Capítulo 18

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Era temprano por la mañana. Lo sabía porque mi alarma acababa de sonar. Lo sabía también por como el ruido de los automóviles se intensificaba más y más allá afuera, por los pájaros cantando, porque los párpados me pesaban y porque Hyukjae me había dicho únicamente "buenos días" antes de comenzar a besarme.

Le correspondí gustoso sin llegar a recordar cómo habían sido los amaneceres anteriores en mi vida. Tan vacíos, tan fríos, tan monótonos y rutinarios. Ya no quedaba más de eso.

Estábamos de costado el uno frente al otro. Yo tenía mi mano apoyada en su pecho desnudo y él la suya en mi cintura. Hasta parecía que sus dedos quemaban en mi piel.

Mordió mi labio inferior antes de separarse lentamente y enredar sus piernas con las mías.

Le sonreí de oreja a oreja y casi inconscientemente, pues el brillo de sus ojos tenía ese poder: hacerme feliz.

—Buenos días —respondí de vuelta porque ni siquiera me había dejado hacerlo.

Me dio un par de picos más, besó mi mejilla, se acurrucó en la curvatura de mi cuello y dejó su mano reposando en mi trasero.

—No te pongas muy cómodo —le dije intentando no reír y no sucumbir ante la tentación de imitarlo y dejar que se nos hiciera tarde.

—¿Por qué no?

—Porque tengo que despertar a Joyin y tú tienes que darte una ducha mientras preparo el desayuno. Hoy hay junta en la escuela ¿lo olvidase?

Se quedó un rato callado, pero finalmente suspiró.

—¿Estás tratando de decirme que apesto?

Me apoyé de sus hombros para empujarlo hasta que su rostro volvió a quedar expuesto. Lo hice recostarse en la cama y me di el lujo de admirarlo un par de segundos.

Estaba adormilado, con los ojos pequeñitos e hinchados. Tenía un puchero en los labios que no me resistí a besar.

—¿Cómo quieres que me levante a ser un hombre responsable si luces tan malditamente caliente? —me preguntó y, sin previo aviso, hizo un movimiento rápido para sentarse sobre mi cadera.

Alcé una ceja por sus palabras y me crucé de brazos.

—Hoy no tenemos que trabajar, si te sirve de consuelo.

Fingió pensarlo un rato y luego asintió, pero casi inmediatamente después se inclinó para besarme.

Con sus manos recorrió mi pecho y bajó de forma "distraída" a mis pezones, arrancándome un gemido pequeño.

Tal parecía que no era buena idea eso de dormir sin las camisetas puestas.

Usé toda mi fuerza física y voluntaria para sentarme y empujarlo allá donde sus manos traviesas estuvieran lejos de mi cuerpo.

—Hyuk, hablo en serio.

—Vale, vale. No te enojes conmigo.

Rodó perezosamente por el colchón hasta llegar al borde y bajar casi en cámara lenta.

En ese momento me sentí realmente hipócrita porque preferí hacerme tonto un rato mientras apreciaba la perfecta confección de su cuerpo. El pantalón de pijama le caía flojo sobre las caderas, dejando ver el elástico de su bóxer. Su cintura era pequeña, pero ascendía hasta una espalda fuerte y más ancha que la mía. En conclusión, si Hyukjae quería podía mandar mi cordura a la mierda con un solo beso.

Él se paró al pie de la cama, soltó un bostezo y comenzó a colocarse la camisa que llevaba ayer por la noche.

—Me ducharé cuando volvamos. Es tarde ya —me dijo cortando de tajo todos mis pensamientos que lo alababan casi al grado divino—. Prepara el desayuno, yo iré por Joyin.

¡Hola, papá! [Eunhae]Where stories live. Discover now