre sus sentimientos y personalidad, algo que ni siquiera ocurrió cuando tenía un corte en el abdomen por el cuál podrían salirsele los intestinos.

Aunque, claro, recibir una declaración no es cualquier cosa y en alguien como él, esto es más que cualquier daño físico.

—No debería de llorar, —Nate susurró después de un rato en donde se tallaba los ojos fuertemente—. Es ridículo.

—No lo es, —A Mihael le tomó bastante, pero terminó diciéndolo—. Tienes sentimientos por algo, te dejaron eso así que tienes todo el derecho de usarlos.

Era quizá una de las cosas más extrañas que había escuchado en el mundo y lo peor es que lo había dicho él mismo, pero tenía razón. No sabía nada acerca de la ciencia detrás de la creación de híbridos y todo eso, pero tenía sentido, si podían hacer que a un humano le salieran orejas, cola y que además tuvieran sentidos más avanzados que todos los demás, podían hacerlos más idiotas, hasta el punto que no sintieran o experimentaran cambios de emociones como lo haría un humano cualquiera.

Nate era defectuoso en el sentido de que no estaba en un estado de pánico constante que lo hiciera llorar cada que alguien lo volteara a ver, era inseguro, sí, pero no era el manojo de nervios que solían ser los híbridos que había visto con anterioridad.

—¿Cómo podría gustarte alguien como yo?

Mihael no tenía una respuesta clara, desde la primera vez que lo vio, sintió que algo dentro de sí se vendría abajo y pasó días y días intentando crear nuevas excusas para negar todo esto. Si se apartó de Nate y pretendió que no existía fue por eso mismo, no quería tener un punto débil visible, no quería que los demás se atrevieran a cuestionar su autoridad sólo porque parecía haberse enamorado de alguien, pero era una batalla perdida y lo sabía.

Le gustaba Nate, le gustaba ese híbrido raro y único que había decidido quedarse después de enviar a todos los demás a un futuro doloroso e incierto. Le gustaba y lo distraía más luchar contra eso que aceptarlo de una vez por todas.

Así que, aquí estaba.

—Porque eres diferente a todo lo que conozco, porque me vale un carajo lo que piensen sobre mi y porque seguiré sin dejar que algún imbécil me cuestione porque sigo siendo su líder y nadie lo cambiará.

Le gusta como suena y la seguridad con la que lo dice parece ayudarlo a deshacerse de la inicial duda que sentía mientras caminaba hacia el cuarto del híbrido.

—Yo no sé cómo ser... ni siquiera sé lo que sería. —La voz de Nate sigue estando cargada de inseguridad y Mihael está seguro de que puede ver las ideas corriendo dentro de su cabeza sin tener sentido alguno.

—Mi pareja, eso serías, —las palabras le salen con sorpresiva facilidad—. No tan raros y psicóticos como Mail y Beyond, ni raros como Beyond y Elle, pero una pareja.

La expresión de Nate le hace imaginarse que su cerebro está haciendo corto circuito. Nate está programado de una forma y lo que él intenta hacerle ver o introducir a dicha programación seguramente parece un virus que quiere destrozar el arduo trabajo.

Híbrido defectuoso [Mello x Near]Where stories live. Discover now