Híbrido defectuoso [Mello x Near]

Pistas

—Se pondrá bien, —Mihael no levantó la cabeza del cadáver que tenía tirado enfrente, ni siquiera cuando escuchó esa voz—. El corte no dañó ningún órgano, le dejará una cicatriz, pero nada que ponga en riesgo su vida.

—Bien. —Su contestación seca y carente de emociones no sorprendió a Elle quien solamente asintió y se giró para volver con los demás.

Mihael se sentía débil, estúpido e incompetente. Aunque estaba seguro de que estaba un paso delante de aquel estúpido y patético grupo que prendía atacarlo con tácticas dignas de niños de guardería, este bodrio no solo había pasado por encima de sus hombres, si no que había pasado por encima de él y llegado hasta el cuarto donde Nate se encontraba, donde se suponía que estaría a salvo de aquellos imbéciles.

Sacó la pistola y le disparó en las manos, esas asquerosas manos que se habían atrevido a tocar lo que era suyo, lo que él había mantenido en su posesión y asegurado que tuviera todo lo básico. Aún era demasiado confuso tratar de discernir si su enojo era porque alguien había entrado en su territorio o si era porque había tocado a Nate como si le perteneciera, como si fuera su objeto de placer puesto ahí para complacerlo. El que Nate no se hubiese defendido parecía empeorarlo todo, las palabras de merecer un castigo seguían dándole vueltas por la cabeza acompañada de la ligera explosión de carácter de hace un par de días.

La verdad es que le está molestando más lo que pasa que el hecho de que alguien haya irrumpido en su base.

—Bueno, al menos no lo mató, —escuchó la voz de Mail a su lado, viéndolo pararse a su lado y mirar al cadáver también—. Le ganó la calentura.

—Solo lo hizo como venganza, —Mihael dijo con desdén, dándose de la vuelta para alejarse del cadáver y la sangre que estaba por llegarle a los zapatos—. Su idea era tener su diversión y dejar la prueba para humillarme.

—No contaba con que estuvieras en tus diez minutos de inteligencia, —dijo con esa sonrisita burlona—. O quizá no contaba con que sabíamos por dónde venían.

—Da los mismo, querer humillarme es suficiente, —dijo, convenciéndose de que el hecho de que irrumpió en su territorio era lo más molesto—. Busca sobre ellos, su grupo se acaba de quedar sin cabeza y yo me aseguraré de terminar con el resto.

Mail asintió, desviándose del camino que él tomaba para ir por sus cosas o buscar a Beyond, no sabía y tampoco le importaba. Su base estaba llena de cadáveres, según el informe que le habían dado llevaban quince muertos, quince imbéciles que habían sido aventados como carnada. Sus ojos se fijaron en uno de ellos mientras lo arrastraban del pie hacia la pila de cuerpos en la esquina, dejando el pintoresco camino de sangre detrás de él y haciéndole arrugar la nariz, si hubiera una forma de volarle la cabeza alguien sin dejar todo pintado y sucio, lo haría.

¿Qué habría pasado si no se hubiera dado cuenta? ¿Las pruebas que le había mencionado a Mail sería el cadáver de Nate? ¿Algo mutilado? ¿Un video? No tenía idea, pero algo le decía que podía ser una clara demostración de que lo había hecho suyo y que él había sido incapaz de defender lo que le pertenecía.

Un ladrón moralista, eso le había insinuado, y la afirmación era risible y estúpida, no era moralista ni un ladrón; él era un líder, un líder que bien sabía aprovechar todas las oportunidades que se le pusieran de frente.

No era un mundo que siguiera reglas, precisamente.

Siguiendo su camino terminó por detenerse a la entrada del cuarto que tenían atiborrado de medicinas y cosas que un médico envidiaría tener en su consultorio, viendo a Nate recostado en la camilla que tenían ahí. Al parecer estaba dormido pues tenía los ojos cerrados y su respiración lucía pausada. Aún tenía la sudadera manchada de sangre, pero la tenía de manera que dejaba ver su abdomen cubierto por las gazas, las colas las tenía aplastadas debajo de su propio cuerpo y las orejas contra la cabeza. Mihael tuvo la sensación de que lucía mucho más pequeño de lo que era normalmente y más pálido también, había perdido bastante sangre y era de esperarse, pero verse casi blanco era bastante inquietante.