Cargamento

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—Más te vale tener una puta buena excusa para interrumpirme.

Un chico de cabello rubio que le llegaba a los hombros y ojos entre verdes y azules gruñó mientras se subía el cierre, abrochándose el cinturón de piel gruesa y mirando amenazadaoramente al hombre de aspecto brusco que tenía delante.

—Me temo que es importante, señor —dijo, ni siquiera inmutándose ante la mirada fúrica del otro—. Cuestiones de negocios.

El chico entonces miró a la cama donde una mujer se desperesaba, la cobija a penas tapándole el cuerpo desnudo debajo de ella.

—Vistete y lárgate —dijo, tomando el vestido arrugado que había quedado en el suelo y aventándoselo a las manos, viéndola hacer un ligero mohín mientras se levantaba y batallaba por ponerse el vestido, mandándole un beso antes de tomar los zapatos y salir—.¿Qué quieres?

—Hemos interceptado un cargamento sumamente importante de Geoffrey —continuó, apoyando las manos tras su espalda mientras el otro se movía por tomar su celular—. Necesitamos que lo vea.

—Pues ¿qué esperas para llevarme ahí?

Mihael Keehl no podría explicar, ni aunque quisiera, el cómo es que había pasado de ser un pandillero al que le rompían la nariz y cualquier hueso disponible casi diario a un lider a cargo de un grupo de idiotas que querían llegar a ser alguien, que tenían sueños que involucraban balas y sangre, drogas y sexo.

A sus veinticinco años era temido, su nombre formaba parte de las listas de más buscados, de personas que valían millones de libras vivas y millones más muertas, que tanto la policía internacional como los demás líderes de la mafia querían capturar.

No le importaba.

—Es un cargamento que traerá mucho dinero —el hombre dijo mientras abría la puerta a una de los muchos almacenes que rodeaban la base principal y que el gobierno tontamente creía que eran bodegas para almacenar alimentos—. Estoy seguro que estará complacido.

Realmente era patético, la mayoría se desvivía por adularlo y complacerlo lo más que podían y solo porque hace una semana le había volado la cabeza a una de sus cabecillas y el lugar estaba disponible—. A ti todo te impresiona.

El hombre rio con un tono bastante bien finjido mientras se hacía a un lado y dejaba ver a Mihael la valiosa mercancía que había delante de él, involuntariamente quizá, se le escapó una sonrisa.

Híbridos.

En algún momento a la humanidad se le había ocurrido modificar genéticamente a las personas para que tuvieran características animales, cola, orejas y, en algunas especies, ojos de una variedad de animales casi tan extensa como los existentes. Miahel no era nadie para juzgar qué le ponía a la gente y qué no.

Lo único que le importaba es que eso traía cantidades obsenas de dinero; el gobierno aún se debatía acaloradamente entre los derechos que esas desafortunadas almas podían tener, eran personas, sí, pero la parte animal estaba ahí y sin importar que asociaciones pusieran al mundo de cabeza para gritar que los animales tenían derechos, jamás estarían por encima de los humanos. ¿Qué hacer con alguien que está enmedio entonces? Nadie lo sabía y mientras el gobierno fingía demencia, los burdeles y mafias se enriquecían explotándolos, usandolos tal cual lo habían hecho anteriormente con hombres y mujeres que habían sido arrancados de sus hogares o que habían decidido seguir ese camino, con la diferencia de que un híbrido muerto impactaba menos que una jovencita o jovencito de a penas dieciocho años o menos.

—¿A dónde se supone que se dirigían? —Preguntó, caminando frente a la fila de híbridos que temblaban cuales hojas al viento ante su presencia, manteniendo las cabezas agachadas como si pudieran pasar desapercibidos de esa manera.

—Estocolmo —dijo el mismo hombre, dando unos pasos para ponerse a su lado y fingiendo estudiar a la mercancía—. Estaban destinados a uno de los burdeles más grandes del país.

Entre las temblorosas criaturas habían varias, ocho de las quince, que lucían las típicas orejas de perro o gato, tres que parecían ser zorros e incluso uno que parecía ser una liebre con orejas caidas y cola pequeña que apenas y se libraba del resorte del pantalón—. Supongo que su destino cambiará, contacta a Manley.

Hubo un par de sollozos ahogados ante sus palabras pero Mihael ya estaba bastante acostumbrado a ello, aunque no fuera alguien que se enfocara en la trata de personas, sí lo había hecho un par de veces y había alcanzado un punto en el que poco le importaba.

—Hay uno más, señor —una voz le hizo desviar la mirada de ellos y fijarla en otro de sus hombros que venía jalando del brazo a alguien que tenía un cabello blanco del que sobresalían dos orejas puntiagudas del mismo color pero con la punta ligeramente pintada de negro—. Estaba en un compartimiento cerrado.

—¿Se te olvidó hablar? —Mihael preguntó con tono burlista, caminando hacia el que ahora podía ver que era un chico con dos colas saliéndole de debajo de la playera—. Si hubiera echado el contenedor al agua para que se perdiera, te habrías ahogado.

—No habría cambiado mucho —el que le contestara lo sorprendió demasiado, normalmente nadie se atrevía a responderle, en su mayoría a punto de orinarse del miedo.

—Primer valiente que conozco —dijo con entretenimiento, viendo a sus ohombres debatiéndose entre reir o enojarse por el atrevimiento del otro y a los demás híbridos mirando al especial como si estuviera loco—. Tu nombre, si es que alguien se molestó en nombrarte.

—Nate —dijo con la misma voz apagada y monótona—. Mi nombre es Nate.

Este típo de híbridos mitológicos eran muy raros y por ello el dinero que podía ganar podía solventarle los gastos de todo un año, pero Mihael permaneció mirándolo, finalmente encontrando esos ojos grises que miraban inexpresivos a todos los que estaban ahí.

Era diferente.

—Bueno, Nate, creo que estás defectuoso —dijo mientras lo tomaba del otro brazo y lo jalaba hacia él—. Llévenselos, Manley se encargará de ellos.

Con eso vio a sus hombres empezar a ahuyentar a los demás temblorosos híbridos fuera de su vista mientras que Nate se mantenía inexpresivo ante todo lo que veía y ante el agarre que de seguro le dejaría marcas.

—Amane, límpialo —dijo a una mujer rubia que de inmediato se apresuró a sujetar del brazo al otro híbrido, dando una ligera reverencia antes de echar a caminar hacia otro cuarto.

—¿Se lo quedará, señor? —El hombre del principio preguntó mientras Mihael echaba a caminar de vuelta a donde había salido.

—¿Por qué no?

Y es que poco sabía en ese momento cuánto esa decisión volvería para romper la estabilidad que se había construido en años.

//Lo prometido es deuda, pero como pueden empezar a ver es una historia que tendrá una temática mucho más madura y delicada en ciertos aspectos así que les pediré de favor que presten atención a las advertencias que irán apareciendo en ciertos capítulos. Mello no es alguien bueno, por decirlo así, y acá estaré usando sus nombres, por primera vez el Mello, el Near y el Matt no aparecerán; como si fuera poco me atreveré a meter a Light y L en esto, a ver cómo nos va.

La idea me dio vueltas por la cabeza por sabrá Gea cuantas noches pero es hasta ahora quepor fin la escribo, con Se busca finalizada, el espacio quedó libre y pues allá vamos.

Espero puedan acompañarme a este nuevo viaje, no olviden dejarme un comentario allá abajo con su voto 

Híbrido defectuoso [Mello x Near]On viuen les histories. Descobreix ara